Independentismo catalán

La foto con Sánchez que arruinó la vida de un policía herido en Barcelona tras la sentencia del 1-O

Un agente de la UIP fue fotografiado mientras le visitaba el presidente del Gobierno, Moncloa no protegió su identidad y los violentos le han hecho la vida imposible

Acaba de ser propuesto pàra jubilación por “enfermedad común” sólo una semana después de que le ocurriera lo mismo a otro compañero

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Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

En octubre de 2019 la vida de un agente antidisturbios, a quien vamos a llamar Luis, empezó a irse al traste, no sólo porque incluso sin saberlo se estaba acercando el final de su carrera profesional como agente del Cuerpo Nacional de Policía, sino porque su vida personal en Barcelona, tal y como él la conocía, estaba a punto de desaparecer. Una fotografía con el presidente del Gobierno y el ministro del Interior tras los disturbios provocados por los CDR tras la sentencia del 1-O lo puso en el punto de mira de los violentos.

Ante el más que previsible malestar que podía generar entre el sector independentista una sentencia condenatoria tras el juicio a los políticos independentistas que promovieron el referéndum ilegal de independencia, el Ministerio del Interior decidió blindar la ciudad de Barcelona con cientos de policías antidisturbios para apoyar a los Mossos.

La violencia ejercida aquellos días sobre los policías de las UIP fue tal que se contaron por decenas los agentes heridos, de diferente consideración, y entre éstos hubo más de uno que pudo dejarse incluso la vida en las calles de Barcelona. Eso bien lo saben Iván y Ángel, dos agentes gallegos. El primero se jubiló hace unos meses después de recuperarse de un golpe que le aplastó las vértebras y lo llevó hasta el hospital entre convulsiones mientras le sangraban los oídos.

Ángel fue el agente que se jubiló la semana pasada entre los aplausos de sus compañeros y a quien, a diferencia de Iván, no se le reconocieron sus secuelas como causa de una jubilación por heridas sufridas en acto de servicio, con la consecuente pérdida económica en su pensión.

Y hace sólo unas horas acaba de ser propuesto para jubilarse de manera anticipadísima otro agente de apenas 45 años, Luis. Sin embargo, el caso de este policía es especialmente sangrante. A diferencia de los policías gallegos, Luis ejercía su profesión en la ciudad en la que vivía. El policía pertenecía a la Segunda Unidad de Intervención Policial de Barcelona, con indicativo ‘Jaguar’.

Como todos sus compañeros Luis estuvo en primera línea enfrentándose a los violentos y tratando de repeler con la fuerza mínima indispensable los continuos ataques de los violentos, quienes se emplearon a fondo contra “las fuerzas de ocupación”, según la jerga separatista, con piedras, rodamientos, artefactos incendiarios y todo lo que pudiera lesionar a un policía.

Luis recibió un fortísimo golpe en la cabeza que llegó a agrietar el Kevlar de su casco técnico. Sus propios compañeros asistieron estupefactos a cómo el agente caía redondo y ellos mismos tenían que evacuarlo en lo que parecía una auténtica zona de guerra. El paso del tiempo dio la razón a la preocupación de su grupo operativo: Luis acabaría perdiendo visión de un ojo como consecuencia de aquel golpe. Pero seguro que él habría firmado que aquella fuera la única secuela que le dejara aquel día.

Acosado en su propia casa

Mientras éste policía y el resto de sus compañeros estaban en el hospital horas después de haber sido brutalmente agredidos, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro del Interior, Fernando Grande – Marlaska, acudieron a visitarlos. Siete de ellos se llevaron medallas al mérito policial con distintivo rojo, pero sólo una de esas visitas fue inmortalizada en foto y en vídeo. La de Luis, el policía antidisturbios que vivía en Barcelona. Aquella noche los servicios de comunicación de Moncloa distribuyeron a todos los medios de comunicación las imágenes con las que se abrirían informativos de televisión y portadas de periódicos.

Los servicios de comunicación del presidente no tuvieron el detalle de ocultar la identidad del agente y desde aquel día Luis quedó retratado.

Ser Policía Nacional en Cataluña no es fácil. Ser un antidisturbios que controla a las masas el día de la sentencia que condena a los políticos separatistas, y que además te graben recibiendo las felicitaciones del presidente del Estado «opresor» y del ministro de las «fuerzas de ocupación», convierte tu existencia en algo insoportable.

Luis, padre de dos hijas, fue colocado en el objetivo del independentismo más radical y violento que lo consideraba a partir de ese momento además de un enemigo un traidor. Tuvo que malvender su casa, sacar a sus hijas, menores de edad, del colegio en el que estaban matriculadas y buscar un piso lejos de cualquiera que lo pudiera identificar. Eso le sumió a él, y a su mujer, en un profundo estrés postraumático del que aún hoy todavía se está tratando con psicólogos.

Este agente se acaba de enterar de su propuesta de jubilación hace unas horas. Sus superiores le han firmado una futura baja definitiva por “enfermedad común”. Ni la pérdida de visión ni la depresión en la que vive sumido quedan reflejadas como consecuencias de un acto de servicio. Eso sí, le queda la foto con Sánchez y Marlaska.

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