Acercamientos de etarras

Interior acerca al País Vasco al etarra que intentó una masacre en un tren meses antes del 11-M

Marlaska etarra
Gorka Lorán, a la derecha, y Garikoitz Arruarte, los dos etarras que trataron de ejecutar una masacre en el AVE en la Navidad de 2003.
Pelayo Barro

El Ministerio del Interior, entre sus últimos acercamientos de presos etarras, ha ejecutado hace unos días el traslado de Gorka Lorán desde la cárcel de Algeciras a la de Dueñas (Palencia). Novecientos kilómetros más cerca de su pueblo. Lorán cumple una condena de 20 años de prisión por una campaña de sabotaje y atentados fallidos contra la infraestructura ferroviaria en las navidades de 2003. Fue el responsable de colocar dos maletas-bomba en un tren que salía en Nochebuena de Irún (Guipúzcoa) rumbo a la estación de Chamartín (Madrid). Pocos meses más tarde se registrarían los atentados en trenes del 11-M en la capital.

Lorán lleva en prisión desde su detención, el 29 de diciembre de 2003. Fue apresado pocas horas después de su intento de atentar con explosivos contra un tren cargado de pasajeros con destino a Madrid y con salida del País Vasco a primera hora de la mañana del día de Nochebuena. El plan consistía en colar a bordo del convoy dos maletas cargadas con alrededor de 25 kilogramos de titadine cada una y hacerlas estallar minutos después de su llegada a Madrid. Y parcialmente lo consiguieron.

El compinche de Lorán, Garikoitz Arruarte (también preso actualmente), fue detectado por la Policía Nacional en la estación antes de embarcar con una de las maletas cargadas de explosivos. Llevaba gafas y peluca pero no fue suficiente para evitar ser descubierto. El tren, sin embargo, partió con una de las maletas a bordo que había conseguido colar Lorán, ahora acercado a menos de 300 kilómetros del País Vasco.

Las Fuerzas de Seguridad, al sospechar que en el tren que había partido de Irún podría ir algún artefacto explosivo más, dieron orden de detenerlo en Burgos. Allí, los vagones fueron desalojados y los TEDAX procedieron a la inspección, localizando la otra maleta-bomba. Fue desactivada. Lorán, que tras colar el explosivo en el Intercity Irún-Madrid había huido a un piso franco en Hernani (Guipúzcoa), fue detenido en una redada de la Guardia Civil ese mismo día.

Durante el juicio a los dos etarras se comprobó que el sistema de aviso que habían diseñado los terroristas no hubiese funcionado. De haber acumulado algún retraso el convoy y haber llegado más tarde de su hora, las bombas podrían haber estallado con el tren cargado de pasajeros provocando una masacre en Nochebuena. Unos días antes, tanto él como su principal cómplice habían colocado explosivos en una vía del AVE a la altura de Zaragoza.

Aquella fue una de las campañas navideñas de ETA más recordadas, ya que el intento de atentado se produjo sólo unos meses antes del 11-M, cuando diez bombas hicieron explosión en trenes de cercanías de Madrid. Fue precisamente el intento de atentado en Chamartín de esa Nochebuena el que dirigió todas las miradas hacia la banda terrorista vasca, aunque finalmente  se demostró la autoría e inspiración yihadista.

El 74% de los etarras, libres

El 20 de octubre de 2011, ETA anunció el «cese definitivo» de su «actividad armada». Los terroristas no volvieron a matar a partir de esa fecha. En aquel momento había un total de 699 presos de ETA cumpliendo condena de prisión. Hoy, casi nueve años más tarde, el 74% de ellos están en libertad. Hoy, con EH Bildu más fortalecida que nunca gracias a la aritmética que necesita el PSOE en las Cortes, tan sólo quedan alrededor de 180 presos etarras en las cárceles.

De cada 10 etarras que había en la cárcel el día en que ETA aún no había dejado de matar, casi 8 de ellos están libres hoy en día. La población reclusa de ETA ha entrado en peligro de extinción.

Partiendo de aquellos casi 700 etarras presos en 2011, contando las cárceles de España y Francia (559 y 140 respectivamente), el goteo de puestas en libertad y cumplimientos de condena ha sido incesante. Los registros de Etxerat, la plataforma que aglutina al colectivo de presos etarras y a sus familias, comenzó a contabilizar anualmente las salidas de prisión en 2014. Aquel año finalizó con 465 etarras presos.

En 2015, la cifra se redujo a 403. En 2016, a 348. En 2017, a 298. En 2018, a 264. En 2019, a 246. En este 2020, el número actual de presos etarras, tal y como confirman fuentes de Instituciones Penitenciarias a OKDIARIO, ronda los 180. En total son más de 500 los condenados por terrorismo los que han dejado la cárcel.

El ritmo de excarcelaciones se ha acelerado durante este año. Especialmente desde esta primavera, coincidiendo con el estado de alarma y la crisis del coronavirus. Desde el pasado mes de junio han quedado en libertad un total de 13 presos de ETA.

Acercamientos de récord

Las excarcelaciones de etarras corresponden a la Justicia, pero no así los acercamientos, que son asunto de la Secretaría de Estado de Instituciones Penitenciarias. Y por tanto, del Gobierno. El Ejecutivo de Pedro Sánchez, desde que llegó al poder en junio de 2018, ha acercado a cerca de 80 presos de ETA a cárceles del País Vasco o más próximas a este.

El ritmo de acercamientos comenzó a aumentar la pasada primavera, coincidiendo con el momento en que EH Bildu negociaba con el PSOE prórrogas al estado de alarma. La pasada semana se producía un pico de acercamientos, con el traslado de un total de 6 presos de ETA. Coincide, en este caso, con la negociación de los Presupuestos Generales del Estado. Un proyecto para el que Sánchez necesita, al menos, la abstención de los proetarras.

 

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