CANDIDATO A DECANO DEL ILUSTRE COLEGIO DE ABOGADOS DE MADRID

José María Alonso: «Que el Colegio de Abogados no esté en el debate constitucional es increíble»

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Se puede decir sin riesgo a exagerar que José María Alonso lo ha conseguido todo en el mundo de la abogacía. Ha sido el único español que ha logrado estar al frente de uno de los grandes despachos nacionales, Garrigues, para posteriormente dirigir la oficina española del estadounidense Baker McKenzie. Ahora, ha decidido dar un giro a su trayectoria profesional y optar al decanato del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Mañana, unos 77.000 colegiados están llamados a participar en la votación que elegirá al nuevo decano. Será el punto final de una campaña dura en la que no han faltado las acusaciones de malversación, manipulación del voto por correo, falta de imparcialidad y una larga lista de agravios que no han contribuido en este tiempo a prestigiar a la institución. Alonso recibe a OKDIARIO a pocas horas de medir sus fuerzas frente a las otras cuatro candidaturas.

P- José María Alonso ha tenido una larga y exitosa trayectoria profesional y, en este sentido, la primera pregunta es obligada, ¿por qué lanzarse a la carrera por el decanato del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid?

R- Por varios motivos. Primero, porque siempre he creído que determinadas personas de la sociedad civil que han tenido una larga carrera profesional y han tenido éxito, tienen una obligación moral de servicio a su profesión y a su país. Eso que es tan habitual en países como Estados Unidos, en la cultura anglosajona, aquí no es tan habitual. Probablemente porque he estado imbuido de cultura anglosajona desde que empecé en Garrigues en el año 81, me ha parecido que llega un momento en la vida en la que alguien que ha conseguido una determinada posición y su vida relativamente resuelta tiene que hacer algo por la sociedad civil. Y, en segundo lugar, también tengo la obligación moral de, reconociendo que he sido un privilegiado, devolver a mi profesión buena parte de lo que mi profesión me ha dado.

P- Pero, supongo, que también ha dado ese paso porque considera que la gestión del Colegio de Abogados hasta la fecha es mejorable…

R- Es sustancialmente mejorable. De no ser así, no me presentaría. Si yo viera que el Colegio representa a los abogados en todas las instituciones, que es una institución potente y acorde con el hecho de que tenga 77.000 colegiados, que funciona de una manera eficaz, que atiende a los jóvenes y que es útil, no me hubiera presentado. En ese caso, diría que la institución en la que estoy es una gran institución, pero es que es una institución absolutamente mediocre. Y, como es una institución absolutamente mediocre en la que los abogados pintamos poco en todas las instituciones y en la sociedad civil, me ha parecido que era necesario elevar ese nivel de manera sustancial.

P- Fíjese que es un colegio profesional que, teniendo en cuenta el número de colegiados, es el más importante de Europa. Y, sin embargo, en los muchos debates de carácter legal que se están planteando (como la reforma constitucional o el tema catalán), los abogados están desaparecidos. ¿Cómo puede lograr usted invertir eso?

R- Se ha ido poco a poco perdiendo nuestro nivel de presencia hasta convertirnos en inexistentes. Que, por ejemplo, el Colegio de Abogados de Madrid no esté involucrado, junto con el Consejo General de la Abogacía española, en algo tan debatido como la reforma constitucional me parece increíble. Además, es cierto que hay abogados que lo están pasando muy mal, pero hay abogados que están en posiciones absolutamente relevantes. El 60% de los parlamentarios de este país son abogados y el Colegio de Abogados está fuera por completo del gran debate que en este momento tenemos que es un debate esencialmente jurídico. El Colegio está desaparecido, pero está desaparecido en eso y está desaparecido en cualquier cambio normativo que se está produciendo en España. Yo eso no le puedo aceptar porque me parece absolutamente inconcebible.

P- Dígame cuál sería la primera medida que está dispuesto a tomar.

R- La primera es nombrar al Defensor del Abogado. Esta figura tiene que ser una persona física para que defienda a los abogados en sus relaciones con la administración pública, en los juzgados donde se están produciendo situaciones de desconsideración y de maltrato. Esa sería la primera. Y, segundo -y, probablemente, le llamará la atención-, llamaría a la decana de Barcelona y le propondría ir a verla para decirle que qué puedo hacer como decano del Colegio de Abogados de Madrid para que en Barcelona se den cuenta de que juntos estamos mejor. Intentar ver qué puede hacer la abogacía madrileña en consonancia con la abogacía catalana para intentar darnos cuenta del poder que tenemos juntos.

P- Dicen sus críticos que usted representa a los grandes despachos, al lobby del poder. Yo tengo a ese respecto dos preguntas: ¿Es cierto?, ¿por qué es malo estar vinculado a un gran despacho?

R- Mi candidatura es muy plural: hay despachos grandes, medianos y pequeños; hay turno de oficio; jóvenes; abogados de empresa; abogados de consumo, etc. En mi candidatura hay, además, cuatro representantes de despachos grandes (de 14). Los grandes despachos lo que pueden hacer es aportar al Colegio su experiencia, sus mejores prácticas, sus sistemas de gestión, sus sistemas tecnológicos, los profesores, etc. Yo le puedo asegurar que en la agenda de ningún director de ninguno de los grandes despachos está el tomar el poder del Colegio de Abogados de Madrid, en ninguno. Tienen cosas más relevantes para ellos que eso.

Yo lo que quiero es que esos grandes despachos se den cuenta de que el Colegio importa y puede hacer cosas para ellos. Y, también, que contribuyan a ayudar a todos esos abogados que están montando sus nuevos despachos o que no están en esos despachos, que ayuden y que sus mecanismos de responsabilidad social corporativa los pongan en beneficio del Colegio.  Yo creo que es bueno. Si yo he dirigido dos firmas y, con la ayuda de mis socios, he conseguido que esas firmas fueran cada año mejor, facturaran más, tuvieran más clientes, estuvieran más especializadas y, en definitiva, hicieran las cosas con excelencia, ¿cómo va a ser malo que esas prácticas se apliquen a una institución como es el Colegio de Abogados? Yo no quiero dirigir el Colegio como si fuera un gran despacho, quiero aplicar prácticas de éxito a esa institución.

P- La crisis nos ha golpeado a todos, también a la abogacía que se ha precarizado. ¿Rebajaría las cuotas?

R- Tengo que verlo, yo no puedo hacer promesas electoralistas o populistas. Desde luego, no las voy a subir. Lo que voy a hacer es, en aquellas situaciones que, por razón de necesidad, alguien no pueda colegiarse porque no pueda pagar la cuota, lograr que el Colegio se la subvencione. Por tanto, voy a intentar dar becas y subvenciones, llegar a acuerdos con entidades financieras para créditos blandos y, por supuesto, si es posible porque la situación financiera del colegio lo permite, intentar bajar las cuotas. Empezaría, probablemente, por lo no ejercientes que están pagando unas cuotas cuando utilizan los servicios del colegio de una forma más reducida que los ejercientes, también con los más jóvenes y, por supuesto, con los más desfavorecidos.

P- Usted también ha hablado de favorecer a los letrados más desamparados, ¿a quiénes se refiere?

R- En este momento, podríamos identificarlos en dos grandes grupos. En primer lugar, los jóvenes, que terminan la carrera y no encuentran un puesto de trabajo en una empresa o un despacho, y que se tienen que establecer por su cuenta sin los recursos, la formación, los criterios de cómo organizarse y que están totalmente perdidos. Hay algunos que no pueden pagar la cuota e, incluso, hay otros que te piden que por favor les habilites una zona en el Colegio para que se puedan reunir con sus clientes porque no tienen sitio físico para hacerlo. En esa situación hay miles de abogados. Quien se piense que terminas la carrera de Derecho, pones una placa en la puerta y te empiezan a entrar los clientes, está profundamente equivocado. Hay mucha precariedad. Y, en segundo lugar, hay abogados mayores o a los que no les ha ido bien el desarrollo profesional, y a los que también habrá que ayudar.

P- Usted ha dicho que no va a privatizar, que va a socializar los servicios que presta el Colegio. Explíquemelo.

R- Me he referido en concreto al Centro de Estudios. Éste es uno de los departamentos más importantes del Colegio de Abogados de Madrid donde se realizan programas de formación. Lo que yo pretendo es que esos programas de formación tengan los mejores profesores, los mejores programas y que tengan una especial atención a la formación continua de los abogados del turno de oficio. En absoluto lo voy a privatizar, en absoluto. El Centro de Estudios va a seguir siendo titularidad del Colegio de Abogados y lo que intentaré es que grandes empresas, grandes firmas, me proporcionen muy buenos profesionales para que den clases en el Centro con el nivel de excelencia que ellos tienen y, si es posible, de forma altruista. Por eso hablo de socializar la excelencia.  Si firmas como la mía tiene presupuestos para responsabilidad social corporativa, presupuestos para trabajos Pro Bono, qué mejor aplicación de esos presupuestos para el propio Colegio y para tus compañeros.

P- En España hay una sensación de que la Justicia es lenta, es cara y está politizada. ¿Cuál es su opinión?

R- Yo creo que la Justicia es lenta. No creo, sinceramente, que la Justicia esté politizada. Se puede decir que está politizado el Consejo General del Poder Judicial donde son los partidos políticos los que determinan los miembros del Consejo, pero los jueces en su inmensa mayoría no están politizados. Creo que son honestos y no están politizados. Lo que pasa es que la Justicia es tremendamente lenta y, como dice una máxima, una Justicia lenta no es justicia. El ciudadano no encuentra una respuesta adecuada en los tiempos en los que debería.

Y luego creo que hay cierta discrepancia en cómo funcionan unos jueces y cómo funcionan otros. Hay jueces que hacen una gran labor y otros que hacen una peor labor como sucede en otras profesiones. Creo que el Colegio tienen que llamar la atención a aquellos jueces que no están haciendo la labor que deberían en términos de velocidad, de tiempo y de calidad, pero también debe agradecerles a todos aquellos, que son muchos, que lo están haciendo bien. El decano en persona tiene que tomar una posición en ese sentido. Y, luego, en Madrid, también hay una situación que es absolutamente lamentable que es la dispersión de las sedes judiciales. Un abogado que tenga dos juicios echa la mañana o el día entero yendo de un sitio para otro.

P- Lo de la Ciudad de la Justicia no salió bien.

R- La Ciudad de la Justicia, que estaba muy bien pensando desde el punto de vista de la unificación de todas las sedes, se les fue de la mano a la hora de convertirlo en un monumento a la Justicia con unos presupuestos carísimos. Yo creo que pueden buscarse sedes mucho más baratas donde se pongan a todos los juzgados juntos. Estoy convencido de que, si están todos juntos, surgirán muchas sinergias y se mejorará claramente el funcionamiento. Y, en cuanto al coste, yo creo que se han reducido, se han eliminando las tasas para los particulares. Yo creo que hay que eliminar las tasas para las pymes y dejarlas para empresas a partir de un determinado volumen de facturación. Luego, también, los honorarios de los abogados están sometidos a la libre competencia, hay una competencia tremenda y, por tanto, se han abaratado muchísimo.

P- Bueno, menos de 24 horas para las elecciones, yo le deseo toda la suerte del mundo. Muy importante es el voto útil cuando hay una candidatura del cambio fuerte como la suya.

R- Espero que los colegiados y colegiadas vayan a votar, no puede ser que vaya a votar un 10% del censo. Luego, no podemos pretender tener un Colegio potente si manifestamos ese desapego. Y, segundo, yo creo que esta candidatura, con todo el respeto a las demás, es la más plural, la que presenta a candidatos con una mayor trayectoria, con una trayectoria impecable, que vamos allí no para servirnos del Colegio sino para servir al Colegio. Ya hemos hecho toda nuestra carrera profesional y, por tanto, nuestro objetivo único y primordial es mejorar el Colegio. No es un signo del que debamos estar orgullosos el hecho de ser el Colegio profesional más grande si no somos el mejor.

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