¿Cómo se puede ir a ver al Rey con estas pintas?
El trasfondo de la vestimenta con la que unos y otras representantes de la nueva política han visitado a Felipe VI estos días en Zarzuela no es gratuito. La nueva política se hace de símbolos, refranes y eslóganes. Y todos los gestos tienen un sentido. El de ir a ver al Rey con estas pintas intolerables es, sin duda, un desprecio.
Desde la la tarde del lunes hasta el aperitivo del martes, don Felipe, de riguroso traje, se ha despachado con la camisa de mercadillo, las americanas de saldo, las botas del trekking proletario, los vaqueros gastadosy los zapatones pancarteros del nacionalismo popular… Que se entere el rey –»¡Uy! ¿He dicho rey?», dijo Garzón, el del «ciudadano Borbón»– de lo que es España.
Ha tenido que respirar aliviado Felipe VI en la merienda de este martes, ofreciendo café con pastas después de la siesta a Pedro Sánchez, a Mariano Rajoy y, finalmente, a Patxi López. Como ellos, Rivera y Homs han sido los únicos institucionales y respetuosos: que si la política, nueva o vieja, se compone de símbolos y te convoca el jefe del Estado, al acudir a la llamada, donde fueres haz lo que vieres.
Lo que ha pasado estos días por Zarzuela habría sido inimaginable antes de las mareas de populismo que han llenado las calles del país durante la última legislatura. Curiosamente, no fue cuando la crisis arreciaba, sino cuando ésta empezaba a remitir y lo más duro de las políticas de Rajoy a dar sus frutos, que germinaron políticos de zapatones y jersey ante el Rey.
Pablo Iglesias ha estrechado la mano del Jefe del Estado en la mañana de este martes muy sonriente y digno, llevando sobre sí la responsabilidad de más de cinco millones de votos y representando a todos esos ciudadanos y a sus familias en casa del Monarca. No es sólo la pose del secretario general de Podemos, de natural desafiante, es el mensaje que manda con su vestir. Ya lo dijo él mismo en la ceremonia de los Goya, vestido de esmoquin: «He querido tener un detalle de respeto con el cine español». Bien sabe Iglesias lo que quiere decir cuando lo dice. Y cuando abre su armario. Y cuando levanta el puño.
Pero no ha sido el único. Alberto Garzón guardaba este lunes su millón de votos en el bolsillo interior de una americana de sport. Sabe el líder de Izquierda Unida depositario del «socialismo real», aunque ahora lo llaman «mayorías populares». Y esa transmutación de los conceptos en palabras nuevas la sabe llevar el número uno de IU (a saber qué número le dan en la tómbola de la confluencia morada) al vestir. Compensemos la americana para las fotos horizontales con unas buenas botas de trekking anaranjadas para las verticales. Que se pueda ver que no claudicamos, mientras el Rey no deja de sonreír, que es su trabajo.
Felipe VI ha ejercido de rey de todos los españoles sonriendo por igual a quien fuera encorbatado o escotado, como Xavier Domènech. El líder de En Comú Podem mostraba en Zarzuela su despecho autodeterminista olvidando al desnudo varios botones de su camisa e inscribiendo su afable rostro en un terno de vaquero y lino, más de vermú en la barra que de azucarillos con pinzas. Y por calzado, unas deportivas gastadas. Ninguna preocupación por el atuendo para acudir a la audiencia con le Jefe del Estado. O quizá sí…
También ha lidiado estos días el Monarca con la representante de En Marea, la diputada Alexandra Fernández, no mucho mejor peinada que el propio Domènech y optando por desvestir de calcetines el hueco entre sus informales pitillos negros y sus zapatones.
Pero quien sin duda se ha llevado todos los focos este martes ha sido Joan Baldoví, maestro de escuela y de las artes de pedir la vez en el proscenio de la atención mediática. El diputado de Compromís, famoso por sus performances en camiseta en el estrado del Congreso, ha acudido a Zarzuela con un foliete de colores bajo el brazo. Bajo el título rimbombante de Acuerdo del Prado, en él reunía garabateadas 30 ideas de última hora encuadradas bajo un título rimbombante y mentiroso –llamar acuerdo a lo que no has acordado más que contigo mismo es tan práctico como vestir a una mona de seda– y, aunque llevaba camisa blanca de vestir y americana de buen paño, se le adivinaba una medallita en la solapa… era la chapa sonriente del logotipo su partido. Curioso modo de conjurar las elecciones el de hacer campaña electoral gratis a cuenta del presupuesto del Palacio de la Zarzuela.
No es política nueva o vieja, es el juego de los símbolos y las poses. Que ya no es aquello de que del Rey abajo ninguno, que escribió Rojas Zorrilla. Pero que todavía es lo del primus inter pares, pues es el Jefe del estado el que te llama y tú acudes. No hay que hacerle más ceremonias a un Rey constitucional que a los saraos del cine, que le gusta a muchos, pero tampoco menos, que es el rey de todos.