El diputado del PP Mario Garcés siguió con la mano en el corazón la lista de víctimas de ETA de Abascal
Garcés ha ocupado el escaño de Pablo Casado, ausente esta tarde, y ha mostrado con ese gesto su respeto a las víctimas de ETA
Santiago Abascal lee en el Congreso los nombres de las más de 800 víctimas de ETA
El diputado del PP, Mario Garcés, ha seguido con la mano en el corazón la lista de víctimas de ETA que ha recitado Santiago Abascal esta tarde en el Congreso. Ha sido durante la réplica de Abascal a la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurúa. Garcés ha ocupado el escaño de Pablo Casado, ausente en la sesión de esta tarde. Ha sido el gesto más elocuente de respeto desde la bancada popular.
El golpe de efecto de Santiago Abascal ha pillado al Hemiciclo por sorpresa. Tras la intervención de la diputada de EH Bildu, Abascal subía a la tribuna con una carpeta bastante gruesa. Sorprendía ya al verlo avanzar hacia el estrado porque hasta ese momento, el líder de Vox había hecho las réplicas de la tarde con apenas un papel sacado del bolsillo y unas notas o, incluso, improvisando. Todo apuntaba a un duro cara a cara con la diputada proetarra.
El líder de Vox ha bebido agua pausadamente y ha comenzado, sin preámbulo alguno, el largo rosario de los 800 asesinados de ETA:»José Pardines, Melitón Manzanas, Fermín Monasterio, Eloy García Cambra…» … y los diputados de Vox han comenzado a aplaudir. «Es bueno que se oigan sus nombres», ha dicho Abascal, y ha continuado: «Humberto Fouz, Jorge Juan García Carneiro… a estos dos trabajadores les arrancaron las uñas…». Los diputados de Vox se han puesto en pie y han seguido así durante la media hora que ha durado la intervención de su líder. El vicepresidente del Congreso, Ignacio Gil Lázaro, ha bajado desde la Mesa a los escaños para unirse a sus compañeros.
En ese punto, el desconcierto, sino la incomodidad, en el resto de la cámara se percibía. Entre los sentimientos -distintos en según qué escaños-y la disciplina de partido que obliga a reprimirlos. Los diputados del PSOE, rígidos, sin apenas moverse, escuchando el nombre de algunos de sus compañeros asesinados. Adriana Lastra tuiteando, desde allí mismo, que aquello le parecía el final de una película. Y los proetarras de Bildu, sin apenas inmutarse, no sabemos si por sorpresa o por vergüenza. En la cámara se comentaba que -sin duda- por lo primero.
Los nombres seguían sonando en la voz algo ronca de Abascal, mientras las miradas buscaban algún gesto también entre los diputados del PP. En las filas de arriba, Teresa Jiménez-Becerril, habrá escuchado con un nudo en la garganta el nombre de su hermano Alberto y de su cuñada Ascensión. Por la mañana, sin poder aguantarse, ha llamado a gritos «mentiroso» a Pedro Sánchez. En general los diputados del PP quietos y en un silencio respetuoso, pero sin mostrar tampoco adhesión al gesto de Abascal. Quizá esperando que alguien les dijera qué hacer. Tan solo, Belén Hoyo se movía inquieta y, en algún momento, se ha levantado para dar alguna indicación a compañeros cercanos. Es cuando el gesto de Mario Garcés se ha hecho más visible, al ser, prácticamente, el único en ese lado del Congreso.
Garcés ha querido ocupar el escaño del ausente Pablo Casado para que el hueco no fuera -a esa hora de la siesta- tan llamativo como el del ausente Pedro Sánchez en el banco azul. Casado intervendrá mañana. Estaría preparando su discurso. Sabe que hay mucho en juego en el envite de Vox. Pero mientras Casado preparaba el discurso de mañana y Sánchez no sabíamos dónde estaba, Abascal seguía y seguía dando nombres de asesinados en un mensaje directo al corazón de sus votantes, pero también al corazón de los votantes del PP, que ven con simpatía esta moción de censura.
Mario Garcés tenía la mano derecha puesta sobre su corazón. La palma extendida sobre el pecho. Y así la ha mantenido, sin moverla, hiératico, como en improvisada posición de firmes en el escaño prestado de Casado, durante los 34 minutos y 45 segundos que ha empleado Santiago Abascal en poder leer -entera- la larga lista del terror de ETA durante cuatro décadas. Los de EH Bildu seguían sin moverse. Apenas algún comentario. La mascarilla del Covid se ha aliado con ellos. Mejor no saber qué cuchicheaban. A esa hora, no consta que Adriana Lastra siguiera tuiteando.
Acabado el «discurso» de Abascal, los 52 de Vox han aplaudido durante varios minutos, como aprovechando hasta el final que el candidato no tiene límite de tiempo en una moción de censura . Los del PP, no. Sólo han aplaudido algunos. Garcés ha descansado por unos segundos su mano. Pero al subir a la tribuna, el proetarra Oskar Matute y empezar a escucharle, Garcés ha devuelto su mano al corazón en otro gesto, este de memoria, dignidad y justicia por las víctimas y de rechazo a sus verdugos. Oscense y diputado por su tierra, de Garcés -Inspector de Hacienda- dicen que lo suyo es algo tan prosaico como los números. Esta tarde ha tenido la suficiente personalidad para hacer lo que le ha parecido y dejarse llevar por sus sentimientos. Mañana es la votación de esta moción de censura, que no saldrá. En Vox aseguran que más de uno del PP les ha confesado, en petit comité, que la votarían. Pero Teodoro García-Egea ya ha dicho hoy que esto no es una moción sino una «tomadura de pelo». Prietas las filas. Asunto zanjado. Mario Garcés, esta tarde, ha escrito su propio guión.