Una jugarreta del ‘feminista’ Maraña a Carmina Ordoñez le costó 30.000 euros a ‘Interviú’
En junio de 2002 la revista Interviú, bajo la dirección del feminista Jesús Maraña, publicó en su número 1363 un reportaje fotográfico en el que se podía ver a Carmina Ordóñez haciendo topless en Tánger. Era un robado en toda regla, propio de la factoría Interviú, pero esta vez la jugarreta a Maraña no le saldría gratis, porque las fotos se habían hecho en la piscina de un hotel, un lugar privado y no público como una playa, y eso fue determinante para argumentar la durísima condena que recibió la revista en 2009, cinco años después del fallecimiento de la ex mujer del torero Paquirri.
Las imágenes mostraban «a una Carmina sonriente y relajada, recuperada ya de su desvanecimiento en El Rocío». «Los disgustos han protagonizado los últimos meses de su vida -decía el cronista- y ya era hora de alternarlos con alguna alegría: su demanda de malos tratos contra Ernesto Neyra, la separación de su hijo Francisco y Eugenia Martínez de Irujo, su internamiento en una clínica, su reconocida adicción a los somníferos… Malos tiempos para una de las indiscutibles reinas del cuore nacional», narraba la crónica escrita bajo el pseudónimo de Pedro Pals.
La hija de Antonio Ordóñez aparecía con Paco Pablo Peralta, empresario «que lo mismo se dedica a la distribución de vinos que a dar masajes en la cansada espalda de su megafamosa acompañante», decía en tono jocoso la revista. La sonrisa se les iba a borrar muy pronto. Carmina interpuso una demanda a Interviú y a su editora, Ediciones Zeta, en la que reclamaba una indemnización de 60.000 euros por haber publicado aquellas fotografías.
Los magistrados de la Sala de lo Civil del Alto Tribunal, presididos por el juez Juan Antonio Xiol, consideraron que esas fotografías vulneraron el derecho a la propia imagen de Carmina Ordóñez al haber sido tomadas cuando esta se encontraba en un lugar privado como es la piscina de un hotel. «La persona de notoriedad o proyección pública no tiene que soportar la captación, reproducción o publicación de su imagen en la piscina de un hotel, como tampoco si se encuentra en su habitación en los pasillos o en los salones, el bar o el comedor», explicaba la sentencia.
Sorprende que uno de los argumentos que esgrimió Interviú fuera que las fotografías en topless de Ordóñez eran inocentes porque mostraban «el buen estado físico y anímico de la demandante», lo que a su entender constituía «un hecho de interés social e informativo». Es decir, que no sólo no estaban denigrando a Carmina sino que además le hacían un favor.
En 2009, el Tribunal Supremo condenó a Interviú y a Ediciones Zeta a pagar 30.000 euros a los herederos de Carmina Ordóñez. Otro varapalo judicial al feminista Maraña por mostrar a famosas desnudas sin su consentimiento.
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