Los Mossos estaban más preocupados por la «amenaza» de un acto de Vox que por la fuga de Puigdemont
Los Mossos admiten que no tenían prevista una posible fuga de Carles Puigdemont
Los Mossos d’Esquadra habían valorado la «amenaza» que suponía una convocatoria de Vox con motivo del regreso de Carles Puigdemont a Barcelona, el pasado 8 de agosto, pero no contemplaban que el ex president se fugase. El informe entregado al juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, refleja la cadena de errores en la actuación de la Policía catalana, incapaz de evitar la huida del dirigente separatista. El dosier da cuenta de la sucesión de fallos en el operativo. Y revela también que el escenario de la fuga nunca se contempló.
Por el contrario, el operativo sí se diseñó pensando la «amenaza» que supondrían las protestas de distintos grupos ideológicos en las inmediaciones del Parlament, con motivo de la investidura de Salvador Illa y el regreso de Puigdemont.
Entre esas «amenazas», el informe de los Mossos cita expresamente a los «actores constitucionalistas». «En Cataluña, un sector del movimiento constitucionalista, que reivindica la unidad de España, se ha mostrado muy crítico con el acuerdo PSC-ERC-Comuns. El nivel de amenaza por parte de estos colectivos ante una investidura de un candidato del PSC era moderado (era poco probable que se produjera una acción en contra). Se tuvo conocimiento que el partido político Vox y la organización juvenil S’ha Acabat habían convocado una concentración a las 9:30 del día 8 de agosto en la Plaza Joan Fiveller para protestar por un posible retorno del señor Carles Puigdemont».
El informe revela que los Mossos analizaron al detalle el riesgo de estas convocatorias, diseñando así el operativo en consecuencia. El documento entregado al juez Llarena explica de forma pormenorizada la «amenaza» que, en la valoración de la Policía catalana, representaban las convocatorias de los «colectivos de ultraderecha», de los «actores soberanistas», los llamados Comités de Defensa de la República o las «amenazas terroristas».
«En Cataluña se localizan diversos actores que consideran que las concesiones al independentismo suponen una traición a la unidad de la nación española», se señala en el informe. «A pesar de la ausencia de grupos formales, existen personas relacionadas con la ultraderecha que aceptan el uso de la violencia como medio de protesta». Los Mossos estimaron que el «nivel de amenaza» de estos colectivos era «moderado».
En el caso de las acciones promovidas por los separatistas, el riesgo era, en cambio, «muy alto». «En Cataluña existen numerosos grupos que defienden los postulados independentistas a través del uso de acciones no violentas, que denominan de desobediencia civil», recoge el informe, haciéndose eco de la convocatoria de la Asamblea Nacional Catalana para ese día.
Sobre las posibles acciones de «colectivos de ultra-izquierda», el riesgo era «alto». «El PSC es considerado por este tipo de colectivos como un partido político cómplice de la aplicación del artículo 155 de la Constitución y es visto, actualmente, como la continuación de lo que consideran una causa general contra el independentismo», valoraron para medir el riesgo de una convocatoria. Sobre posibles acciones terroristas, la amenaza se situaría en un nivel «moderado», tanto por parte de grupos yihadistas como del «terrorismo nacionalista blanco».
Sin embargo, el dispositivo no tuvo en cuenta una posible fuga de Puigdemont. Así lo recoge expresamente el informe: «En ningún momento se valoró como posible o probable que el señor Puigdemont pudiera regresar a Cataluña y no tuviera la determinación de acceder al Parlament. Por todos estos motivos, que el señor Puigdemont regresara a España para después huir no se contempló como una posibilidad».
Cadena de errores
El juez Llarena solicitó a los Mossos y al Ministerio del Interior que informaran sobre el dispositivo policial desplegado por la Policía catalana en Barcelona el 8 de agosto y que tenía como objetivo cumplir con la orden de detención de Puigdemont, así como «sobre los elementos que determinaron su fracaso desde un aspecto técnico policial».
En su informe, Interior ya informó a Llarena que su operativo no había detectado «en momento alguno» a Puigdemont y reconoció que se activaron «recursos extraordinarios» cuando ya se había dado a la fuga.
Se equivocaron de coche
En el documento, los Mossos admiten que se confundieron en el modelo del vehículo en el que Puigdemont huyó de la zona, tras su intervención ante centenares de simpatizantes, en el Arco del Triunfo.
Según se relata, el único agente que le seguía no pudo comunicar su posición, mientras que los demás se centraron en la comitiva que iba hacia el Parlament.
Así, tras el mitin de Puigdemont, el agente observó que un grupo reducido de personas cortó las bridas que unía las vallas «a la altura del carril de salida del aparcamiento subterráneo Saba» de Lluís Companys y que del parking salió un coche de color blanco.
El agente observó, «de forma clara y sin duda alguna, cómo el señor Jordi Turull con una gorra oscura de béisbol en la cabeza salía del interior del vallado a través del paso habilitado por las personas anteriores» y también observó cómo «Puigdemont se colocaba una gorra igual a la del señor Turull y salía del interior del vallado, introduciéndose en el asiento posterior izquierdo del vehículo».
Fallo en la comunicación
El agente, señala el informe, «no logró acceder al canal, ya que en ese momento se estaban retransmitiendo diferentes comunicaciones por parte de otros efectivos policiales», por lo que decidió llamar por teléfono a su superior.
El mosso empezó entonces a correr tras el vehículo en el que iba el ex presidente catalán, que perdió de vista en un cambio de semáforo.
Durante la persecución, el agente trasladó a su superior que era un Peugeot, en vez de un Honda, y aportó dos matrículas al no poder apreciar uno de los números de la placa con claridad. El informe atribuye esa confusión a «la tensión del momento y por el hecho de que el agente se encontraba corriendo tras el vehículo».
Los Mossos atribuyen la fuga de Puigdemont a «una situación de confusión, incertidumbre y alto tráfico en las comunicaciones».