Romeva firma un artículo en la prensa británica como «ministro de Asuntos Exteriores de Cataluña»
Este miércoles, Raül Romeva se ha independizado definitivamente de España. Él solito. Y ‘creando’ un Gobierno del que él es «ministro de Asuntos Exteriores». Al menos, eso es lo que le ha colado a un periódico tan prestigioso como ‘The Guardian’ en un especial de expertos europeos que analizan las consecuencias del Brexit. Así, la manera de internacionalizar el ‘proces’ por parte de Romeva ha sido ascenderse de consejero a ministro.
En la propia página web del Gobierno de Cataluña, govern.cat, el político madrileño es presentado como «conseller d’Afers Exteriors, Relacions Institucionals y Transparència». De hecho, hace poco más de un año, al constituirse el Gobierno catalán, el departamento a cargo de Romeva tuvo que cambiar de nombre para evitar la suspensión del Tribunal Constitucional. Se le debieron añadir las nomenclaturas de «Relaciones Institucionales y Transparencia».
El cambio sobrevenido se hizo de «forma preventiva», según admitió el propio titular de la cartera «para dejar claro que con estas argucias no nos van a parar».
Ahora, las argucias corren de su cuenta, y ha trampeado su ‘tarjeta de visita’ para que el periódico británico lo una al ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis; la ex ministra de Justicia francesa y eurodiputada Rachida Dati; la también parlamentaria europea gala Sylvie Goulard, consejera de Emmanuel Macron; y el periodista holandés y ex secretario de la Comisión Europea Derk Jan Eppink.
Curiosamente, ninguno de ellos ha tenido que inflar su currículum para firmar en ‘The Guardian’, salvo el madrileño independentista catalán que fue cabeza de lista de Junts pel Sí en las elecciones catalana de septiembre de 2015.
Pero no sólo sorprende que un diario británico tan prestigioso, que ha alcanzado audiencias globales de más de 130 millones de visitas al mes, haya caído en la trampa de los secesionistas catalanes, sino el propio contenido del texto, en el que Romeva ejerce de «ministro de Asuntos Exteriores» de un país independiente.
Su artículo, de poco más de 230 palabras, se centra en señalar que «desde la perspectiva de Cataluña, un país con un profundo y duradero compromiso con Europa, lamentamos la pérdida del Reino Unido como miembro» de la Unión Europea. Y, claro, destaca que su ‘país’ respeta «la decisión tomada en referéndum» porque quiere que la UE tome esto como un «punto de inflexión» en el que se «garantice que escucha y toma en cuenta la voluntad de todos sus ciudadanos».
El resto de la pieza es una mera descripción topográfica de la situación: que «ésta es la primera ocasión en que la UE afronta la salida de uno de sus miembros» y que Cataluña «comparte importantes vínculos culturales y económicos, así como de amistad» con Reino Unido.
Puigdemont internacionaliza el ‘proces’… en catalán
Este mismo martes, Carles Puigdemont participaba de la insistente obsesión de buscar fuera de España un poco de atención a su causa independentista. En esta ocasión, el presidente catalán viajó al Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard (Estados Unidos). Allí anunció orgulloso, y en catalán, que el Govern prevé celebrar un referéndum ilegal sobre el futuro político de Cataluña, que es “un mandato claro y simple” que recibieron tras las elecciones del 27S de 2015.
Pero lo más llamativo no fue que se dirigiera a los poco más de 80 asistentes a su conferencia en una lengua tan poco habitual en Estados Unidos, sino que —como hace Romeva con el referéndum del Brexit— tratara de establecer un delirante paralelismo entre el independentismo catalán y «los derechos civiles» por los que lucharon los negros estadounidenses en los años 60: “El Gobierno español debe escuchar a su gente y respetar los derechos civiles”, sentenció.