Sánchez desoyó hasta 9 avisos de la UE sobre la situación crítica de España en la segunda ola
Pedro Sánchez desoyó hasta nueve avisos de la Unión Europea sobre la preocupante situación que atravesaba España, ya metida en la segunda ola del coronavirus. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), organismo sanitario de referencia en la pandemia, venía avisando desde agosto, en sus informes sobre la evolución del virus, de que nuestro país era ya una zona de alto riesgo de contagio. Sin embargo, el presidente socialista rechazó tomar medidas y asumir la responsabilidad en la gestión de la crisis sanitaria, como se le reclamaba desde las comunidades autónomas.
La primera advertencia se recogía ya en el informe de situación del 16 al 22 de agosto. España había entrado en la ‘zona roja’ de la extensión del virus al superar la incidencia de 120 casos por cada 100.000 habitantes, el umbral fijado por la UE para considerar que un país está en serios problemas para contener la pandemia.
En el mapa, España figuraba ya en color marrón oscuro, que indica la mayor gravedad. Sánchez, por entonces, estaba recién llegado de sus vacaciones. El 25 de agosto, convocó al Consejo de Ministros pero, pese a los preocupantes datos, renunció a asumir sus obligaciones. En su lugar, delegó la presión en las comunidades autónomas, ofreciéndoles la posibilidad de declarar el estado de alarma dentro de sus territorios. Una estrategia con la que perseguía salir indemne de la gestión, provocando a su vez el desgaste de las regiones.
El socialista consideró que la pandemia se podía controlar como ya se había logrado, dijo, hace unos meses, «cuando los datos eran peores», y apeló a la responsabilidad de los ciudadanos «para evitar nuevos contagios».
En realidad, España llevaba tiempo en una situación alarmante. El ECDC establece los 60 casos por cada 100.000 habitantes como el umbral para tomar acciones. Un listón que nuestro país superaba cuando el presidente Sánchez se fue de vacaciones, el 5 de agosto. Ese día, según el propio Ministerio de Sanidad, la incidencia acumulada era de 72,23 casos, pero el Ejecutivo se negaba a admitir la segunda ola y se limitaba a pedir prudencia. De hecho, a finales de julio, el propio Fernando Simón aseguraba rotundo: «Si esto es una segunda ola, desde luego no lo parece».
La Unión Europea, sin embargo, llevaba tiempo preocupada por la evolución de la pandemia. Como reveló OKDIARIO, el Gobierno fue avisado directamente por el ECDC de las proyecciones que indicaban que la pandemia se dispararía de forma considerable en los meses de verano.
Según consta en las actas -a las que ha tenido acceso este periódico- el 9 de junio, Simón participó, por videoconferencia, en una reunión del foro asesor de este organismo. En el transcurso del encuentro se mostraron proyecciones que indicaban un «fuerte incremento de la incidencia del Covid-19 ya hacia finales de junio».
La directora del ECDC y médico alemana, Andrea Ammon, expuso que esa evolución dependería del comportamiento de los ciudadanos y también de la capacidad de detectar nuevos casos. Avisó de la necesidad de implementar medidas en aeropuertos y dirigidas al turismo, para asegurar al máximo la seguridad. Indicó que la comunicación sobre el peligro de la pandemia a la población sería esencial para que las medidas de prevención se mantuviesen y, con ello, para contener la propagación, pues se apreciaba una relajación entre la población sobre la percepción del riesgo. El jefe científico del organismo europeo, Mike Catchpole, avisó de que «la probabilidad de nuevas olas» era «alta».
El Gobierno español, sin embargo, desoyó esos consejos. Apenas un día después del encuentro, el presidente Pedro Sánchez, proclamaba eufórico en el Congreso: «Hemos vencido al virus». El socialista se jactó incluso de que, gracias al estado de alarma impuesto por su Ejecutivo, se habían «salvado 450.000 vidas».