Maduro destruye la economía de Venezuela: hiperinflación, desplome del PIB y huida de 5.000 venezolanos al día

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Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro (Foto. Getty)
María Villardón

Venezuela vive la peor crisis económica y humanitaria de toda América Latina. El aislamiento del régimen de Nicolás Maduro está trayendo consecuencias económicas devastadoras. Una inflación de 14.000%, un desplome del PIB del 15%, escasez de alimentos, falta de medicinas y un mercado negro de dólares. Un escenario que eleva la mortalidad entre las mujeres embarazadas y los niños, según explicó la propia ministra de Sanidad de Maduro que, por supuesto, fue cesada de manera fulminante. Como consecuencia, cada día salen del país 5.000 venezolanos, según datos de ACNUR, hacia Colombia, Chile y Brasil. 

Venezuela está sufriendo una verdadera estampida humana. Si sigue el ritmo de espantada actual, 1,8 millones de personas saldrán definitivamente de Venezuela este 2018, es decir, más del 5% de la ciudadanía se marchará. La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) señala del desastre directamente a Nicolás Maduro: “Es una crisis hecha por el hombre, culpa de las políticas delirantes e inhumanas de este Gobierno de izquierda que exacerbó una crisis humanitaria evitable”.

Los datos económicos asustan y sumen a Venezuela en una crisis salvaje, según datos del último informe del FMI, la inflación será del 14.000% a finales de año y el PIB venezolano se hundirá un 15%. Sólo en lo que llevamos de año, ha habido una inflación del 453%, los precios de los alimentos básicos cambian cada 24 horas.

Pero no sólo eso, además, según las propias palabras de la ministra de Sanidad venezolana, Antonieta Caporole, la tasa de mortalidad entre mujeres embarazadas se ha disparado un 66% y la infantil aumentó un 30%. Por supuesto, tras pronunciar estas palabras la mandataria fue cesada de su cargo. También, según una investigación llevada a cabo por los opositores al régimen bolivariano, casi el 80% de los hospitales venezolanos no tienen agua corriente.

Los venezolanos que huyen de sus casas llegan a la frontera con Colombia, una llegada masiva de emigrantes que ha sido confirmada por el propio presidente Juan Manuel Santos. Ahora, según datos de ACNUR, hay en el país receptor alrededor de 600.000 venezolanos refugiados que malviven en las calles colombianas. También, según cifras de la organización humanitaria, 40.000 inmigrantes llegan a Perú entre enero y febrero de 2018; mientras que otra parte de estos ciudadanos se han ido a Panamá, Chile, Ecuador y Brasil.

600.o00 venezolanos se refugian en Colombia

La pasada semana, EEUU anunció la donación de 16 millones de dólares para ayuda humanitaria que irá a parar a los países receptores para aliviar a los refugiados. “Esta asistencia ayudará a proporcionar al pueblo de Venezuela agua potable, suministros de higiene, refugio, protección contra la violencia y la explotación, y oportunidades de trabajo y educación”, señalan desde USAID. En total, el país estadounidense, según datos de esta agencia, ascendió a 21 millones de dólares desde 2017.

La realidad humanitaria choca de bruces con la riqueza que Venezuela tiene bajo sus pies. Se trata de uno de los países más ricos del mundo en petróleo, sin embargo, la falta de planificación e inversión en infraestructuras sumado a un alto gasto público están arruinando al país. Todo iba bien cuando el Brent cotizaba en los 120 dólares, pero el castillo de naipes se cae en enero de 2016 cuando se desploma hasta los 26 dólares.

Fue la ruina de un país que ha apuntalado su economía sobre el gasto público, inseguridad jurídica para las empresas y férreo control sobre la divisa venezolana. Un hecho que ha traído como consecuencia un mercado negro de dólares para la compra de productos básicos y medicinas en la clandestinidad.

Como ha recordado Mark Green, jefe de Misión de USAID, Venezuela “fue una vez la región más rica de América del Sur, tiene vastos recursos naturales y debería ser una nación donante, un líder regional, que brinde asistencia a otras naciones menos desarrolladas y personas menos afortunadas”. Sin embargo, ha explicado, “en lugar de responder al sufrimiento, lo está impulsando, causando una escasez generalizada de alimentos, medicinas y combustible”.

El bombeo de crudo de Venezuela está en sus niveles más bajos desde hace tres décadas, según datos de la OPEP produjo una media de 1,5 millones de barriles diarios en marzo, un 5% menos que un mes antes. La grave crisis se deja sentir también en la petrolera estatal PDVSA que está al borde del default asfixiada por la deuda y las sanciones financieras de EEUU.

Donald Trump, presidente de los EEUU, ha prohibido la compra de deuda pública de Venezuela, un paso más en la quiebra técnica en el país que sólo cuenta con China, Rusia e India como usureros.

No estamos muriendo de hambre”, comenta a FT Purificación Rivero, una emigrante venezolana perteneciente a la tribu indígena Warao refugiada en Brasil. “Mi familia ha muerto de hambre y culpo al Gobierno venezolano de dejar morir a los pobres”, añade.

La producción alimentaria sólo alimenta al 25% de la población

Según datos de Fedeagro, la producción actual de alimentos en el país no permite alimentar a más del 25% de la población. Es más, a la orden del día están las cartillas de racionamiento y la restricción de alimentos. Carlos de Oteyza, historiador y cineasta venezolano, me explicaba hace apenas un año en una entrevista que “el hambre era real. He salido de casa esta mañana y vi a tres chicos jóvenes comiendo de la basura. Es lo cotidiano, yo soy uno de esos privilegiados que no tiene que hacer colas en los supermercados”.

Explicaba que con la cartilla de racionamiento “no puedes ir a comprar al supermercado todos los días, depende del número en el que termine tu carnet de identidad puedes ir o no a comprar productos subsidiados por el Gobierno”. Claramente, me comentaba, “hay una doble economía, el resto de días que no se compra los alimentos subsidiados, se tiene que optar por el mercado negro”.

Ante este escenario, las medicinas se han convertido en auténticos lujos para los venezolanos, éstos deben recurrir a comprarlos del exterior y, por supuesto, en dólares. Fruto de esta escasez, han regresado enfermedades de posguerra hace tiempo erradicadas.

Maduro, lejos de ver una desoladora realidad, prefiere echar balones fuera y culpar de la crisis económica a un ‘complot imperialista’ orquestado por los Gobierno ni afines a la ‘revolución bolivariana’ y la empresa privada autóctona. El presidente se niega a permitir la entrada de ayuda humanitaria, un gesto que seguirá provocando la huida de la población más desfavorecida, pues los adinerados huyen a California y Europa, fundamentalmente España.

El próximo 20 de mayo los venezolanos acudirán a las urnas para elegir un nuevo presidente, pero no se espera que Maduro salga del poder ni que la realidad social y económica de los venezolanos cambie.

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