Se cumple la maldición de ‘Francokamon’ como pronosticó Jiménez Losantos
«¡Sevilla será la tumba del fascismo!», coreaban anoche desconsolados, en la sede de Adelante Andalucía, a la espera de que tomara la palabra Pablo Iglesias. Al final Andalucía ha sido la tumba del sanchismo. Precisamente en el feudo de su cordial enemiga Susana Díaz. Dos por el precio de uno.
«¡Oh, Madre Noche, extiende sobre nosotros tus alas, como las estrellas eternas!», se podía leer en el sarcófago de Tutankamón, el faraón niño cuyos restos descubrió Howard Carter un 26 de noviembre de 1922 en su tumba del Valle de los Reyes.
Aquel deslumbrante hallazgo arqueológico se vio pronto eclipsado por la leyenda de la maldición de Tutankamon, que se inauguró con la muerte del mecenas de la expedición, Lord Carnarvon, probablemente fallecido por una septicemia transmitida por la picadura de un mosquito a las orillas del Nilo. La sombra de Tutankamón (o más bien de Francokamon, en palabras del periodista Federico Jiménez Losantos) planea ahora sobre el Palacio de la Moncloa.
El primer compromiso de Pedro Sánchez tras la moción de censura fue convocar elecciones cuanto antes. Luego se lo pensó mejor y anunció que agotará la legislatura. Ya es impensable. La segunda promesa de Sánchez respondía a un compromiso ante Pablo Iglesias, el auténtico muñidor de la moción de censura: exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos. Quedaban así claras sus prioridades.
El discurso guerracivilista de Iglesias
Con esta medida, Sánchez e Iglesias perseguían la misma estrategia que Zapatero llevó a cabo con su Ley de Memoria Histórica: agitar permanentemente el fantasma de la extrema derecha y la guerra civil para presentar al PP como un partido heredero de la Dictadura («se niega a condenar el Franquismo», insisten, pese a que lo ha condenado en el propio Congreso de los Diputados).
Desde entonces, cada vez que Pedro Sánchez intenta remover la losa de granito de 1.500 kilos que cubre la tumba de Franco, le estalla un escándalo de corrupción de alguno de sus ministros.
Desde la multa de Josep Borrell por beneficiarse de información privilegiada en Abengoa y los pinchazos de Villarejo a Lola Delgado, al fraude fiscal del astronauta Pedro Duque y las sociedades instrumentales del dimitido Màxim Huerta o la titular de Economía, Nadia Calviño.
Sin olvidar la tesis doctoral del propio presidente (decidido a destruirle, Pablo Iglesias le convenció para que la hiciera pública), que plagió hasta las notas a pie de página. Si la coartada de la moción de censura era limpiar la corrupción, el Gobierno de los galácticos de Pedro Sánchez chapotea a diario en ella.
La profecía autocumplida de VOX
Como la amenaza de desenterrar a Franco no era suficiente, los medios de comunicación de izquierdas se han pasado tres meses advirtiendo del riesgo de la llegada de VOX, un partido fundado hace cinco años al que casi nadie hacía ni caso. Hasta ahora.
El resultado de esta gigantesca operación de propaganda impulsada por la izquierda es que VOX ha obtenido 400.000 votos y 12 escaños en la elecciones andaluzas (11 escaños más de los que le auguraba el CIS de José Félix Tezanos). La profecía autocumplida de los medios que, estúpida o interesadamente, creían que agitar el fantasma de la extrema derecha polarizaría el voto a favor del PSOE.
Pedro Sánchez anunció primero que exhumaría los restos de Franco en verano. Luego dijo que sería antes de que acabe el año. Luego que en primavera, si logra desenredar el embrollo jurídico en el que se ha medido. Pero ya ni siquiera le funciona la estrategia de meter miedo con los fantasmas del pasado.
Porque no es creíble que quien gobierna con 5 millones de votos de la extrema izquierda, advierta del riesgo de la extrema derecha. Ni es presentable que tache de «inconstitucionales» al PP y Ciudadanos, mientras gobierna gracias al apoyo de los golpistas de la Generalitat y los proetarras de Bildu.
La jornada electoral del 2-D ha puesto fin al mayor sistema clientelar y de corrupción de la democracia, cuatro décadas de hegemonía socialista en Andalucía. Desde esta noche electoral, cada día que Pedro Sánchez demore la convocatoria de elecciones generales el PSOE da un paso más hacia el abismo de la irrelevancia.