Los feligreses de la parroquia de Sant Jaume de Lérida volvieron a misa con la incertidumbre de no saber si sería el último oficio entre semana al que podrían asistir. El aumento sin límites del precio de la electricidad pone en riesgo las celebraciones religiosas en esta pequeña capilla de un barrio léridano. La última factura de la luz asciende a más de 2.000 euros y el cura Daniel Turmo, que no quiere hablar a cámara por indicación del obispado, se plantea reducir las misas para ahorrar luz.
Esta opción a la mayoría de devotos que acuden al oficio no les hace mucha gracia. En la actualidad tienen actos los domingos y entre semana. Consideran que «no hay derecho que por culpa del precio de la luz» se puedan quedar «sin misa». El religioso recuerda el gasto que se produce con la iluminación y el aire condicionado durante la hora que dura el acto.
Tras pedir colaboración a los feligreses el fin de semana para hacer frente a la factura tan elevada que ha recibido, muy superior a lo que es habitual, los militantes cristianos se muestran dispuestos a ayudar a Daniel Turmo con tal de no quedarse sin oficios o que les corten la luz. Consideran que son «militantes» y tienen que hacerse «cargo de los costes del uso» que le dan. No obstante critican la gestión que el Gobierno está haciendo de la crisis eléctrica y de los efectos que esto produce sobre la economía doméstica.
Aunque de momento lo único que les queda es encomendarse a Dios y a los devotos para poder pagar el recibo antes de que la compañía tome medidas, ya que la iglesia no tiene suficientes fondos para su liquidación. Algunos de los vecinos que acuden semanalmente a misa piensan ya en otras alternativas como el uso de velas o incluso el cierre temporal del templo.