Inversión

¡Rebus sic stantibus!

¡Rebus sic stantibus!
El número de grandes empresas cae en España en junio.

«La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte», Immanuel Kant.

La vida me ha enseñado que los grandes cambios en nuestra sociedad siempre suceden después de un gran shock. Si lo analizan detenidamente es lógico, pues al fin y al cabo el ser humano ama el ‘statu quo’, y tiene la peculiar manía de construir eternidades con elementos hechos de fugacidad, tránsito y olvido. Olvido que por otro lado siempre hay que recordar muy despacio, para aprender y no repetir las cosas que nos han sucedido.

Si no existe una necesidad imperante, no existe el cambio. De ahí nace el gran tópico de que detrás de cualquier crisis existe una gran oportunidad.

Como seres sociales vivimos anclados en una manera de pensar obsoleta que se establece como común denominador entre el conjunto de ciudadanos de una sociedad cada vez más global. Esta forma de pensar hace que compartamos algunos de los valores y metas que nos definen, y a su vez exigen. Lamentablemente y pese a ello, tengo claro que si tuviéramos que explicar el mundo a través de los libros más vendidos de la historia, el ser humano busca desesperadamente huir del mundo que hemos creado. Un mundo en el que el error está en desear una vida inmóvil, en desear que el tiempo se detenga, que el amor sea eterno, y que nada muera para así acomodarnos levantando muros protectores que a posteriori den por seguro se convertirán en cárcel. Aprendamos a dudar, y aprenderemos a pensar.

Los atentados del 11S trajeron consigo la implantación del terrorismo global. El mundo cambió y nuestra sociedad se adaptó a dicha transición, siendo éste uno de los desafíos más grandes de la humanidad en el siglo XXI. El crash de 2008 sentó dos grandes precedentes; el primero, la injusta redistribución de la riqueza provocada por un trasvase despótico de los capitales, desde la economía productiva a la especulativa. El segundo y muy positivo, la renovación de la escala de valores sociales. La desmedida ambición materialista de la primera década del siglo XX se ha transformado en una década millennial, en la que las pequeñas cosas tienen valor, pasando de esa ridiculez de aparentar malentendida.

Siempre he mantenido que no es tanto lo que aparentes, sino lo que podrías aparentar, y claramente me sitúo en el lado de la elegancia. La inteligencia emocional se ha antepuesto haciendo nuestro mundo un poco mejor, para darnos cuenta de la cantidad de cosas que no necesitamos para nada. El amor por los animales, el respeto hacia la igualdad de género, así como la normalización de la orientación sexual de cada persona son tres ejemplos de los que estar muy orgullosos.

Equilibrio

La crisis actual generará una gran oportunidad para aquellos que sepamos advertir el cambio antes que nadie, y entendamos que hay mucha diferencia entre luchar por no morir y luchar por vivir; entre luchar por salvar la vida y luchar por conservarla. Esta maldita pandemia ha venido para quedarse, y debemos aprender a cohabitar con ella cuanto antes. La colaboración sanitaria mundial para un mejor tratamiento de los pacientes, la coordinación global entre Estados para determinar con éxito los confinamientos, y la previsión de los hospitales para ampliar UCIs si fuera necesario, son tres elementos clave para hallar el equilibrio entre cohabitar con la pandemia y mantener la economía viva.

En la presentación de resultados empresariales que recién comienza, estamos entendiendo hasta qué punto las compañías han sido azotadas por el confinamiento. La temporada de verano del sector turístico que parecía recuperada tras la efectiva activación del Estado de Alarma, hoy peligra tras el descontrol de los rebrotes. Las dudas sanitarias explican en parte los motivos por los que por ejemplo IAG anunciaba esta semana una posible ampliación de capital para fortalecer su balance.

Por otro lado, Talgo presenta resultados con pérdidas semestrales en lo que prometía ser el mejor año de su historia, el siempre homenajeado negocio de mantenimiento no ha logrado socavar la pandemia al cerrarse el tráfico ferroviario. La agilidad de la compañía a la hora de adaptar la cadena de aprovisionamientos y los costes de personal a la velocidad de la Covid-19, no ha sido suficiente para mantener a flote los márgenes de su rentable negocio de fabricación.

En ambos casos se explica tácitamente la gran diferencia existente entre negocios y sectores zurrados por un ‘Black Swan’ aleatorio e impredecible, pero que nos recuerda aquello de que las compañías con caja neta son un refugio en épocas de crisis, y que las ampliaciones de capital son lo que estropea las cotizaciones y resta valor al accionista. En el caso de Talgo, tener una cartera de pedidos en el negocio de fabricación hasta 2023 le da solidez a la compañía durante cuatro años, mientras se recupera gradualmente el tráfico ferroviario y el negocio de mantenimiento. En cambio, en IAG, así como en el resto de compañías aéreas, me queda la duda de en qué se convertirán más allá de este año.

Como dicen los letrados, ¡rebus sic stantibus! una cláusula que se traduce en; “estando así las cosas”, y que aunque no está implícita es existente en muchos contratos de manera tácita, y viene a reflejar que en un contrato entre partes un suceso como la Covid-19 es capaz de desigualar las condiciones pactadas, por lo que es de pleno derecho reclamar por vía judicial una renegociación de los mismos, lo cual nos ayuda a comprender que el ser humano sabrá adaptarse a una nueva situación mucho antes de que encontremos la cura definitiva.

Por encima de todo lo demás, esta brutal crisis nos habrá hecho recordar la importancia de las pequeñas cosas, como ya pasó en 2008, y nos enseñará a valorar los hechos que verdaderamente nos hacen felices. A aprender que todo el mundo te quiere hasta que te conviertes en su competencia, y que nuestros cerebros están llenos de palabras que aconsejan, sugieren, insinúan, conminan, imponen, segregan, eliminan… y a su vez viven en armonía con sus contrarias. Por eso la gente hace lo contrario de lo que piensa creyendo pensar lo que hace.

En cuanto a nuestras empresas, esperemos que no sea así y busquen la sostenibilidad por encima de la rentabilidad dentro de su escala de valores. Pero antes de llegar a tal fin, deberemos demostrar la fortaleza que nos caracteriza, ya que con la mayor facilidad del mundo podemos perdonar a un niño que tema a la oscuridad, ¿verdad? Pero que un adulto tema la luz sería la verdadera tragedia de esta vida, ya que convertiría en pasado aquello que recuerda como futuro, y olvidaría que la esperanza no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, salga como salga.

Gisela Turazzini, CEO de Blackbird Bank.

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