Gobierno de coalición

Iglesias estrecha la alianza con ERC y Bildu para disuadir a Sánchez de cualquier acuerdo con el PP

Iglesias Sánchez
El vicepresidente y líder de Podemos, Pablo Iglesias y Gabriel Rufián reunidos en el Congreso.
Joan Guirado

La coalición resiste aunque, ahora más que nunca, cada uno busca sus propios aliados a lado y lado del hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. El coqueteo del PSOE de Pedro Sánchez con el PP de Pablo Casado para la renovación de los principales órganos constitucionales ha encendido todas las alarmas en el cuartel general de Podemos, que ya no se ve imprescindible para el presidente. Los socialistas quieren llegar a acuerdos con los ‘populares’ y tener al PNV como aliado prioritario mientras sus socios, los de Pablo Iglesias, tratan de reforzar su alianza con los separatistas de ERC y EH Bildu aprovechando el acercamiento del PSOE a la derecha. La izquierda radical quiere imponer un frente antisocialista para obligar a Sánchez a tomar partido y con ello desgastarse.

Morados, republicanos y proetarras están hartos de la geometría variable del jefe del Ejecutivo, diseñada desde el despacho del director de gabinete Iván Redondo, que de funcionar les dejaría fuera de la ecuación en más de una ocasión. De hecho ya ahora se sienten aislados cuando basan la negociación en el principal partido de la oposición y no en los grupos que apoyaron la investidura y los Presupuestos. Por eso, ante ese viraje de Pedro Sánchez, los de Iglesias buscan presionar al presidente con los 53 diputados que suman Podemos, ERC y Bildu. No es una suma menor ya que, con 120, al líder socialista le faltan ni más ni menos que 56 escaños para sacar adelante la mayoría de votaciones. Sólo con el PP en todas las votaciones, algo improbable, el PSOE podría gobernar con tranquilidad.

Aunque el secretario general del Partido Socialista no tiene intención de romper el pacto con Podemos, dejando en todo caso que sean los de Iglesias los que abandonen el Ejecutivo si no se sienten cómodos con ciertas decisiones que deben asumir, lo cierto es que la relación es cada vez más complicada. De momento pide resistir aunque la desconfianza entre dirigentes de una y otra formación crece a pasos agigantados, en buena manera, por los ataques y acusaciones que a menudo lanzan desde la bancada morada. La actuación policial en las protestas por Pablo Hasél, el rechazo de Podemos a la Ley Zerolo -un símbolo para el PSOE- o las diferencias prácticamente insalvables en la Ley de Vivienda, enturbian una relación que empezó a torcerse con la llegada de la pandemia y la aprobación de las primeras medidas económicas.

Esas nuevas alianzas que están tejiendo los dos socios de la coalición se hacen bien visibles estas últimas noches en el marco de las protestas violentas en las calles de Barcelona y Madrid. En el caso de la manifestación más radical, la del pasado sábado en la Ciudad Condal, Podemos se sumó a la convocatoria de la izquierda independentista para presionar al Gobierno del que forman parte bajo el lema «hasta que caigan». En concreto, en el tuit con el que los morados animaban a participar en la protesta, los de Pablo Iglesias argumentaban su presencia por la inacción de la coalición socialcomunista en cuestiones que dependen exclusivamente de sus socios socialistas. Algo que en Ferraz optaron por no comentar con un escueto «en fin».

Sin reuniones de coordinación

El divorcio de facto entre el PSOE y Podemos se visualiza en la ruptura de los puentes de coordinación entre los socios. Hasta hace poco, cada lunes, se reunían en Moncloa los equipos de las dos formaciones, con Sánchez e Iglesias a la cabeza, representantes del Gobierno y de los grupos parlamentarios. El objetivo de estos ‘maitines’ es poner en común la acción gubernativa y legislativa, con el fin de estar informados de qué haría cada partido y no caer en deslealtades como las que acechan a diario a la relación, algo que hasta ahora habían dado sus frutos. El presidente Pedro Sánchez decidió suspender este tipo de encuentros y mantiene esa coordinación únicamente dentro del Partido Socialista, con encuentros en Ferraz previos a la Ejecutiva de los lunes.

Riesgo de ruptura

Aunque a diario se empeñan en decir en público, tanto en el PSOE como en Podemos, que la salud de la coalición es buena y que tienen energía suficiente para agotar los tres años de legislatura que les quedan, lo cierto es que en Ferraz vislumbran ya la ruptura del acuerdo. Varios ministros socialistas reconocen que la situación empieza a ser «insostenible» por las últimas salidas de tono de Pablo Iglesias y su portavoz parlamentario Pablo Echenique. El cuestionamiento del vicepresidente segundo sobre la calidad democrática en España fue un punto de inflexión en las relaciones y en la presión que recibe Sánchez para poner fin a su relación con Podemos.

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