Las mafias cobran a los inmigrantes entre 2.500 y 5.000 euros de Mauritania a Canarias
Recorrer por mar en un cayuco los 800 kilómetros que separan la costa de Mauritania de las playas de Canarias le cuesta a cada inmigrante entre 2.500 y 5.000 euros. Ese es el precio que la Policía española sabe que les cobran las mafias a los miles de sin papeles que desde el pasado septiembre se han lanzado a las aguas en busca de suelo español. Un negocio que otorga a quienes se dedican a ello beneficios de más de 200.000 euros por viaje.
Llegar hasta Canarias no es fácil, ni está exento de riesgos, ni mucho menos sale gratis. En Mauritania, el punto de partida de estos viajes, la renta per cápita según la OCDE -datos de 2018- ascendió a 1.007 euros. Es decir, el coste de un viaje que termine en el abarrotado muelle de Arguineguín (Gran Canaria) supone en ese país africano las ganancias íntegras de un ciudadano a lo largo de entre 3 y 5 años.
Los inmigrantes que lo pagan ni siquiera se aseguran llegar a tierra firme. Ni tampoco hacerlo con vida, como el medio centenar que la perdieron el pasado mes de octubre en su travesía. El precio depende de varios detalles, especificados en las ‘ofertas’ que las mafias presentan a los inmigrantes que acuden a los puertos mauritanos, principalmente el de Naudibú, en busca de una plaza en los abarrotados taxis ilegales que parten hacia la costa canaria. En su labor de captación de ‘clientes’, tal y como ha sabido OKDIARIO, los ‘comerciales’ utilizan como gancho imágenes de inmigrantes viviendo en «hoteles de lujo» de la costa canaria.
Las ‘tarifas’ del tráfico humano
En primer lugar, el precio del viaje depende del número de personas que vayan a bordo. Esos cayucos suelen ser humildes y rudimentarios barcos de pesca obsoletos que los pescadores locales venden a las mafias por unos pocos miles de euros. Si son de color azul con laterales blancos, tal y como han identificado los agentes españoles enviados a la zona, son embarcaciones de pesca artesanal dedicadas a la captura del pulpo reconvertidas al tráfico de inmigrantes. Las más coloridas indican que han sido adquiridas a pequeños empresarios turísticos de Gambia o Senegal, que las utilizan para dar paseos a los turistas. Tienen algo en común: en estos cayucos pueden llegar a viajar hasta 50 personas. Muy hacinadas. La lógica del mercado de las mafias dicta que a más personas, menos coste. Para ir más holgado hay que pagar un extra.
Otro de los detalles que tienen en cuenta los traficantes de personas a la hora de tarifar estos viajes es el uso de barcos ‘nodriza’. Grandes buques mercantes que sin escrúpulos se prestan a las mafias para hacer de remolcadores de pateras durante buena parte del trayecto. La más complicada, la que transcurre por aguas oceánicas bravas y que con los vientos del otoño puede resultar letal para los ocupantes de la embarcación.
Los cayucos son incapaces, técnicamente, de recorrer esos 800 kilómetros de costa a costa, por lo que el uso de las ‘nodrizas’ se hace indispensable para realizar la travesía. Si la ‘nodriza’ acerca el cayuco de unas pocas millas de la costa Mauritana hasta el borde de las aguas internacionales con las propias de España, el riesgo de naufragio se reduce. Si las millas recorridas son menos, hay que fiarlo todo a la violencia de las mareas y los vientos. La seguridad -y en este caso muy posiblemente la vida- también se paga como extra.
Hasta 200.000 € por cayuco
En total, los inmigrantes -la mayoría magrebíes- afrontan pagos de entre 2.500 y 5.000 euros a estas mafias por estos viajes. Descontando la compra del cayuco, los gastos operativos de gasolina, las ‘mordidas’ a los capitanes y armadores de los buques ‘nodriza’ y algún que otro gasto más, las ganancias por trayecto para estas mafias van desde los 50.000 hasta los 200.000 euros según fuentes policiales consultadas por OKDIARIO.
Las mafias cuentan además con la labor de los servicios de rescate españoles, cuyo objetivo es evitar cualquier muerte en el mar. Los miembros de Salvamento Marítimo se dejan la piel a diario a cientos de kilómetros de la costa para recoger a las pateras que los traficantes abandonan a su suerte en el umbral de las aguas españolas, con el combustible justo para quedar a la deriva a la espera de ser recogidos. En el mejor de los casos, cuentan con gasolina suficiente como para llegar hasta la costa.
Mientras, a los inmigrantes, tras el trayecto hasta Canarias, les esperan unos días hacinados en Arguineguín o en el antiguo polvorín militar de Barranco Seco. Y después de eso, un vuelo en low cost a la Península y a continuar con la ‘aventura’. Hasta 400 inmigrantes han sido retenidos en la Comunidad Valenciana este pasado puente de la Inmaculada procedentes, sin control, de Canarias. En el grupo, al menos dos han dado positivo por coronavirus.