Ni vacunas ni fondos europeos: la economía no se normalizará hasta 2022
Diego Barceló Larran, director de Barceló & asociados.
El plan de recuperación del Gobierno se basa en las inversiones a financiar con los fondos de la UE y el plan de vacunación. Ambas cosas van más lentas de lo deseable.
Un requisito para la distribución de los fondos es que los 27 países ratifiquen la “Decisión de recursos propios”. Tal es el instrumento que permite a la Comisión Europea emitir bonos por 750.000 millones de euros para financiar los desembolsos. Al 29 de abril, aún había nueve países en los que dicha ratificación está pendiente.
Cada país debe presentar un plan que “atienda” las recomendaciones específicas comunitarias. Las recomendaciones para España antes de la pandemia incluían limitar el crecimiento del gasto público, preservar la sostenibilidad del sistema de pensiones y mejorar la aplicación de la Ley de unidad de mercado.
La Comisión exige que al menos un 37% de los recursos vaya a los “objetivos climáticos”, y al menos un 20% a la “transición digital”. Es discutible que esos objetivos coincidan en todos los países con los sectores que maximizarían la rentabilidad económica y social de los proyectos de inversión.
Los planes -Portugal fue el primero en presentarlo, el 22 de abril- deben ser revisados por la Comisión; luego, deben traducirse en instrumentos legales para ponerse en marcha. Aun suponiendo una rápida aprobación de la “Decisión de recursos propios” por todos los países, es un proceso lento.
Además, hay una cuestión de magnitud: el plan español contempla inversiones por 69.500 millones de euros hasta 2023 (el resto hasta los “140.000 millones” de que siempre se habló, será para 2024-2026). En algo más de dos años se financiarían inversiones por un valor equivalente al 6% del PIB.
Es una cantidad significativa, pero insuficiente por sí misma para recuperar una economía grande como la española. Por eso el gobierno debería presentar ya un plan que despeje las amenazas que penden sobre el futuro de nuestra economía y debilitan la confianza de empresarios, consumidores e inversores (déficit fiscal, deuda pública, etc.).
Hasta el 27 de abril, se inyectaron en nuestro país 15,4 millones de dosis de vacunas contra la Covid-19 (unas 126.000 por día). Si en España viven 39,1 millones de personas de más de 16 años, vacunar al 70% implica inmunizar a 27,4 millones de personas. Como se empieza a disponer de una vacuna de una sola dosis, para inmunizar al 70% se necesitan unos 50 millones de vacunas. Por lo tanto, faltan 34,6 millones. Para suministrarlas, al ritmo de los últimos cuatro meses, harían falta 275 días.
Se pueden hacer diversos supuestos (que se apliquen más vacunas de una sola dosis, que el ritmo de vacunación de acelera, etc.) y hay aspectos por definir (si se vacuna o no a los menores de 16 años, etc.). Como fuere, llegar al final del verano con el 70% de la población adulta vacunada es una meta muy ambiciosa. Así, la normalización de la economía española no es algo que cabe esperar para dentro de pocas semanas, sino, más bien, para dentro de varios meses.
Algunos indicadores económicos ratifican esta impresión. Por ejemplo, el número de asalariados en ERTE aún supera las 650.000 personas a mediados de abril. Más del 4% de los asalariados, más de un año después del inicio de la pandemia, continúa sin poder trabajar con normalidad y con sus ingresos recortados.
En el sector bancario, el porcentaje de créditos al sector privado no financiero en situación dudosa, lleva seis meses estancado en 4,5%, cuando esta variable todavía estaba lejos de haberse normalizado tras la crisis anterior (hasta 2008, la proporción de créditos dudosos era 2% o menos).
Los indicadores de confianza muestran un estado de opinión débil. En especial, tal es el caso de los consumidores: preguntados acerca de la situación económica actual de España responden con la mayor proporción de respuestas negativas de toda la serie histórica.
Hoy, lo prudente es esperar un crecimiento del PIB para 2021 en torno al 4%, con un primer semestre atípico y un segundo semestre que debería mostrar síntomas de mejoría. Recién en 2022 podrían recuperarse los niveles de empleo y producción de 2019. Nada está garantizado: siempre puede haber nuevos errores de política económica que arruinen la recuperación.