Aznar fue el cerebro del discurso antiAbascal de Casado y el ‘FAES’ Zarzalejos el redactor
No fue un discurso sin más. La rotunda intervención de Pablo Casado en la moción de censura de Vox fue el culmen de una estrategia bien planificada, trabajada al detalle y durante semanas. Su cerebro fue José María Aznar. De la redacción se ocupó el director de FAES, Javier Zarzalejos. Ambos fueron los artífices de situar al PP y a su líder en el complejo escenario que planteaba la iniciativa de Santiago Abascal.
Casado supo guardar durante semanas la gran incógnita: qué votarían sus diputados. Ni una pista, ni un desliz. El jefe de la oposición aparentó incluso quitar importancia a la iniciativa de Vox. Apenas dos días antes del debate en el Congreso, aseguraba que ni había hablado con su comité de dirección sobre el asunto. «No voy a gastar ni un minuto en ese tipo de cuestiones menores», afirmó ante la prensa. «Es un tema que no me importa nada», añadió.
«O Abascal o yo»
Lo cierto es que, ya desde los últimos días de agosto, la posición estaba fijada. Más allá del voto final, la moción se planteó como la oportunidad definitiva de marcar distancias con Vox. En pleno verano y de la mano de Aznar, se empezó así a trabajar con precisión en un texto dirigido a marcar un antes y un después en el espacio político del PP y en la convivencia con Abascal. La táctica ideada por el ex presidente era sencilla y rotunda: un ‘todo o nada’, ‘Abascal o yo’. El objetivo: dejar claro quién manda en la derecha.
Casado aceptó la estrategia marcada. Más que por convicción, por congraciarse de nuevo con Aznar. Las relaciones entre ambos se habían tornado tibias en los últimos tiempos por los sucesivos guiños del líder del PP al sector ‘marianista’. Apenas se veían, y Casado ni le consultaba. Una circunstancia que fue alimentando un cierto enfriamiento. Por eso, la moción de censura ha dado al líder ‘popular’ no sólo la ocasión de resituarse en el tablero parlamentario. También de ‘resituar’ su relación con el ex presidente.
Semanas de debates
Para el PP, no hay duda, la iniciativa ha sido todo un reto. Así lo comprendieron los ‘populares’ a finales de julio, cuando Abascal anunció que presentaría una moción de censura contra «la ruina, la muerte y la opresión» que dijo, trae el Ejecutivo socialcomunista. La propuesta cogió a contrapié al partido de Casado, que trató de reaccionar con diligencia: «Moción de censura post vacacional para salvar al soldado Sánchez. El PP estará siempre en lo importante: salvar vidas y empleos. No cuenten con nosotros para maniobras de distracción que refuercen al PSOE», lanzó el secretario general en Twitter.
Sin embargo, desde ese mensaje de García Egea, al pleno en el Congreso, median semanas de reflexión intensa.
Si la base de la estrategia estaba clara, el sentido del voto sí generó serios debates. Como reveló OKDIARIO, la consulta se desarrolló en dos fases. Primero, interna, con los actuales cargos del partido. Después, con antiguos e históricos cargos del PP. Dirigentes clásicos y del entorno y momento de José María Aznar. Muchos de esos históricos, incluso, aconsejaron que la abstención era la mejor salida para marcar distancias con Vox, pero sin romper del todo con su electorado.
Finalmente, el jefe del partido planteó un ‘no’ rotundo. Y acompañado de un discurso contundente, no contra Pedro Sánchez, sino contra Abascal. En el PP se sostiene públicamente que la táctica fue un éxito, aunque no faltan voces internas que temen también que, a medio plazo, acabe teniendo su coste.
En cualquier caso, se trata sólo del inicio de una estrategia total para desvincularse del partido de Abascal, y que seguirá, como publicó este periódico, con las mociones que el PP pretende presentar en los parlamentos autonómicos, y en las que dejará clara la separación entre ambas formaciones.
Desde Vox, por su parte, también planean una respuesta. El partido, sostienen, se hará valer en las negociaciones sobre los Presupuestos regionales o municipales, donde son pieza clave para el PP.