Exhumación de cementerios militares

El Ejército inicia el desmantelamiento de cementerios en los peñones que reclama Marruecos

Cementerios Alhucemas Vélez Gomera
Un Chinook del Ejército aprovisionando los militares de Alhucemas.
Pelayo Barro

El medio centenar de tumbas civiles y militares que aún hay en los cementerios de Alhucemas y Vélez de la Gomera, dos plazas de soberanía española en la costa norte de África que Marruecos reclama como propias, tienen los días contados. Este miércoles el Ejército, con ayuda de una empresa funeraria especializada, inicia las labores de exhumación y traslado de esos restos mortales a Melilla. Unas tareas que deberán realizarse antes de que acabe este 2021 y que suponen un coste de alrededor de 20.000 euros.

Un siglo y medio. Ése es el tiempo que llevan en Alhucemas los restos mortales de los bebés Rafael y Genoveva Santos Martín. Ambos hermanos, de 2 y 3 años de edad, que fallecieron en la ciudad en 1877 y 1880 dejando a sus padres «desconsolados» ante esa tragedia familiar, tal y como quedó grabado en su lápida. Es una más de entre el medio centenar de historias anónimas, casi todas de marinos y militares, que hay tras otros tantos nichos y tumbas en los cementerios de Alhucemas y Vélez de la Gomera. A partir de hoy van a ser trasladados a Melilla. Así lo estipula el contrato firmado con la empresa funeraria el pasado mes de septiembre, que fija en este 20 de octubre la fecha de inicio de las exhumaciones.

La decisión de sacar estas tumbas de los peñones de Alhucemas y Vélez de la Gomera, de la que informó OKDIARIO el pasado mes de julio, provocó una agria polémica. Entre los militares se recordaba que algo similar ocurrió durante los meses previos a la retirada española del Sahara, en 1975, cuando un total de 1.800 tumbas cristianas de españoles fueron trasladadas a Canarias. Fue la antesala de la cesión de esos territorios a Marruecos. Y en el caso actual de ambos peñones, Rabat también reivindica su suelo como propio. A día de hoy sólo están habitados por destacamentos militares -secciones de infantería de unos 25-30 efectivos- que son abastecidos en helicóptero desde Melilla.

La orden de exhumación del pasado mes de julio la firmaba directamente el entonces general del Ejército Francisco Javier Varela Salas, jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), hoy sustituido por el teniente general Amador Enseñat. Sin embargo, las tareas funerarias no se iniciaron de forma inmediata, ya que se abrió un plazo para que las familias de ese medio centenar de finados pudieran reclamar sus restos en el caso de que quisiesen llevárselos a otro emplazamiento familiar. De ser así, el Ejército los exhumaría y correría con los gastos de su traslado a donde sus herederos señalasen. Pero no fue el caso: nadie reclamó a sus antepasados y ahora son asunto castrense.

Traslado en helicóptero

Finalizada esa formalidad, el Ejército inició la formalización documental del contrato con la empresa Servicios Funerarios Casa Calderón S.L. El contrato, firmado el pasado mes de septiembre, estipulaba el día del inicio de las labores y el plazo máximo de ejecución, el 30 de diciembre. Para Nochevieja, el medio centenar de tumbas de Alhucemas y Vélez de la Gomera deberán descansar ya en la parcela militar del Cementerio de la Purísima Concepción en Melilla. Allí, según ha confirmado OKDIARIO de fuentes militares, ya se ha hecho sitio a esos futuros moradores.

«Los restos humanos y los restos cadavéricos serán trasladados en vehículos de transporte facilitados por el órgano proponente debidamente acondicionado». Esos vehículos, confirman fuentes militares, serán helicópteros de transporte de la Comandancia de Melilla.

Prioridad: no cometer fallos

Las instrucciones del mando militar a los operarios de la funeraria son precisos. No se quieren cometer fallos del pasado ni equivocar restos. «Para que no haya ningún error se realizarían las exhumaciones de forma individual, de uno en uno para ir introduciendo los restos en bolsas homologadas biodegradables y se irán identificando con un documento en el interior de la bolsa donde yacen los restos. Acto seguido se identificará dicha bolsa exteriormente con una rotulación y unas notas adhesivas con el nombre del finado», describe taxativamente el documento que describe las labores a realizar. Se contempla incluso la posibilidad de comprobar los datos facilitados con, una vez abierto el nicho, «la documentación que pudieran portar los restos».

La descripción también incluye los métodos y herramientas a utilizar. Todo muy rudimentario. «Dos azadas, dos azadillas, dos palas de punta fina, dos cinceles, dos espuertas y un marro». Guantes y mascarilla. Para los exhumados, un sudario y una bolsa de traslado.

Los peñones no se regalan

El Ejército ha desligado este traslado de tumbas de cualquier condicionante político. «El motivo», asegura la Comandancia de Melilla, «es la necesidad de preservarlos en las mejores condiciones posibles». E inciden en que «los citados cementerios han soportado a lo largo de estos años unas duras condiciones medioambientales y riesgo de derrumbamientos debido a la actividad sísmica en la zona». Pero la sombra de lo ocurrido en el Sáhara sigue rondando sobre Alhucemas y Vélez de la Gomera con las exhumaciones de sus cementerios.

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