LA CRÓNICA

La cara y la cruz del PSOE: abrazos con Junqueras y caras largas con Junts

Bolaños y Cerdán pilotaron las negociaciones de ayer con Junqueras y Puigdemont físicamente en Barcelona y Bruselas

PSOE Junqueras Junts
Junqueras reunido con Félix Bolaños para cerrar el pacto en Barcelona.
Joan Guirado

«Todo se va a precipitar este jueves», explicaban fuentes del PSOE, el miércoles, para argumentar su euforia de vender la investidura de Pedro Sánchez para la próxima semana gracias al apoyo del Junts de Carles Puigdemont y la ERC de Oriol Junqueras. De tal forma que, como si de comerciales de una multinacional se tratasen, Félix Bolaños y Santos Cerdán cogían su maletín a primera hora de la mañana y se iban el uno a Barcelona y el otro a Bruselas. Con sus mejores galas para lucir, con una sonrisa puesta -que no quiere decir impostada-, en dos fotos históricas. Las del acuerdo. Pero una tuvo que esperar.

Y es que varios errores de cálculo hicieron que todo se torciera rápidamente. Casi incluso antes de que ambos iniciasen sendos viajes. Algunos cambios en el articulado de la Ley de Amnistía y los beneficiarios de la misma, la llamada de Sánchez a Pere Aragonés el martes por la noche para pactar dicha norma y la sucesión de anuncios -que si traspaso de trenes, que si liquidación de la deuda, que si la mesa de negociación entre gobiernos-, ni la tómbola da tanto como el PSOE, trastocaron los planes triunfalistas iniciales. Y Bruselas, por días capital de España, aguó la fiesta.

Seis horas de reunión del núcleo duro de Junts no sirvieron para desbloquear el apoyo de los junteros a Sánchez, como sí ocurrió con Junqueras. La dirección del partido separatista sigue ligeramente dividida y emplazada volver a hablar este viernes. Puigdemont, explican, «está enrocado como el primer día». Todo lo que se fue construyendo entre Junts y el PSOE en las últimas semanas, con la validación como interlocutor incluido encarnado por el número tres del PSOE, Santos Cerdán, el pasado lunes, se ha derrumbado como un castillo de naipes en cuestión de horas. Y se podrán reajustar cosas, pero no rehacer confianza.

El ex president, decían los suyos, era quien marcaba los compases negociadores de Junts desde Waterloo. Pero este jueves, la presidenta pluricondenada del partido, Laura Borràs, quiso hacer valer su cargo y ahondar en la desconfianza de Puigdemont sobre Sánchez para llevar las cosas a su terreno. El de embarrar e impedir la investidura del líder socialista. Ahí, ella y otros dirigentes como Aurora Madaula, se sienten cómodos.

Junts y los negociadores del PSOE

Borràs fue la más beligerante durante la incorporación, por vía telemática, de algunos negociadores socialistas cuyos nombres no ha trascendido en la reunión -aunque todo apunta a que fue Cerdán-. Una incursión que no sirvió nada más que para constatar que no hay vender la piel del oso antes de haberlo cazado.

Borràs, que tiene una orden de entrada en prisión vigente, no es de momento una de las beneficiadas por la ley de amnistía como pretendía, tal como avanzó en su día OKDIARIO. De ahí que, sin beneficio propio, no le vea nada a favor de facilitar la gobernabilidad de un Estado que siempre ha tratado de torpedear. La presidenta de Junts, que está dispuesta a cambiar de opinión como hace Sánchez, si finalmente es también amnistiada, representa el máximo exponente de la confrontación.

Con ERC saboreando el triunfo de haberle sacado a Sánchez incluso lo que no tiene, y eso que todo lo que ofreció es parte de la unidad de España y de sus recursos económicos, la dirección de Junts se despidió con tímidos y distantes besos y abrazos cuando el cielo empezaba a ennegrecer en la fría Bruselas. Algunos, con su billete de avión de regreso en la mano; otros, rebuscando en el bolsillo la tarjeta del hotel y Puigdemont, camino a su mansión de Waterloo.

Mientras Bolaños y Junqueras -quien ,en un ejercicio astuto, él sí que lo precipitó todo para ser el gran triunfador de la jornada, con ovación de los suyos incluida- explicaban los detalles del acuerdo en Barcelona, los de Junts se disolvían y los técnicos contratados desmontaban la sala de prensa en la que estaba previsto que compareciera Puigdemont a lo largo del día de ayer. Las caras del personal del Hotel Thon, en el barrio europeo, les invitaban a desalojar ya por haber superado las horas de alquiler y su jornada laboral.

«La noche va a ser larga», explicaban algunos actores implicados en las conversaciones a este periódico al cierre de la edición, para simbolizar que la negociación iba a seguir de forma telemática. Porque en Bruselas a partir de las diez de la noche, ya no corre ni una alma. Y el deseo del PSOE es que cuando amanezca, todo esté solucionado, se pueda registrar la Ley de Amnistía y, ya con permiso de Puigdemont y Borràs, la fiesta siga a costa de España. Con barra libre incluida. Eso sí… ¡de cava catalán!

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