Alberto Chicote llega al límite en ‘Pesadilla en la cocina’: «Haced lo que queráis»
Una visita llena de bichos y de gritos
Pesadilla en la cocina ha vuelto por todo lo alto con una novena temporada en la que parece que no habrá momentos para el descanso una vez más. Alberto Chicote se ha encontrado en su primer día con una situación de caos absoluto en la visita al restaurante Nicasso, un bar de tapas tradicionales situado en el popular barrio de El Clot, en Barcelona. La explicación del nombre del local ya avisaba de que sería un programa lleno de retos para el chef. Según el hijo del dueño, el nombre se puso porque su padre «no hace caso a nadie», algo que demostró a lo largo de todo el programa, donde los consejos del presentador siempre eran contestados de mala forma y con justificaciones de lo más alocadas.
Manel es el terco propietario y cocinero de este lugar en el que los calçots y platos típicos de la gastronomía catalana son la especialidad, aunque no aguanta que le lleven la contraria y no es especialmente amable con los clientes y las camareras que dan el servicio. Tampoco trata especialmente bien a Jonathan, su hijo, que trabaja en una pequeña tienda de comida en el local que se encuentra pared con pared, por lo que es habitual que tenga que dejar su negocio abandonado para ayudar en el restaurante a nte todo tipo de situaciones y problemas. Desde cambiar una bombona de butano hasta arreglar como puede la nefasta instalación eléctrica que falla cada poco tiempo y deja a los clientes y a la cocina completamente a oscuras. Por si no fuera suficiente, las cucarachas son las auténticas reinas del lugar y campan a sus anchas por las mesas y los platos de los comensales, provocando momentos de lo más desagradables. La solución de Vanesa, una de las camareras, no es otra que irlas matando una a una con un soplete o con lo que tenga más a mano en cada momento.
Ante este panorama desolador, Chicote no sabía dónde meterse y ha protagonizado uno de sus habituales momentos en los que amenaza con irse con todo su equipo y no hacer nada por ayudarles. La gota que colmó el vaso fue la contestación del dueño a uno de los clientes ante sus quejas: «Aquí al lado hay un bar chino, si queréis os mando ahí. A tomar por culo».
Pese a que intentó hacer unos pequeños cambios en la forma de trabajar y la organización, el desastre no mejoró en nada y Manel seguía empeñado en no atender a razones. «Haced lo que queráis, que yo mañana me voy y con la conciencia bien tranquila», ha dicho el madrileño antes de dejar claro que estaba viviendo «el peor servicio de reapertura en once años».
Alberto Chicote descubre el gran problema del dueño del Nicasso
Aunque Chicote pone atención especial a lo que pasa en la cocina, también busca la raíz de los problemas y eso le llevó a descubrir el drama personal del empresario, que ha sufrido durante años por sus adicciones. «Doy gracias a Dios que me levanto cada día y no bebo. Pase lo que pase, para mí lo importante es no beber. Es una enfermedad muy grave, mortal», una noticia que le dio antes de asegurarle que seguía acudiendo a terapia para no recaer.
Uno de los que más ha sufrido estos problemas con el alcohol ha sido su hijo, lo que se ha traducido en una convivencia complicada en la actualidad. «Me guarda rencor porque no he estado en cinco años de su vida. Creo que me quiere mucho, pero le cuesta», dijo Manel antes de que el joven apareciese en el lugar y le diese un abrazo para confirmar su reconciliación.
Con este nuevo comienzo Nicasso ha comenzado una nueva etapa con cambios en su decoración y su carta, aunque tendrá que cambiar mucho el servicio y la relación entre todos para que pueda seguir adelante con éxito.