‘GH DÚO’: Kiko Rivera se lamenta de algo que no ocurrió en la llamada con Isabel Pantoja
Kiko Rivera se lamenta por algo muy concreto de su llamada con Isabel Pantoja
El pasado domingo 7 de abril en ‘GH Dúo: El Debate’ los concursantes pudieron hablar con sus familiares, lo que les emocionó muchísimo. Por supuesto, Kiko Rivera pudo hablar con su madre, Isabel Pantoja (que no sabe que concursará en ‘Supervivientes’ en breves… ¡se va a quedar a cuadros cuando se entere!).
Kiko habló con su madre, Isabel Pantoja, durante el Debate ¿Qué te pareció la llamada?
🔄 Ni fú ni fá
❤️ Me emocionó mucho#GHDÚOÚltimaHora16 pic.twitter.com/Wk6WJeXWZj— Gran Hermano (@ghoficial) 9 de abril de 2019
La llamada fue muy emotiva, y a Kiko le encantó escuchar la voz de su madre, la Pantoja, ese apellido que le acompaña en cada paso laboral que decide tomar. Cuando se reunió con sus compañeros en la casa de Guadalix, todos pudieron compartir las emociones que les había despertado oír la voz de sus familiares, aunque Kiko parecía estar dándole vueltas a algo, no tan tranquilo y satisfecho como el resto.
Aunque Kiko aseguró que “la llamada había sido uno de los momentos más bonitos que había vivido en la casa”, se arrepintió de no haber dejado hablar todo el rato a su madre, pues tenían poco tiempo y él la interrumpió bastante.
Kiko: «La llamada a mi madre ha sido de lo más bonito que he vivido aquí» #GHDÚOÚltimaHora16 pic.twitter.com/nYyg59ce79
— Gran Hermano (@ghoficial) 9 de abril de 2019
Así le expresó María Jesús lo que ella hizo, lo más inteligente teniendo en cuenta que son ellos los que no oyen a sus familiares desde hace mucho, mientras que estos les ven a diario en el 24h: “Yo me he callado, yo le he dejado a ella que me hablara”, refiriéndose a su madre. “Pues yo no me he callado, yo tendría que haberme callado también”, respondió Kiko algo contrariado.
“No hombre, no, si te ha salido hablar, pues…”, intentaba consolar María Jesús a un Kiko más que preocupado. Este se justificó al decir que él necesitaba preguntar por su abuela, que tiene 87 años. “Pues normal que preguntes”, le dijo María Jesús, aprobando su comportamiento.
Kiko veía cómo todos llegaban y aseguraban lo mismo, haber dejado hablar a los suyos, y a él cada vez le daba más rabia. Pero se fundía en cálidos abrazos con sus compañeros y se le pasaba.