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‘First Dates’ nos presenta a la comensal más grosera de la historia

Esta comensal de 'First Dates' ha sido la más grosera de su historia

‘First Dates’ nos presenta a la comensal más grosera de la historia
Esta comensal de First Dates continúa dando que hablar

Otra noche más, ‘First Dates’ llega a Cuatro para ayudar a encontrar el amor a una docena de solteros. Algunas veces, en el restaurante del amor nos toca ver encuentros desagradables y esta vez fue el turno de Andrea y Ángel.

Ella es una auxiliar de enfermería con 22 años de Madrid y se definió como “un torbellino, muy extremista para todo”. Asimismo, afirmó que ella cae “o muy bien o muy mal, y eso me gusta porque siempre destaco”. Por otra parte, él es un cocinero de 27 años con un carácter muy distinto: “Nunca me vas a ver enfadado. Siempre saco el lado positivo”.

El torbellino empezó diciendo que el físico no era importante para ella aunque cinco minutos después añadiría “No me ha gustado para nada su aspecto ni su forma de vestir. No había por dónde cogerlo. Es un ‘cani’ y no puedo con eso”. Andrea, que ya había descartado toda posibilidad de tener algo con el madrileño, se pasó toda la cita despreciando a su pareja.

Él le contó que vivía con sus padres y ella le recriminó que iba siempre “a plato puesto y a lo fácil”. Más tarde, hablaron sobre tatuajes y Ángel le enseñó el león que tenía tatuado en el pecho. «¡Es muy cani!…¿te lo hiciste con 16 años, no?» dijo la madrileña. A lo que él contestó que se lo había hecho hace pocos meses.

«A mí me gustan los tatuajes bonitos y a ti los horribles», remató Andrea. «¿Me ves cani?», preguntó él, y ella no se cortó al responder: «Te veo muy cani y flipadillo».

Ángel quiso cambiar de tema y le preguntó qué buscaba en el amor. La conversación derivó hacia las experiencias amorosas de cada uno, y Ángel reconoció que nunca le había ido bien y la relación más larga que ha tenido fueron de tres meses. Andrea empezó a reírse y en el confesionario soltó: «Físicamente no es agraciado y entiendo que una chica no quiera estar con un niño feo. Parece un ‘vivalavida’ y un ‘picha’ brava, y con esa cara no se va a comer un mojón».

Al final de la cita, cuando Ángel le dijo los años que tenía, ella lo llamó «viejo» y añadió que estaba «para jubilarte, salirte del mercado y ponerte a hacer punto de cruz». Los ataques de Andrea parecían no cesar: «Me gusta menos que una nevera por detrás». En la conclusión de la cita, pese al tono tan duro que utilizó, Ángel dijo que quería seguir quedando con ella. Obviamente, Andrea se negó rotundamente a tener otra segunda cita y parece que el restaurante cupido no ha acertado uniendo a esta pareja.

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