Patada al diccionario de Carmena: se define como «andariaga» cuando quiere decir andariega
El discurso de Manuela Carmena previo al cenicerazo no tuvo desperdicio. La alcaldesa de Madrid, en un tono paternalista –porque maternalista no existe, señora Carmena–, recomendó a los jugadores del equipo de baloncesto del Real Madrid que evitaran el tabaco. «No hay que fumar», dijo la alcaldesa con un tono de abuelita adorable.
También tildó a los jugadores del Madrid de «emblemáticos», como si fueran edificios, y volvió a perpetrar ese uso retorcido e incorrecto del lenguaje que suelen hacer los líderes populistas de la izquierda al hablar de «chicos y chicas jóvenes», separando el género masculino y el femenino plural, cuando lo correcto sería utilizar la forma «chicos jóvenes» que incluye a ambos géneros.
Pero la gran perla de Carmena, su patadón al diccionario que provocó que alguno reprimiera una carcajada, fue cuando la alcaldesa dijo: «Yo soy muy andariaga y a veces me veo una botella de plástico tirada al suelo y un papel». Puede que fuera un lapsus linguae propio de la improvisación, pero el palabro que se inventó Carmena resonó en el auditorio.
La alcaldesa de Madrid, en realidad, quería definirse como una persona muy andariega. Según la primera acepción del diccionario de la Real Academia de la Lengua, es una «persona que anda mucho».