Funeral de Isabel II

Buckingham regala a Juan Carlos I la gran baza ante el tribunal que le juzga: tratamiento de Rey

Juan Carlos I
Los Reyes junto a los eméritos
Pelayo Barro

El estatus otorgado por la Casa Real británica a Juan Carlos I en el funeral de su prima y Reina de Inglaterra, Isabel II, supone un espaldarazo para el Rey emérito. No sólo por la fotografía del monarca junto a su hijo, que reafirma su condición de ex jefe de Estado y representante oficial de España, sino por los efectos que puede suponer en la causa que el viejo Rey tiene pendiente en Reino Unido por el supuesto acoso y seguimiento ilegal a Corinna Sayn Wittgenstein. El Tribunal Superior de Londres consideró que Juan Carlos I había perdido toda la inmunidad que le otorgaba la Constitución. Que ya no era un soberano protegido. Pero el papel privilegiado que le ha reservado la Corona británica en Westminster, sentándole junto a su hijo en plena segunda fila, suponen un golpe de efecto de cara a la vista de apelación que se celebrará el próximo mes de octubre.

Será el próximo mes cuando el equipo legal de Don Juan Carlos se siente frente al Tribunal Superior de Londres para que se valore si realmente mantiene la protección que le otorga su condición de ex soberano y miembro de la Casa del Rey de Felipe VI, tal y como reclama su defensa. Un detalle esencial en el futuro de la causa que el Rey emérito tiene pendiente en Londres.

Fue el magistrado Matthew Nickli quien el pasado mes de marzo, tal y como avanzó en exclusiva OKDIARIO, entendía en una resolución de 27 páginas que Juan Carlos I no gozaba de inmunidad y, por tanto, quedaba en el punto de mira de la justicia británica como acusado de acoso a la que fuese su pareja sentimental. Algo que la defensa del Rey emérito apeló. Se acogieron, entre otros argumentos, al Tratado de Utrecht: desde el siglo XVIII, Reino Unido viene respetando la inmunidad de los monarcas españoles, tanto en sus actuaciones públicas como privadas.

Aforado

Además, la defensa del Rey emérito planteaba que el ex jefe del Estado tiene la condición de aforado, estando sometido de esa manera a la jurisdicción del Tribunal Supremo de España desde su abdicación, tal como aprobaron las Cortes españolas. Defienden sus abogados que «existe un interés público inherente en proteger la dignidad del soberano y de la Familia Real».

Posteriormente, el pasado julio, los nuevos abogados del Rey emérito modificaron su estrategia. Argumentaron que si Juan Carlos I era el jefe del Estado español y Félix Sanz Roldán el director de una institución estatal como el CNI, las supuestas operaciones secretas contra Corinna Sayn-Wittgenstein contaban con el respaldo del derecho internacional.

Por tanto, la clave de todo el asunto reside en dilucidar el hecho de si Juan Carlos I sigue manteniendo la inviolabilidad como ex jefe de Estado soberano y puede eludir esa querella por acoso o, por el contrario, es un ciudadano más y debe ser juzgado con arreglo a su estatus ajeno al de un monarca. Lo que defiende la acusación y, de momento, entiende el tribunal.

La vista de esa apelación se producirá el próximo mes de octubre, menos de un mes más tarde de que Juan Carlos I haya acudido al funeral de la Reina Isabel II bajo un indudable estatus de ex jefe de Estado y Rey emérito de España. Un estatus que le ha negado Moncloa y Zarzuela, que le niegan los jueces del Tribunal Superior de Londres, pero que sí le ha concedido sin ningún género de duda la Casa Real británica.

Favor Real

Por tanto, el protocolo que ha aplicado del palacio de Buckingham a la hora de dar tratamiento de Rey a Juan Carlos, y no un mero familiar de la Reina que acude a título personal, supone un espaldarazo para su defensa. Y resulta significativo el hecho de que, tal y como maneja abiertamente la prensa británica, el protocolo del funeral de la Reina Isabel II, la llamada operación London Bridge, fue redactado y revisado al detalle por la propia monarca.

De esa manera, de forma consciente o inconsciente, el protocolo de Isabel II le ha hecho un gran favor, el último, al Rey emérito y a su horizonte judicial en Reino Unido. De cara a esa vista de apelación, la defensa de Don Juan Carlos podrá esgrimir, remitiéndose a las pruebas de este funeral, el hecho de que la propia Casa Real británica sí le considera Rey emérito, con todo lo que ello supone.

Pero además, ese estatus de ex jefe de Estado queda refrendado por la Casa Real española, que le da tratamiento de «Rey» a Juan Carlos I en las comunicaciones oficiales respecto al funeral.

También la forma en que Zarzuela comunicó la invitación a Don Juan Carlos no deja lugar a dudas de que la Casa Real británica le da tratamiento de ex jefe de Estado: «Las invitaciones están dirigidas a los jefes de Estado y ex-jefes de Estado y esposas o esposos de dichos países y al príncipe heredero de Dinamarca».

«Sus Majestades los Reyes han aceptado la invitación y la Casa de SM el Rey ha trasladado a SM el Rey don Juan Carlos y a SM la Reina doña Sofía la invitación que han recibido». Es decir, en ningún momento se cuestiona, como sí ha hecho Moncloa durante la última semana, que la invitación cursada a Don Juan Carlos haya sido a título personal.

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