¡Whatever it takes!
«Haré lo que haya que hacer, y créanme, será suficiente», Mario Draghi.
Nadie en su sano juicio podría ni siquiera llegar a imaginar un desenlace como el que hemos acontecido esta semana. Semana en la que considero que probablemente ésta última haya sido la tercera reunión más importante de la historia del BCE, tras la famosa huida hacia adelante de Mr. Trichet subiendo los tipos en uno de los errores más garrafales que pueda cometerse en un banco central. El famoso ¡whatever it takes! de Mario Draghi, en el que se dispuso a sacar un bazuca monetario para la historia y la reunión que este jueves ha dado paso a una subida de un cuarto de punto contra todo pronóstico, dejando los tipos en el 4,5% nivel que no se veía desde el ya lejano 2001.
Si bien es cierto que a priori, podríamos pensar en un episodio de volatilidad en los mercados de activos, lo cierto es que las bolsas reaccionaron de manera positiva, no tanto a la subida de tipos, como en la posterior rueda de prensa en la que Lagarde dejó caer que probablemente estemos ante la última subida de tipos de interés. Siendo el 4,50% un nivel óptimo que mantenido durante un largo periodo de tiempo sea suficiente como para cumplir el objetivo de inflación del 2% en el segundo semestre de 2025.
Obviamente esta medida no es del agrado de todos, principalmente de la tribu de economistas indignados de la extrema izquierda que siempre buscan el pretexto y la excusa para criticar y demonizar cualquier ente privado, en pro de que lo público lo cure todo. Pero seamos honestos, ¿acaso no es mejor pagar dos años el euribor al 4% a cambio de una década por debajo del 2,5%? ¿O preferimos arriesgarnos a reducir el euribor un 0,25% durante tres meses a cambio de una década al 10%? Jerome Powell ha venido advirtiendo en los últimos años en las actas de la FED (algunos críticos deberían leerlas de vez en cuando) que la historia nos ha enseñado que relajarse antes de tiempo ha sido contraproducente. La batalla contra la inflación necesita determinación y que seamos implacables.
Tipos de interés
La sociedad debería comprender que podemos convivir con una horquilla de tipos entre el 0-4%. La gente debería comprender que los tipos a los que hemos pagado nuestras hipotecas los últimos 10 años no son normales y que son fruto de políticas monetarias no convencionales que han afectado la economía y los salarios, creando un enorme desajuste entre clases. Está bien que exista una mano invisible que dirija mansamente la economía, pero no tiene ningún sentido que seamos jueces, víctimas y verdugos, de un macabro y siniestro plan orquestado por el Estado. ¿Si me preguntan? Los beneficios que ahora obtienen los bancos como consecuencia de depositar nuestros depósitos en el BCE son sin duda un premio que debería resolverse, no tanto en impuestos extraordinarios como promulga la extrema derecha italiana y la extrema izquierda española, sino exigiendo a los bancos un plan de solvencia y estabilización a largo plazo, para que cumplan el requisito del coeficiente de caja del 100%, capitalizando su balance y evitando así el tan injusto riesgo moral, al que nos somete la banca privada en cada crisis, por culpa del desastre normativo provocado por la famosa Ley de Robert Peel.
Así pues, nos adentramos en una semana en la que la FED deberá elegir entre crecimiento e inflación, planteando a los mercados si estamos en nivel de tipos suficientemente elevados como para contener la inflación o si bien las subidas de tipos todavía no se han completado. Me atreveré a apostar por lo primero y pensar en positivo, ya que creo que durante el primer trimestre de 2024 veremos argumentos para que la FED baje el tipo de interés en marzo de 2024, algo que el BCE podría llevar a cabo en el segundo semestre del próximo año.
Si bien los halcones siguen teniendo el control en el seno ejecutivo de los principales bancos centrales del mundo, parece que un aliento de aire dovish se está acercando a pasos agigantados. Sin embargo, como les decía la semana pasada en ésta, mi Tribuna de opinión semanal, considero que el optimismo que a muchos les hace ver la inflación al 2% y por ende, los tipos al 0%, es algo que forma parte del pasado. Se escandalizaba el mundo mediático con las palabras de un multimillonaria australiano en las que aseguraba que el paro debería de aumentar un 40-50% desde los niveles actuales para romper la arrogancia del mercado laboral, puesto que, según él, se ha producido un cambio sistemático en el que los empleados sienten que el empresario tiene mucha suerte de tenerlos, cuando es importante recordar que son ellos (los trabajadores) los que trabajan para el empresario y no al revés.
Si bien no comparto en absoluto estas palabras, las respeto y las comprendo. Pero afianzan mi idea de que una inflación estructuralmente más elevada va a cuajar en las economías, puesto que las fuerzas del mercado laboral han despertado y que las negociaciones colectivas para cerrar la brecha salarial y una mejor redistribución de la riqueza son inevitables y necesarias. En ese momento, será el instante que toque preguntarnos si el Estado está a la altura de las circunstancias y si es capaz de comprender que está al servicio de sus ciudadanos, por encima de su poder y de sus propios intereses. Momento en el que debería ceder su parte del botín, con una reducción de impuestos que permita una mejor redistribución de la riqueza entre los diferentes agentes económicos. En ese momento, será el momento de preguntarle al Estado si hará lo que sea necesario, y si en efecto su respuesta, será nuevamente ¡whatever it takes!
Gisela Turazzini, Blackbird Bank Founder CEO