Banco Santander

UBS le da a Orcel la única bala en su pleito contra Ana Botín por la mayor indemnización de la historia

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Ana Botín y Andrea Orcel en el juicio.
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

El juicio que enfrenta a Ana Botín y a Andrea Orcel por su fichaje fallido por el Banco Santander ha quedado pendiente de las conclusiones finales de las partes (que se presentarán por escrito). La declaración del presidente de UBS proporcionó ayer al banquero italiano la única bala para que el juez condene al banco a pagarle los 76 millones que le reclama, la mayor indemnización por despido de la historia. Porque en este pleito, Santander parece contar con la mayoría de los triunfos.

Axel Weber dejó claro que desde el principio Santander sabía que UBS no iba a pagarle ni un euro el famoso bonus de 35 millones (39 si se incluyen dividendos e intereses) del que el banco español no quería hacerse cargo. Así se lo comunicó a Botín en dos ocasiones. Es decir, que sabía perfectamente lo que costaba ficharle y, aun así, siguió adelante con la operación para después arrepentirse y despedirle, según la tesis de su abogado, Álvaro Remón (del bufete De Carlos Remón).

Este argumento se opone a la versión del Santander, que sostiene que ficharon a Orcel porque estaban convencidos de que UBS iba a pagar parte del bonus: un 50% como mínimo, según el propio Orcel, en palabras de Jaime Pérez Renovales (secretario del consejo del banco) y de su hasta ahora director de recursos humanos, Roberto Bernardini.

La gran pregunta es por qué el Santander anunció a bombo y platillo el fichaje en septiembre de 2018 si era consciente de que UBS no iba a pagárselo por mucho que Orcel se lo pidiera (no está nada claro con cuánta intensidad lo intentó, a pesar de que la carta-oferta le obligaba a hacer «sus mejores esfuerzos»). Según declaró la propia Ana Botín, fue el propio UBS el que se lo pidió porque tenía un evento con inversores y era incómodo que lo presentara Orcel cuando iba a abandonar la entidad suiza.

Sea como fuere, el núcleo de la disputa es si la carta-oferta tiene valor contractual y, por tanto, Orcel fue contratado y despedido; o si no lo tiene porque estaba sujeta a una serie de condiciones, entre ellas la de no tener que pagar el bonus completo, y, por tanto, no llegó a ser contratado.

La mayoría de las balas, en la recámara del Santander

Más allá de esta cuestión central, el resto de balas parecen estar en la recámara del Santander. Por un lado, no parece que tenga mucha justificación pedir «daños reputacionales» cuando Orcel ha sido nombrado presidente del mayor banco italiano, Unicredit. «No parece que esto haya afectado mucho a su reputación», espetó ayer el abogado de Santander, José Miguel Fatas (Uría Menéndez).

Otro elemento a favor de la entidad es que UBS está pagando la retribución variable de marras después de la ruptura con Santander, ya que se ha acogido a la figura de la «jubilación» (se trata de un subterfugio porque, obviamente, Orcel no está jubilado si es presidente de Unicredit). Si está percibiendo el dinero de UBS, no puede alegar que lo ha perdido al fichar por Santander, si bien Remon sostiene que han restado esas cantidades de su reclamación: ha bajado de 112 millones a 76.

Aun así, sigue siendo una cantidad exorbitante, que no están acostumbrados a manejar los jueces españoles. Algunos observadores comentan que, si se hubiera limitado a pedir dos años del salario que le había prometido el Santander (20 millones en total), tendría más posibilidades. Pero solicitando 76, lo va a tener mucho más complicado.

En todo caso, gane quien gane, éste no será el final de la guerra. Botín u Orcel recurrirán hasta el Supremo porque, más allá del dinero, han hecho de su divorcio una cuestión personal.

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