Puigdemont presiona a Sánchez para que le permita lanzar un banco separatista catalán
Pretende llamar a esta entidad Onze, pero hasta ahora todos sus intentos de impulsar empresas que amparen el procés se han quedado en aventuras raquíticas
Carles Puigdemont quiere ampliar su influencia en el área financiera. Y lo quiere hacer de la mano de un banco privado. Su idea pasa por lograr crear una entidad financiera que garantice el apoyo económico a las empresas que se sumen a su causa separatista y para ello necesita una ficha bancaria, algo en lo que ya ha empezado a trabajar. Por eso, presiona a Pedro Sánchez para que influya y le permita crear su banco separatista.
Puigdemont, sin embargo, tendrá que sortear importantes obstáculos en este objetivo. El primero de ellos, y obvio, la obtención de un capital mínimo con el que poder lanzar este banco. Él pretende llamar a esta entidad Onze, pero hasta el momento todos sus intentos de impulsar empresas que amparen el proceso separatista se han quedado en aventuras raquíticas. Y un banco raquítico no cumpliría su objetivo de financiar la ruptura de España.
El segundo de sus obstáculos más obvios será el de cumplir con todos los requisitos del Banco de España para lograr la denominada ficha bancaria. Se trata de una serie de exigencias que, por mucho que Puigdemont apriete las teclas de una negociación política con Pedro Sánchez, será el Banco de España el último encargado de examinar. Y el actual gobernador de la entidad no es una persona fácil de pervertir por los cauces políticos. Más bien, todo lo contrario. Pablo Hernández de Cos, actual gobernador del Banco de España, mantiene un rigor absoluto en el control de las entidades y fichas bancarias. Resultará básicamente imposible que una exigencia política haga que se relajen las exigencias financieras.
Aventura separatista
Hasta ahora las ansias empresariales del prófugo Puigdemont se han materializado en la plataforma ‘Fes el canvi’ (Haz el cambio). Una aventura que engloba a un total de seis compañías afines al separatismo que se distribuyen entre los considerados como distintos sectores estratégicos. Pero el intento se ha quedado un tanto menguado.
En esa plataforma se encuentran Parlem (en el área de las telecomunicaciones), Catgas Catllum (en la energía) SolarProfit (también energía), Petrolis Independents (gasolineras), Mutuacat (seguros) y Mussap (seguros). Con una penetración en el mercado más que descriptible.
Pero, por mucho que sea así, Puigdemont y su entorno no descansan en su objetivo de lograr una red autárquica capaz de sustituir a todo un mercado global y competitivo.
Puigdemont sabe en el fondo que uno de los grandes tobillos débiles de su plan de independencia fue la evidencia de la quiebra. Lo que ofrecía olía a ruina y empresas y particulares salieron corriendo: ideológicamente o físicamente. Y quiere evitarlo creando un banco.
Los catalanes lo han dejado claro: no se fían económicamente de su presidente, Quim Torra, ni del resto de dirigentes independentistas y, a cierre del año pasado dejaron claro que preferían mantener sus ahorros fuera de Cataluña. Así lo demuestran los datos por comunidades autónomas de los depósitos bancarios de Administraciones y residentes del Banco de España referidos al tercer trimestre del año 2019 -justo cuando se cerraba el periodo de dos años desde el 1-O-. A cierre de septiembre de 2019 sumaban 170.180 millones de euros, por lo que el 50% de la fuga de depósitos que hubo en los días previos al referéndum ilegal de 2017 no había vuelto a la región dos años después.
Fuga masiva de depósitos
De acuerdo con los datos del supervisor español, en septiembre de 2017, días antes de la consulta ilegal y de la fuga masiva de ahorros a bancos cercanos a Cataluña por la alarma creada tras la decisión de muchas empresas y bancos de cambiar su sede fuera de la región, había en Cataluña 184.734 millones de euros.
Un trimestre después, a cierre del año, la cifra de depósitos bancarios en la región se había desplomado a 153.335 millones, es decir, casi 31.400 millones de euros menos. Un 17% del dinero se había ‘evaporado’ por el miedo a que los independentistas forzaran al máximo su plan rupturista y los bancos salieran del euro.
Dos años después de ese referéndum ilegal y de la fuga de empresas de la región, los catalanes seguían sin fiarse y no habían trasladado de nuevo sus ahorros a Cataluña. De los 31.400 millones perdidos, casi 15.000 millones de euros no habían vuelto, además de las principales empresas que cambiaron su sede a Madrid, Valencia o Palma de Mallorca.