Crónica de campaña

Sánchez sólo gana si Torra le declara la guerra

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez y Quim Torra en el Palacio de Pedralbes.

Es el último ingenio de su gurucillo Redondo: «Dado cómo nos vienen las encuestas, nuestra única salvación es el 155, así el país nos votará en masa, incluso podemos rozar la mayoría absoluta». La coincidencia es muy generalizada sobre las intenciones de Sánchez, pero no todos los analistas festejan como éxito la injerencia electoral del 155. Por ejemplo, Narciso Michavilla, el más sensato y certero de los demóscopos actuales, dice sin ambages: «Esa martingala le saldría por la culata. Es más, le hundiría porque significaría una enmienda a la totalidad a todo lo que ha venido diciendo y haciendo hasta la fecha». Y Michavila añade: «Que busquen otro artificio porque con éste, si se produce, se va a llevar un chasco».

Claro está que otros observadores sí creen en el 155 como el Bálsamo de Fierabrás para las heridas prelectorales del aún presidente. Estos partidarios del político más embustero que haya soportado nunca nuestra democracia, adelantan que si Torra se echa definitivamente al monte y proclama la insurrección de los independentistas, el partido que gobierne en Madrid no tendrá más remedio que responder a la violencia con la violencia y proceder a la detención inmediata del rebelde.

En esa tesitura, los demás partidos, según indican estos previsores, no tendrían más remedio que apoyar a Sánchez aún sabiendo, en su opinión, que esta ayuda la asumirá el individuo en funciones como un respaldo a su falaz y aprovechada política de firmeza. Es decir; que cuanto peor se porten Puigdemont, Torra, Torrent y demás cuadrilla de sediciosos, mejor para Sánchez.

Sánchez, en otra de sus trampas, espera como agua de mayo a que el juez Castellón prospere en su investigación y adelante los vínculos de los terroristas CDR con el Palau. Sánchez -así, sin disimulos lo confiesan sus seguidores- gozaría más que en un tiovivo, si los periódicos, tras una buena operación de la Guardia Civil, titularán más o menos de esta manera: «Detenido un comando terrorista vinculado a la Generalitat». Eso representaría una gran orgasmo colectivo en La Moncloa. «Así -afirman- seríamos invencibles».

La tendencia

Eso -opinan- torcería la tendencia de las encuestas más recientes. Sobre ellas los expertos (no Tezanos, que es un hampón bien remunerado) construyen los siguientes postulados: Uno: la incertidumbre sobre el resultado electoral va a durar hasta el propio 10 de noviembre; dos, el 29% de los votantes afirma ahora mismo que puede cambiar su decisión de aquí a esa fecha; tres, se otea más indecisión en la izquierda que en la derecha; cuatro, la abstención supera ahora mismo el 40 por ciento; cinco, hay más dudas entre los varones que entre las mujeres; seis, el PSOE se va a quedar o con los mismos escaños o con unos pocos menos; siete, el PP puede alcanzar los 100 contando, claro está, con los dos de UPN; ocho, el principal cambio respecto a abril es la caída, incluso estrepitosa, de Ciudadanos, el 20 ciento de sus votos regresa al PP, otro pellizco se marcha a la abstención y un porcentaje mínimo al PSOE; nueve, un acuerdo entre el PSOE y Podemos ya no suma; y 10, la única suma posible es PP y PSOE.

En resumidas cuentas; Sánchez sólo puede ganar si Torra le declara la guerra. Y aún así, veríamos…

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