CATALUÑA

Así engañó Puigdemont a los mossos: se escapó cuando le esperaban en el Parlament para detenerle

Todo saltó por los aires por el apoyo de otro agente fuera de servicio ex president

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Joan Guirado
  • Joan Guirado
  • BARCELONA
  • Enviado especial
  • Corresponsal de Gobierno y Casa Real. Siguiendo la actividad del presidente y líder del PSOE, Pedro Sánchez, y del Rey de España. También política catalana.

Carles Puigdemont se esfumó este jueves en las narices de los mossos cuando éstos iban a detenerle luego de su baño de masas en el Arco del Triunfo de Barcelona ante miles de seguidores. Eugeni Sallent y Montserrat Estruch, los dos principales jefes de los Mossos, esperaban a Puigdemont a escasos cincuenta metros del Parlament de Cataluña. Esto ocurría sobre las 10:00 h en una zona arbolada, completamente vacía de gente, pegada a la entrada del Zoo por la Estación de Francia. Minutos antes de las 9:00 horas, Puigdemont había reaparecido en una calle de Barcelona cercana al escenario preparado por Junts muy cerca del Parlament, para el acto de «bienvenida».

Junto a la cúpula de los Mossos más de un centenar de agentes, una decena de furgones y coches patrulla, y un Volkswagen Passat oscuro, con los cristales tintados, escondido entre los árboles. En el interior de dicho vehículo aguardaba otro agente, que esperaba la llegada de sus jefes con la presa, con el objetivo de trasladar al ex president catalán a la Ciudad de la Justicia. Todo este operativo, la detención de Carles Puigdemont por parte de los Mossos, se había diseñado el miércoles por la mañana en una reunión en la Prefectura. Pero todo saltó por los aires por el apoyo de otro agente fuera de servicio al líder de Junts, que le puso su coche a disposición para volver a huir.

La policía autonómica había convenido que la detención se debía producir «con discreción», en un lugar apartado de los manifestantes y con una salida rápida hacía las rondas para evitar incidentes con la comitiva policial. De ahí que Sallent -que ha interrumpido sus vacaciones para esta operación- y Estruch se acercaron para localizar entre el centenar de personas al hombre que buscaban cuando Josep Rull y el resto de diputados de Junts se acercaban a las puertas del Parlament. La tarea era fácil: identificarlo y montarlo en un coche sin logotipos para conducirlo ante el juez. Pero cuando Sallent y Estruch salieron a detenerle se llevaron la gran sorpresa. No estaba. Rull venía acompañado del presidente de Junts en el Parlament, Albert Batet, pero no había ni rastro de Puigdemont.

Eso provocó un gesto de desesperación de los dos mandos policiales que inmediatamente activaron la operación Jaula. Antes de ese momento, a las puertas de la Cámara catalana, se vio a Sallent conversando durante más de quince minutos con el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena (ERC). Sus caras transmitían un brutal enfado. Ahí se dieron cuenta de que mientras los dirigentes de Junts Artur Mas, Quim Torra, Laura Borràs y Josep Rull se dirigían hacia el Parlament, rodeados de miles de simpatizantes, Puigdemont había aprovechado ese instante para desaparecer como por arte de magia.

Tras el intento frustrado de detención, y a medida que los dirigentes de Junts avanzaban con paso firme hacia el Parlament, el jefe de los Mossos y la comisaria buscaron entre la multitud al abogado de Carles Puigdemont, Gonzalo Boye, para preguntarle por su cliente. La respuesta, según fuentes policiales, fue alarmante: «No sé dónde está». En ese momento, los dos mandos de los Mossos supieron ya que se enfrentaban a la segunda huida del que, en 2016 y 2017, fue su máximo responsable político.

A esa hora, en privado, fuentes policiales ya reconocían que «se nos ha escapado» y decretaban la búsqueda de «un fugitivo» por tierra, mar y aire por toda Cataluña. Una operación sin precedentes, superior a la de los atentados de Las Ramblas de 2017, precisamente con Puigdemont de presidente. La operación Jaula obligó a interrumpir sus vacaciones a centenares de agentes: se cortaron los accesos al aeropuerto, la frontera con Francia y se inspeccionaron maleteros de los vehículos y el pasaje de autobuses de línea que se dirigían a Gerona.

La incertidumbre era máxima. Las elucubraciones, también policiales, sobre dónde estaría Puigdemont eran muchas. En un despacho del Parlament encerrado, en aguas internacionales a doce millas de la costa de Barcelona… Pero lo cierto es que el ex president sigue en paradero desconocido, burlando a más de medio millar de agentes que le tuvieron a tocar.

Descoordinación policial

La chapuza del dispositivo judicial, la descoordinación entre los propios Mossos, se hizo evidente cuando varias patrullas empezaron a seguir un coche Honda de color blanco por varias calles de Barcelona pensando que en su interior podía ir Puigdemont. Un agente de la unidad motorizada llegó a alcanzar el vehículo en la Ronda de Circunvalación, a menos de 50 metros de dónde le esperaban los comisarios jefes, sin que estos lo supieran.

Segundos más tarde, según ha podido saber OKDIARIO, el conductor intentó acceder al recinto del Parlament por una puerta secundaria. Pero los agentes se lo impidieron. Ahí empezó otra persecución al vehículo, propiedad de un agente de los Mossos posteriormente detenido por obstrucción a la justicia. Este alcanzó la Ronda Litoral y ahí se le perdió la pista. En ese momento también aumentó el nerviosismo en el cuerpo policial por «el ridículo» que estaban haciendo, según los sindicatos.

Durante toda la jornada también se produjeron graves problemas de comunicación. La dirección de la Policía autonómica negaba al principio que se hubiera activado la operación Jaula, pese a que ya estaban cerrados los accesos a Barcelona, para acabar reconociéndolo horas más tarde. Lo mismo ocurrió con las detenciones de dos agentes del cuerpo y con la citación, en calidad de investigado, del secretario general de Junts, Jordi Turull. La actuación policial fue muy cuestionada por JxCat y la CUP, que acusaron al Govern de Pere Aragonés de colaborar con el Tribunal Supremo, y responsabilizando a ERC de la situación que estaba viviendo Puigdemont.

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