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Tesla: ¡el ocaso del cambio!

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Tesla (Foto: EP/Archivo)

“La marca es sólo una percepción y la percepción coincidirá con la realidad al cabo del tiempo. A veces será antes, otras después, pero la marca no es más que una impresión colectiva que tenemos sobre un producto”. Elon Musk

La planificación es uno de los elementos más importantes del desarrollo. Si bien es cierto que la creatividad da paso a la innovación, las grandes ideas que no van acompañadas de un buen plan suelen quedar en el ocaso. Planificar en nuestro mundo de la bolsa no es tan común como aparenta puesto que la falta de educación financiera suele ser flagrante entre los inversores. Al menos, así lo ha sido durante el transcurso de varias generaciones.

Si preguntamos a los ahorradores españoles para qué invierten en bolsa, probablemente nos sorprendería la incapacidad de conocer la respuesta correcta. Lo más sugerente es pensar en «ganar dinero». Pero la banalidad con la que se utiliza esta expresión es contraproducente.

No invertimos en el mercado en busca de una consecuencia explícita como “ganar dinero”. Más bien ganar dinero es consecuencia de hacer bien el trabajo. Invertir en buenos negocios implica asumir de manera razonable la volatilidad de los precios. ¿Cómo? Mediante el conocimiento detallado de los proyectos empresariales y la determinación aplicada a la cartera en forma de gestión del riesgo.

Dicho de una manera más coloquial: tratamos de buscar buenos negocios a buen precio, y que éstos no tengan una excesiva necesidad de inversión en capital, y diversificamos en menor medida exponiendo capital en empresas muy baratas pero con mucho riesgo. Aquellas que o bien están muy endeudadas, o bien tienen necesidad de financiación.

Otra premisa muy interesante que estamos viviendo actualmente es la rotación del ciclo puesto que el mercado suele tener actitudes cortoplacistas y le encantan las narrativas. La narrativa sobre el sector auto está afectando con claridad las cotizaciones, que han tenido un comportamiento sectorial muy negativo, especialmente en Europa. La guerra comercial y la amenaza de nuevos aranceles, junto con la revolución mundial sobre la movilidad de las personas, está claramente inundando de riesgos y a la vez oportunidades el sectorial autos.

Tesla

Casualmente, el mayor abanderado mediático de la narrativa ha sido Tesla, como el buque insignia de un nuevo modelo en el sector del automóvil, ¡el coche eléctrico! Destinado a cambiar los problemas ambientales del planeta, la revolución del coche eléctrico ha llevado a Tesla a ser la compañía de automóviles más cara de la historia de la bolsa (en cuanto a su valoración), llegando a capitalizar a un nivel parecido al de BMW.

Para mí la narrativa de Tesla se ha sobrepuesto a la realidad, ya que es una compañía industrial con un consumo enorme de CAPEX y financiada por la locura del mercado mediante ampliaciones de capital a precios que no aportan creación de valor alguno. Lejos de ello, la industria más sostenible del planeta, la europea, ha visto como el sectorial no ha acompañado el crecimiento de los beneficios debido a otra narrativa: ¡la revolución del transporte social!, que reducirá la venta de coches.

Sea como fuere, este ‘gap’ no deja de ser curioso puesto que si bien es cierto que Tesla ha abanderado de manera definitiva el cambio de la industria del automóvil hacia el coche eléctrico, la compañía no tiene más allá de la marca ninguna patente o innovación tecnológica que le de una ventaja competitiva duradera.

Lejos de ello, la industria europea se ha puesto las pilas para que veamos una revolución en el mundo del auto, que dé cabida a la revolución del transporte social. Viajes compartidos, coches particulares en alquiler y coches de alquiler por horas desde el smartphone reducen la necesidad urbana de un producto creado más por la necesidad emocional que física de las personas. Comprar un vehículo siempre ha sido un gasto ineficiente, financieramente hablando. Sin embargo, pensar que esta revolución eliminará el mercado del automóvil es menospreciar el incesante auge de la clase media emergente que sigue demandando coches.

El caso más flagrante es Renault, ya que cuenta con una capitalización en bolsa de 14.000 millones de euros, cotizando a 4,1 veces sus beneficios y con una participación en Daimler y en Nissan de en torno a 14 millones. Si le sumamos la caja neta de alrededor de 3.500 millones, me deja una conclusión muy obvia: si Renault vende su participación en Nissan y en Daimler tendría más dinero en su caja que el valor total de su propia capitalización. ¡Así de raro es el mercado señores/as! Y por este preciso motivo amo mi oficio. La capacidad de comprender las circunstancias y decidir es parte notable de nuestra tarea diaria como Traders profesionales.

Como decía Mr. Musk, la marca es una percepción, pero la satisfacción es una resta entre las expectativas y la satisfacción. En las expectativas gana Tesla, pero en la satisfacción pasado el tiempo seguro lo hará Renault. Y es que como sabrán, el tiempo es amigo de los buenos negocios y la satisfacción = a la percepción – las expectativas.

Gisela Turazzini, CEO, Blackbird Broker

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