Moción de censura Rajoy

El Rey sigue con preocupación el debate de la moción de censura

Felipe VI
El Rey Felipe VI, en la entrega de despachos a nuevos jueces en Barcelona.

Ni en sus momentos más pesimistas podía imaginar el Rey Felipe que cuando le tocara asumir su papel de jefe del Estado iba a tener que afrontar situaciones tan endiabladamente complicadas como las que lleva vividas en tan solo cuatro años de reinado. El Monarca, que pensó y declaró unos años antes de ser proclamado Rey  que lo que le iba a tocar, cuando sucediera a su padre el Rey Juan Carlos,  iba a ser administrar la normalidad, se ha encontrado desde el principio con que lo que le tocaba era gestionar una realidad muy crispada en el peor de los escenarios posibles.

En el Palacio de la Zarzuela, aunque no hayan querido hacer comentario alguno sobre el debate de moción de censura presentada por el Partido Socialista, saben que los debates entre los que están a favor de desalojar al Gobierno del Partido Popular y los que están en contra reflejan la áspera y bronca confrontación que se vive en el Congreso de los Diputados durante la presente legislatura. Y que además, de nuevo, el futuro se predice incierto sea cual sea el resultado de la votación de la moción de censura.

Otra vez va a tocar al Rey discurrir por el afiladísimo filo de la navaja en la que el peligro está en mantener un casi impracticable equilibrio para ni caer en el abismo ni terminar cortado en dos mitades que te harían desaparecer del escenario. En cualquier caso, ni es bueno que se logre prolongar la legislatura manteniendo en el poder a un ejecutivo debilitado que a duras penas va a poder seguir gobernando, ni tampoco inspira confianza un Gobierno sostenido por una minoría de 85 diputados que difícilmente va a lograr por sí solo recuperar la estabilidad que tanto necesita la ciudadanía para ver el futuro con algo de esperanza.

Hasta ahora, el jefe del Estado ha actuado con prudencia y también con firmeza en los momentos de crisis más graves que le ha tocado gestionar desde que asumió la responsabilidad de ser la primera autoridad de la nación. Y siempre lo ha hecho desde el más escrupuloso respeto a la Constitución, cuya defensa es la primera y más importante tarea que tiene encomendada. Habrá que darle, porque se lo ha merecido hasta ahora, un voto de confianza para que siga al timón de una nave que  va a tener que seguir esquivando todas las tormentas que amenacen con poner en peligro su rumbo.

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