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Moncloa y Ferraz desoyen los consejos para desistir de la investidura tras las condiciones de Puigdemont

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Joan Guirado

En Moncloa y en Ferraz, este martes, escuchaban con mucha atención las palabras que Carles Puigdemont pronunciaba desde Bruselas. Había mucho interés en saber qué condiciones planteaba el fundador de Junts per Catalunya a cambio de negociar la investidura de Pedro Sánchez antes del 26 de noviembre. Y lejos del miedo que se había instaurado en el equipo del presidente del Gobierno en funciones, ante un Puigdemont que siempre ha rechazado cualquier tipo de acuerdo, sus planteamientos calmaron los ánimos. «La música suena bien», reconocían en el entorno de Sánchez, una vez ya asumida la amnistía como prácticamente propia y que de una forma u otra tendrán que buscar encaje a su demanda de autodeterminación. Aunque esto no será tan fácil y habrá que lidiar con las críticas internas de algunos históricos como Felipe González o Jordi Sevilla que ya han expresado su deseo de ir a elecciones antes de ceder al chantaje de Puigdemont.

En los núcleos de poder del PSOE ven hoy más cerca que ayer por la mañana la investidura de Pedro Sánchez con mayoría absoluta. «Si no hay condiciones ocultas, esto lo podremos asumir», esgrimían en el palacio presidencial horas después del discurso de Puigdemont. «No dejan de ser posiciones de máximos de cara a su electorado que ahora se irán puliendo durante la negociación», señalaban. Excepto lo de la autodeterminación, que sigue siendo una línea roja a día de hoy para los socialistas, el resto de demandas planteadas serán atendidas en mayor o menor medida. «Ahora hay que trabajar sobre ello», apuntaban, «sin tiempo que perder una vez resulte fallida la investidura del candidato del PP».

Este lunes, en un desayuno informativo celebrado en Madrid, el secretario general del PSOE Pedro Sánchez aseguraba que «el acuerdo se puede, se debe y se va a alcanzar». Es la idea que se ha asentado en la dirección socialista, más aún tras escuchar a Puigdemont. Lo que ya empiezan a asumir es que «no va a poder ser tan rápido como esperábamos». En los últimos días Moncloa había ido filtrando su deseo de que Sánchez resultase investido a lo largo de la segunda quincena del mes de octubre. Algo prácticamente imposible teniendo en cuenta que Junts quiere que la ley de amnistía esté aprobada y sea efectiva antes de ceder sus votos al actual presidente del Gobierno en funciones para que salga reelegido. Los separatistas aprovecharán su posición de fuerza para manejar el calendario a su antojo.

Críticas

Mientras en los lugares en los que reside el poder orgánico del PSOE hay más optimismo del que había hace tan sólo unos días, de cara a lograr la investidura de Sánchez, entre las bases del PSOE también crecen y afloran las críticas de los que no quieren gobernar a cualquier precio. Este martes el ex presidente del Gobierno, Felipe González, fue el primero en avisar que «en el marco de la Constitución no cabe ni la amnistía ni la autodeterminación». Para el ex dirigente socialista, conceder esta amnistía a los encausados por el 1-O sería como decir que hicieron «lo correcto» y que no cometieron «ningún delito y ni una falta siquiera». El que fuera presidente del Gobierno también ha pedido a Pedro Sánchez que defienda la Constitución frente a los partidos separatistas con los que quiere pactar.

Otro socialista histórico, el ex ministro Jordi Sevilla, se ha pronunciado a través de la red social X al rato de finalizar la intervención de Puigdemont desde Bruselas. «Oído Puigdemont, pido elecciones», expresó en un post muy compartido por los internautas. Una opinión, sin embargo, que como mínimo públicamente no cuenta con muchos apoyos dentro de su formación política. A día de hoy son mayoría los que aplauden la estrategia negociadora de Sánchez con los separatistas, frente a los que no quieren ningún tipo de trato con los golpistas que pueda dejar sin efectos jurídicos el golpe ocurrido en Cataluña durante el año 2017.

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