La militancia entierra a los históricos

Susana Diaz
Rubalcaba, González, Zapatero y Guerra arropan a Susana Díaz, en un acto celebrado el pasado mes de marzo. (Foto: EFE)

Las primarias las carga el diablo. Como bien sabe Susana Díaz. La victoria de Pedro Sánchez recuerda demasiado a la de Josep Borrell en las primarias de 1998, después de que un Felipe González perseguido por los escándalos de corrupción abandonara la vida política. Aunque nunca se fue del todo.

Contra todo pronóstico, Borrell logró imponerse con el 55% de los votos al entonces secretario general Joaquín Almunia, al que González había designado como su heredero político. La alegría sólo duró un año. En mayo de 1999, Josep Borrell se vio obligado a tirar la toalla.

Una oportuna filtración al diario El País, probablemente salida del propio aparato del partido, sobre los escándalos de la Agencia Tributaria en Cataluña durante su etapa como secretario de Estado de Hacienda había derribado al recién elegido candidato socialista a la Presidencia del Gobierno. Pedro Sánchez puede tomar buena nota del precio de derrotar al aparato del partido.

La imagen que encabeza esta información ya es historia. Los ex presidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, junto con los ex vicepresidentes Alfonso Guerra y Alfredo Pérez Rubalcaba, arroparon a Susana Díaz el pasado 26 de marzo en la presentación oficial de su candidatura. La historia viva del partido.

El sepulturero del PSOE

Pedro Sánchez los ha enterrado a todos. En realidad, ha enterrado al propio PSOE. Por decisión de los más de 180.000 militantes que se han movilizado en las primarias de este domingo, nace ahora un nuevo PSOE podemizado, que aspira a ir de la mano con el partido de Pablo Iglesias para intentar alcanzar el poder.

Y de nuevo, planea sobre el PSOE la sombra del Partido Socialista Francés, que se ha desintegrado y se ha quedado con tan sólo 8% de los votos, tras elegir como candidato a la Presidencia de la República al aspirante más radical, Benoît Hamon, para intentar competir con el Pablo Iglesias galo, Jean-Luc Mélenchon. El resultado es que tanto el candidato de extrema izquierda como su imitador socialista se quedaron fuera de la segunda vuelta electoral. «El Partido Socialista ha muerto», ha sentenciado ahora Valls.

En una entrevista concedida a la Cadena Ser, el propio Felipe González declaró sentirse engañado por Sánchez, quien le anunció que se abstendría para facilitar la investidura de Rajoy, pero luego retomó sus contactos con Podemos y los independentistas para impulsar su Gobierno alternativo. Fue entonces cuando se encendieron todas las alarmas en Ferraz.

Pedro Sánchez estaba decidido a ser presidente del Gobierno con tan sólo 85 escaños, tras haber conseguido el peor resultado de la historia del PSOE, aunque ello le suponga pasar cuatro años pagando facturas a los independentistas catalanes (cuyo precio es la celebración del referéndum ilegal) y a Podemos: el partido que aspira a destruir el PSOE para ocupar su espacio electoral.

Enfrentado a los barones regionales

Como González, también Rodríguez Zapatero tomó partido por la candidata andaluza: “El proyecto que más puede cohesionar a la sociedad y que más puede ayudar a los que han sufrido la crisis es el de Susana Díaz», declaró.

Del mismo modo, los más estrechos colaboradores de Pedro Sánchez le han ido abandonando en la carrera de las primarias. Eduardo Madina se incorporó al equipo de Susana Díaz y Patxi López dio un paso al frente para presentar su propia candidatura, que sólo ha logrado recabar el 10% de los votos. Uno de los más fieles escuderos de Sánchez, Antonio Hernando, le dio la espalda y este domingo ha optado por dimitir como portavoz parlamentario.

Susana Díaz también ha contado con el apoyo de casi todos los barones regionales: desde Emiliano García-Page en Castilla La Mancha a Javier Lambán en Aragón, Ximo Puig en la Comunidad Valenciana, Miquel Iceta en Cataluña, Idoia Mendia en el País Vasco o el propio presidente de Asturias, Javier Fernández, encargado de organizar las primarias como presidente de la gestora.

Pedro Sánchez les ha derrotado a todos y se pone ahora al frente de un PSOE que sufre su mayor fractura interna en cuatro décadas de democracia. Ha recibido el apoyo de más de 93.000 militantes y el de apenas un puñado de cargos públicos.

Los fieles de Sánchez

Entre ellos, la diputada de Aragón Susana Sumelzo (que probablemente será su portavoz en el Congreso), el ex alcalde de San Sebastián Odón Elorza, la ex secretaria de Estado de Interior Margarita Robles, la independiente Zaida Cantera o la dirigente del PSC Meritxell Batet.

El caso más particular es el de la actual presidenta del Govern balear, Francina Armengol, todo un ejemplo de coherencia. Tras respaldar inicialmente a Sánchez, luego apoyó la candidatura de Patxi López y finalmente ha apostado a caballo ganador: de nuevo es fan de Pedro Sánchez.

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