Obituario | Jesús Vélez

Coronel Vélez, de antiterrorismo al coro Excelentia

coronel Jesús Vélez
A la derecha Jesús Vélez cuando era comandante en plena creación del GAR.
Manuel Cerdán

Las relaciones humanas se estrechan cuando se establecen desde la controversia. Algo así me pasó con el coronel de la Guardia Civil, Jesús Vélez. Él estaba destinado en el Gabinete de la Secretaria de Estado de Interior, con Rafael Vera, y yo me dedicaba a investigar desde Interviú, Cambio 16 y El Mundo la guerra sucia de los GAL y la corrupción de los fondos reservados en el Ministerio.

Cada uno hacía su trabajo y cumplía con sus obligaciones. Yo como periodista de investigación, levantando las alfombras de las interioridades de Interior, y Vélez cumpliendo con su juramento de Guardia Civil, como servidor del Estado. No nos poníamos de acuerdo sobre la valía del general Rodríguez Galindo, no coincidíamos en la valoración profesional y personal de Rafael Vera, tampoco sobre la de su director Luis Roldán -sobre quien profesaba un odio casi enfermizo- y cada uno teníamos una visión muy distinta sobre los GAL, pero nos respetábamos. Él toleraba mi enfoque crítico sobre los atajos la lucha antiterrorista y yo estimaba su denuedo por acabar con ETA.

Y esa era la base de una buena relación que se mantuvo durante años hasta que el virus acabó con él. Durante todo ese tiempo, siempre se comportó como un servidor de la Seguridad del Estado: jamás me filtró una información que pudiera perjudicar a Interior o la Guardia Civil o poner en peligro a sus compañeros.

Hace un mes llamó para comentarme que disponía de información que me podía interesar sobre Bolivia y, hace unos días, le mandé un whatsapp sin saber que pasaba sus últimas horas en un hospital. El archivo que le mandé debe estar todavía guardado en su móvil. Ojalá lo hubiera escuchado.

Ahora me entero de que el coronavirus ha acabado con él en unas horas. Algo injusto para alguien que se había jugado la vida frente a ETA. Lo que no pudo una banda de asesinos con el tiro en la nuca o el coche bomba, ha culminado un virus importado de China. Jesús era un servidor de la Guardia Civil de esos que tienen muy buena planta y les queda como les como un guante los trajes militares. También era un tipo rudo, a veces hasta hosco, y con una voz muy grave que le permitió cantar en un gran coro. Una persona con las ideas muy claras que no suavizaba sus argumentos cuando debatía. Yo siempre le decía: “No te tendría de jefe en una compañía ni por todo el dinero del mundo”. Y él se reía: “Manolito, los periodistas andáis muy libres. Os falta un poco de autoridad de la superioridad”.

Vélez fue un precursor en muchas de las iniciativas de la Guardia Civil. El primer oficial que el Ministerio del Interior nombró a comienzo de los años 80 como agregado en materia antiterrorista en la Embajada de España en París, cuando era embajador el socialista catalán Joan Raventós. Vélez desarrolló un eficaz trabajo en la persecución de ETA como enlace con la Policía gala. Además, se jugó el tipo infiltrándose en redes filoterroristas, sacando un gran provecho de las fuentes que logró captar.

Vélez logró romper el muro de las autoridades francesas que seguían considerando a España como un Estado postfranquista, aún habiendo llegado al poder Felipe González y el PSOE y gobernando en Francia el líder del PSF François Mitterrand, socio en la Internacional Socialista.

Después, Vélez con su experiencia antiterrorista fue designado en 1982 responsable de la puesta en marcha el GAR (Grupo Antiterrorista Rural) de la Guardia Civil, que se desplegó en el País Vasco y Navarra para cooperar en las acciones contra ETA con las Comandancias provinciales. El GAR, que se convirtió en una unidad de élite del instituto armado, pasó a llamarse más tarde Grupo de Acción Rural y Grupo de Acción Rápida.

Vélez, cuando pasó a la reserva, cambió el traje verde por otro azul e ingresó en el coro de la Fundación Excelentia de Madrid, formado por 140 profesionales liberales. El grupo coral llegó a actuar en el Auditorio de Madrid y en el Teatro Real y en su repertorio interpretaba el Réquiem de Verdi, el Réquiem de Mozart y Carmina Burana de Carl Orff.

La última vez que hablé en persona con Vélez fue en marzo de 2016 en la sede de EFE. La agencia inauguraba su Museo y el coro Excelentia recibía en el mismo acto el Premio Cultura. Allí me enteré de que el guardia civil se había convertido en cantante y tuve la oportunidad de escucharlo cantar. No lo hacía nada mal. Formaba parte de un excelente coro. Aquella actividad, me imagino, le serviría para apagar sur recuerdos como agente en la lucha antiterrorista. El ruido de las armas se traducía en acordes musicales. Y seguro que, a ritmo de las notas de Verdi o Mozart, Jesús formará en estos momentos parte del coro celestial. El maldito virus ha podido con él, pero su recuerdo permanecerá entre los suyos.

Lo último en España

Últimas noticias