Abascal llegó a la cita con Inda tras ataques y amenazas de la kale borroka y escasa protección policial
Santiago Abascal, líder de Vox, llega a la cita con Eduardo Inda, director de OKDIARIO, tras los intentos de los proetarras de reventar el acto electoral organizado por su partido en San Sebastián. Unos incidentes que, además, no serían aislados y se repetirían sólo unas horas más tarde en Bilbao.
Desde niño, Santiago Abascal, presidente de Vox y candidato a la Presidencia del Gobierno, ha vivido rodeado de la amenaza etarra. Para él, por desgracia, la kale borroka que lo recibió en San Sebastián y lo acompañó hasta Bilbao a lo largo de este fin de semana no es ninguna novedad. Toda la familia del dirigente ha padecido esta amenaza y, aún hoy, siguen siendo los ‘señalados’, los conocidos como ‘los txakurras’ –perros en castellano–, porque este es el precio de querer ser español en la tierra de los abertzales.
ETA intentó matar a su padre en tres ocasiones y su pistola, tan criticada por quienes conocen sólo de oídas el odio batasuno, es simplemente la herencia de una época en la que no había protección conveniente para todos. Un momento, además, en el que la magnitud del ataque era de tal calado que se optaba por buscar la cooperación del amenazado entregándole una pistola. Aquello no era ningún privilegio, como hoy tampoco lo es.
En la actualidad, su madre, sus hermanas, sus sobrinos y el resto de su familia siguen viviendo en Amurrio, el pueblo donde Eduardo Inda, director de OKDIARIO, se ha dado cita con el líder de Vox para realizar la entrevista. Todos viven allí porque son de allí y porque, además, se niegan a aceptar la tiranía de quienes les señalan y les quieren fuera. Sólo un simple paseo por la localidad vasca da una idea de lo que es hoy vivir en una tierra donde, es cierto, que ETA ya no mata, pero tampoco deja vivir. La tienda de ropa de la madre de Abascal sigue siendo testigo del dolor de todo aquel que quiere vivir allí sin compartir el totalitarismo separatista y, sobre todo, vivir allí de forma valiente, sin callarse, sin doblar la rodilla. Medio comercio, reformado por completo, fue la parte que quedó destrozada tras el incendio provocado por los que dicen ser apóstoles del diálogo; sin embargo, y a pesar de todo, ellos han decidido seguir allí y lo hacen, sencillamente, porque es su tierra.
Abascal llega en su furgoneta, en la misma en la que concedió la primera entrevista a OKDIARIO tras lograr los 12 diputados en Andalucía el pasado 2 de diciembre. Es la misma, pero ahora tiene un nuevo rozón que, sin duda, refleja los miles de kilómetros de campaña electoral. “No nos vamos a gastar más medios en los viajes, aquí no derrochamos”, afirma uno de los acompañantes de Vox mientras sonríe.
El paseo de Inda y su equipo por las calles de Amurrio hasta encontrarse con Abascal arranca los primeros insultos: “Ultraderecha”, “fascista”, “facha”, así como otros calificativos menos reproducibles, son algo así como una especie de banda sonora mientras dura esta breve caminata por este precioso pueblo, una localidad tan sólo manchada por los verdaderos fascistas.
“Han pegado a nuestros seguidores. Ha habido connivencia, les han permitido entrar hasta donde estaban los asistentes al acto electoral”, explica Abascal nada más llegar a la cita con este periódico. Acto seguido, además, el dirigente asegura que no se ha protegido convenientemente a la gente que quería acudir a la cita de Vox en San Sebastián. Las imágenes son testigo de los hechos, policías autonómicos o municipales sin equipación antidisturbios dejaban que los radicales arrancasen banderas de España y lanzasen piedras, escupitajos e insultos a los asistentes. Algunos de ellos, además, fueron presa de los golpes de los batasunos que se arremolinaron alrededor del recinto. De nuevo, una vez más, la táctica del temor. La misma que han usado tantos y tantos años.
Durante la comida, uno de los miembros del equipo de seguridad de Abascal explica con detalle la discusión con la policía autonómica vasca. “Les hemos tenido que pedir, por favor, que reforzasen la presencia policial en Bilbao, porque no podía volver a ocurrir lo mismo que en San Sebastián. Les hemos dicho que si no lo hacían ellos, pediríamos ayuda a la Policía Nacional o a la Guardia Civil», relata. Tras ello, detalla, «nos han dicho que si les estábamos amenazando.Es increíble».
La tarde en Bilbao confirmaba la conversación que habíamos tenido hacía apenas unas horas. En la ciudad vasca, no sólo se multiplicaron los ataques de la kale borroka a los seguidores de Vox, sino que, además, tal y como adelantó OKDIARIO, un agente municipal intentó detener a un agente de la Policía Nacional que escoltaba a Abascal por discutirle la ruta de entrada al Palacio Euskalduna. El dirigente de Vox no podía avanzar por el camino trazado porque estaba plagado de proetarras.
Comida, entrevista y carretera. Abascal continuaba su ruta y lo hacía hasta el próximo lugar en el que alguien lo iba a tildar de fascista y lo apedrearía por defender la Constitución española y la unidad de España. Mientras, Inda y su equipo, también tomaban carretera y avión de vuelta para escuchar a la entrada del aparato, igualmente y de espaldas: “Fíjate, nos hacen viajar con la extrema derecha. Qué asco”. Esta es la tierra de los ‘dialogantes’.