Inmigración ilegal

La Audiencia ordena expulsar de España a Papagore, el ex militar senegalés que ha agredido a 20 policías

Papagore Ndoye lleva años atemorizando y agrediendo a agentes de Policía a los que se enfrenta y golpea de forma violenta desde que llegó a nuestro país desde Senegal.

Hace dos años los juzgados ordenaron su expulsión de territorio español, pero él recurrió y siguió delinquiendo y pegando a agentes.

Papagore Ndoye policías
Papagore Ndoye, el agresor de policías.
Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

Hace unas semanas OKDIARIO reveló una realidad desgraciadamente muy conocida por la Policía de Gijón. Los policías asturianos habían vuelto a detener a Papagore Ndoye. ¿Y qué tiene de especial este hombre? Pues que desde que se instaló en Asturias ha agredido a 20 policías cada vez que han intentado detenerlo. El último incidente, el que lo mantiene preso desde hace cosa de un mes, acabó con 8 agentes del Cuerpo Nacional de Policía brutalmente agredidos. Tras una década de agresiones y agentes heridos por fin la Audiencia Nacional ha rechazado los recursos de Papagore y ratifica su orden de expulsión inmediata de España en cuanto las circunstancias sanitarias lo permitan. Papagore no podrá volver a nuestro país de manera legal antes de 2031.

En agosto del año 2006 una patera llegó a Tenerife en plena ‘temporada alta’ de llegada de embarcaciones. España estaba en puertas de experimentar la conocida como crisis de los cayucos, en la que la llegada de inmigrantes ilegales a las costas canarias iba a dispararse. Entre los miles de inmigrantes ilegales que llegaron a Canarias en aquella época los hubo que llegaron con lo justo para tratar de ganarse la vida, pero no todos llegaron con la misma intención, y el ejemplo que lamentablemente mejor los representa se llama Papagore Ndoye, un ex militar procedente de Senegal que en 2006 tenía 28 años.

La llegada de Papagore a nuestro país la conocemos porque es la primera reseña que aparece en su ficha policial. Un registro que se extiende durante cuatro páginas en las que aparecen un rosario de delitos, infracciones y órdenes de detención. Sin embargo, llama la atención que Papagore fuera policialmente invisible hasta el año 2014. Durante ocho años el senegalés no protagonizó ni un solo incidente, o más bien no fue identificado por ellos, porque ser un buen ciudadano no se compadece con lo que pasa en la ficha policial de este ex militar a partir de 2014.

En ese momento Ndoye llega a Gijón y desde entonces hasta el pasado mes de mayo Papagore es detenido una docena de veces por la Policía y en esas detenciones este ex militar de tamaño enorme y aspecto intimidante lesiona, y en alguna ocasión incluso manda al hospital, a un total de 20 agentes de Policía. A sus 43 años en su ficha aparecen un total de 15 reseñas por delinquir, desobedecer o escabullirse de los agentes. Los principales delitos cometidos por Papagore son malos tratos, atentado a la autoridad, quebrantamiento de medidas, robo con fuerza y lesiones.

La acumulación de delitos llevó a Papagore irremisiblemente al juzgado y los jueces asturianos no tuvieron dudas: había que expulsar sí o sí del país a Papagore. Sin embargo, la defensa del condenado recurrió la sentencia y a la espera de que se decidiera el sentido del recurso. Mientras tanto Papagore volvía a la calle y volvía a agredir a más policías.

El arraigo de un agresor

El círculo vicioso es tan grosero como fácil de entender: si Papagore lleva en España desde 2006 y en Gijón desde 2014 y cada vez que delinque lo hace por delitos que están por debajo de los 5 años de condena, su defensa lo tuvo fácil para argumentar el manido «arraigo» que se convierte en gatera para que este tipo de delincuentes permanezca en España aprovechándose de un sistema judicial lento y garantista.

Ese»arraigo» de Papagore lo ha aprovechado pegando a sus parejas sentimentales y resistiéndose a las detenciones practicadas por los policías que acudían a ayudar a esas mujeres, quienes, por cierto, tampoco han ayudado a reducir legalmente a un hombre al que por miedo no se atrevían a denunciar.

El pasado 22 de mayo Papagore pegó por última vez a una mujer. Ese día los vecinos de la casa en la que el ex militar senegalés estaba golpeando a su novia llamaron a la Policía. Otra vez el hombre se resistió, y mucho, a ser detenido y ocasionó heridas a varios agentes. Cuando fue conducido a los juzgados el titular del tribunal que lo recibió revisó que tenía condenas previas recurridas y que además estaba pendiente de otra sentencia más por similares hechos. El 2 de mayo lo habían juzgado por pegar a su novia y luego hacer lo mismo con media docena de policías. La suma de todos los policías agredidos en todos esos hechos era de una veintena, así que al juez no le tembló el pulso.

Papagore lleva preso desde entonces y dentro de la cárcel ha conocido la que sin duda es la mejor noticia para los ciudadanos de Gijón en general y los policías en particular. La Audiencia Nacional ha rechazado los recursos de Papagore y en cuanto sea posible será devuelto a Senegal desde donde no podrá venir a España al menos en una década. Lo incomprensible es que para llegar a esto haya hecho falta 20 policías heridos y más de 7 años de terror cada vez que había que detener a Papagore Ndoye.

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