Iván Espinosa de los Monteros

El coautor del programa económico de VOX: «El Estado está para servirnos, no al revés»

"No se trata de extender Presupuestos anteriores, sino de diseñar unos nuevos"

"El Estado ha demostrado que no es capaz de adaptarse para generar más bienestar al ciudadano y que se vaya reduciendo"

VOX
Iván Espinosa de los Monteros.
Borja Jiménez

Iván Espinosa de los Monteros, Vicesecretario de Relaciones Internacionales de VOX, explica en OKDIARIO el programa económico de su partido, del que es coautor. VOX aboga, a grandes rasgos, por una gran bajada de impuestos, un Estado mínimo, una gran reducción del gasto público y, en definitiva, un sistema más eficiente.

Pregunta: Su programa electoral está cargado de bajadas impositivas, ¿qué se busca?

Respuesta: Primero, reducir la carga impositiva de los españoles a través de todos los impuestos que hay. Hay que hacer una revisión de todos los impuestos, para o bien bajarlos o bien suprimirlos, como en el caso del impuesto de sucesiones, de patrimonio o de donaciones, en toda España.

En todos los demás, incluido el IRPF, hay que aplicar una rebaja sustancial, porque creemos que quien mejor administra su dinero es el propio español. Creemos que la Administración Pública tiene que tener unos recursos para hacer aquello que es necesario para el conjunto de la nación, pero también creemos que hay muchísimo despilfarro y muchísimo dinero mal gastado. De ahí, nuestra política general. El principio general es: impuestos, los justos.

P: ¿Cómo se bajan impuestos sin generar déficit? 

R: España está instalada en el déficit estructural, parece que es normal cumplir unos objetivos de déficit cuando no es ni normal ni sano. España no debería estar pensar en un objetivo de déficit, sino en un objetivo de superávit o, como mínimo, de equilibrio presupuestario. Porque cada euro de déficit que generamos es un euro que dejamos de deuda para nuestros hijos y nuestros nietos.

Nosotros afrontamos una enorme reducción de gasto. No se trata de extender Presupuestos anteriores, sino de diseñar unos nuevos. Ver en qué consiste el Estado, ver qué cosas puede hacer y cuáles no, y a partir de ahí asignar unas partidas presupuestarias en base cero. Como si estuviéramos volviendo a empezar.

«No se trata de extender Presupuestos anteriores, sino de diseñar unos nuevos»

Lo que se ha instaurado, porque la gente se acostumbra y se vuelve cómoda, es coger los Presupuestos del año anterior y, sobre él, se suben o bajan las partidas. Pero nadie se plantea si todo el gasto que está asumiendo el Estado desde hace muchos años tiene sentido o no. Ahí entra, por ejemplo, nuestro plan de reducción de entes públicos, de sociedades públicas, de las autonomías… y la centralización de las ciudades y de las Autonomías.

Nosotros creemos que todo esto puede tener un impacto fortísimo en la reducción de gasto público, y además creemos que puede tener también un gran impacto en la generación de Producto Interior Bruto (PIB). Creemos que se puede crecer muchísimo si el Estado, lejos de convertirse en una losa, se convierte en un elemento de competitividad que convierte al pequeño autónomo, al pequeño empresario, al profesional, a la pequeña y mediana empresa, en generar más actividad, generar más empleo, y generar una mayor recaudación fiscal aunque los tipos sean menores.

«Para nosotros el Estado tiene un papel demasiado protagonista, hay mucho despilfarro, y creemos que hay mucho donde recortar sin que los ciudadanos noten ningún cambio»

Nosotros partimos de esa base. Para nosotros el Estado tiene un papel demasiado protagonista, hay mucho despilfarro, y creemos que hay mucho donde recortar sin que los ciudadanos noten ningún cambio. No se trata de que haya menos enfermeras, menos bomberos o menos policías, se trata de que, sin que se note, se reduzca el gasto político. El gasto que sólo se nota en el bolsillo de los políticos y de sus organizaciones y sus tramas de amigos colocados, enchufados, que necesitan esos puestos para sobrevivir pero que no generan nada para los españoles.

P: Y, ¿esto sería un primer paso para un cambio radical hacia un Estado subsidiario?

R: Aquí hay, en nuestra opinión, dos cosas. Por un lado, en general, es bueno que el Estado sea lo más pequeño posible. Yo creo que la reducción del tamaño del Estado es buena. Hay actividades que ejerce el Estado que impiden que se ejerzan desde la actividad privada. Tú no puedes competir con el Estado.

Segundo, aunque se mantuviera el mismo nivel de actividad del Estado en la economía española, yo creo que todos, en los últimos veinte años, hemos aprendido a hacer mucho más con mucho menos. Si tú entras en la redacción de OKDIARIO, y lo comparas con lo que era la redacción de el diario El Mundo hace quince años, pues no me cabe ninguna duda de que estáis generando un contenido parecido, con muchísima menos gente. Porque hemos aprendido a ser muchísimo más eficientes. Tenemos el uso de la tecnología, hemos desintermediado mucho, no hacen falta tantas secretarias, bedeles, fotocopistas… La tecnología ha hecho que todos trabajemos de manera mucho más eficiente y seamos capaces de hacer más con menos. En todos los ámbitos de la vida… excepto en el Estado.

El Estado ha demostrado que no es capaz de adaptarse para generar más bienestar al ciudadano y que se vaya reduciendo. Con dos excepciones, ojo. Dos excepciones muy significativas que demuestran que el Estado, cuando quiere, sí puede. Ambas, qué curioso, por el lado de los ingresos.

«El Estado ha demostrado que no es capaz de adaptarse para generar más bienestar al ciudadano y que se vaya reduciendo»

Por un lado está la Dirección General de Tráfico, uno de los órganos más eficientes que he visto en mi vida. No creo que haya muchos sitios en el mundo que sean capaces de sacarte una foto en una carretera en la que vas cinco kilómetros por hora por encima de la velocidad permitida, leer tu matrícula, identificar al propietario, enviarle la multa, comprobar a los veinte días si lo has pagado, si no se ha enviado, enviar una segunda carta y, si no has pagado, encontrar tu cuenta bancaria, extraerte el dinero y abonárselo a la suya. Y todo sin que intervenga una mano humana. La eficiencia que tiene la Dirección General de Tráfico para poner multas es magia. Si el Estado fuera siempre así, si el modelo fuera la DGT y se aplicara a todo el Estado, no es hablásemos de reducción de gasto, es que se reduciría a la mitad del gasto político.

El otro órgano eficiente en el Estado es Hacienda. La Agencia Tributaria española. Y mira que me he enfrentado a haciendas por el mundo, y no hay en todo el mundo una Hacienda tan eficiente, tan dotada de medios tecnológicos, tan perfecta, como la Agencia Tributaria española. No he visto nunca una Hacienda capaz de mandarte la declaración de la renta sin errores, en un 99,9% de los casos, porque saben todo acerca de ti. La eficiencia de la Agencia Tributaria española es impresionante.

Con esto quiero decir que cuando el Estado quiere, curiosamente siempre por el lado de los ingresos, lo hace. Cuando el Estado se quiere facilitar la vida a sí mismo, lo hace, y la eficiencia es tremenda. Y es comparable a Google, a Apple, a Microsoft, y a las empresas más avanzadas del mundo. Pocas empresas, entidades privadas -públicas ya ni digamos-, tienen el nivel de eficiencia tecnológica y de productividad por funcionario que tiene la DGT o Hacienda.

«Cuando el Estado se quiere facilitar la vida a sí mismo, lo hace, y la eficiencia es tremenda»

Nosotros lo que decimos es: tomemos como ejemplo estas dos entidades, y apliquémoslo a todo. Pero, sobre todo, a aquellos apartados que no están para recaudar sino para dar un servicio al ciudadano. Que cuando tú vayas a pedir una licencia, que funcione de forma tan eficiente como cuando te ponen una multa de tráfico. Y te contesten, no en seis meses, sino en un mes.

P: La izquierda, sin embargo, defenderá que toda esta digitalización, destruirá mucho empleo.

R: La labor del Estado no es proteger los empleos de nadie que esté instalado en la ineficiencia.

P: Pero, sobraría mucho empleado público del que a día de hoy no se puede prescindir.

R: Pues les asignaríamos otras tareas. Tareas encaminadas a hacer la vida más fácil a los españoles, no más difícil. No a complicar con trabas, con burocracia, con leyes, con exenciones… No. A hacer la vida más fácil.

Lo que nos falta a los españoles todavía es tomar conciencia de que el Estado está para servirnos a nosotros. De que el empleado público, o el político, es un servidor público. Es decir, que tú no estás al servicio del Estado. Al revés. El Estado es el que te tiene que dar servicio a ti. Y hay muchos aspectos en los que el Estado puede servir a los españoles. Desde asistir a los dependientes, ayudar a las personas que necesitan ayuda sanitaria… Hay miles de cosas.

Yo no creo en la ayuda económica, no hablo de subvencionar. Sino ayudar a allanar el camino a quien está montando una empresa, a quien exporta, a quien genera actividad, que genera empleo. A quien contribuye a la sostenibilidad y el desarrollo de España.

P: Sanidad y Educación… ¿públicos?

R: A mí no me cabe duda de que, si estamos en un país en el que creemos que todos los españoles son libres e iguales ante la Ley, pues deberíamos tener todos unas prestaciones y unos servicios, también libres e iguales.

Queremos una Sanidad pública eficiente. En la que, en lugar de tener diecisiete centros, con diecisiete estructuras paralelas, tengamos una solo, con una tarjeta única sanitaria, a nivel nacional, y donde se dirijan, desde un punto políticamente centralizado, y administrativamente descentralizado. Es decir, yo no me voy a llevar a una enfermera murciana a Madrid, pero es que a lo mejor no me hace falta un jefe de compras de Sanidad en Andalucía, y otro en Galicia, y otro en Cataluña, y otro en Madrid, cuando puedo tenerlos a todos en un solo sitio.

El otro día hablaba con el directivo de una farmacéutica, y me decía que desde que la sanidad se ha descentralizado, su empresa ha tenido que multiplicar su fuerza de ventas, su estructura comercial, y sus costes, para dar servicio a las diecisiete Comunidades. Han multiplicado por diecisiete su estructura comercial, y también sus proveedores. Y claro, esto encarece el producto, encarece el coste y encarece la sanidad.

Con la Sanidad centralizaríamos, simplificaríamos, aplicaríamos la tecnología, y dejaríamos descentralizada la parte administrativa. Insisto, yo no me voy a llevar al director del Hospital de Valencia a Madrid. Aplicando la lógica, el sentido común, y una economía de escala, es obvio que la Sanidad va a ser más barata, que dará mejor servicio a todos los españoles, y es obvio que al murciano, al canario o al gallego, les da igual absolutamente igual quién sea el consejero de Sanidad, o el ministro de Sanidad. Lo que quiere es que le atiendan bien y, si somos capaces de descentralizarlo, lo tendrán.

«Con la Sanidad centralizaríamos, simplificaríamos, aplicaríamos la tecnología, y dejaríamos descentralizada la parte administrativa»

Además, hay una cosa de la que se habla poco. En España, hay lugares en los que hay centros especializados, o donde hay hospitales especialmente buenos. Pongamos un ejemplo, imaginemos que en Asturias se ha desarrollado una especial capacidad para operaciones para cirugía ocular. Pues, si ya sabemos que en Asturias son especialmente buenos, hagamos de ello un centro de excelencia, invirtamos recursos del Estado, y hagamos que pueda viajar ahí un cordobés que tiene una cosa muy específica en el ojo. Y es que no puedes tener diecisiete centros especializados, mejor tener uno que sea un súper equipo, que atienda a los cordobeses, a los canarios y a los madrileños. Y que el Estado pueda cubrir el transporte y la estancia de ese cordobés a Asturias. El mejor ejemplo de esto es el Centro Nacional de Transplantes. Que es excelente. Y, ¿por qué funciona? Porque es nacional.

Con la Educación tres cuartos de lo mismo. Si tenemos un Plan de Educación nacional que se imparta en toda la nación de manera similar será mejor. Yo puedo entender que en algunas zonas en las que tengan lenguas propias, se pueda enseñar de manera optativa, nunca obligatoria. Y que se pueda elegir si se usa como lengua vehicular o como una asignatura más.

Pero claro, lo que no puede ser es que a un señor de Murcia le toque irse a Cataluña y sus hijos no se puedan escolarizar porque no hablan catalán, o que un médico extremeño no pueda tener trabajo en Baleares porque no habla mallorquín.

Tengo unos amigos colombianos que querían venir a España, porque era su sueño, y estaban encantados con este país y querían ir a Barcelona a instalar su empresa. Y, cuando llegan a Barcelona, se encuentran con que no pueden escolarizar a sus niños en ningún sitio porque no hablan catalán, y ven que su oferta educativa es el sistema público catalán y punto. Nada más. El sistema privado también es catalán o en hebreo, en inglés, en alemán, en árabe… En cualquier idioma menos en español. Pues al final, llevan a sus hijos a un colegio inglés. Pero esa no era la idea.

Estamos en un sistema pensado para ricos. Y, ¿quiénes llevan a sus hijos a colegios privados? Los ricos, como los Pujol, como los de CIU. Ellos no son víctimas del sistema. Pero la clase media, la clase trabajadora, que no tiene dónde elegir, sí.

P: ¿Y la Justicia?

R: Exactamente lo mismo. ¿Cómo es posible que haya prófugos de la Justicia en una región y que nadie se entere? Es decir, un tío en Sevilla que lo detienen por pederasta y que tiene antecedentes en Cataluña. Le juzgan en Sevilla y en Cataluña ni se enteran de que ha sido detenido. ¡Pero bueno! ¿Cómo es posible? Es absurdo.

«¿Cómo es posible que haya prófugos de la Justicia en una región y que nadie se entere?»

Lo que decimos son cosas tan de sentido común que yo no creo ni que sean de derechas. No ya ultraderecha, como dicen, sino ni siquiera de derechas. Son cosas de sentido común. No tiene nada que ver con ideología política, me parece a mí.

P: Salario Mínimo Interprofesional. ¿Sí o no?

El Salario Mínimo Interprofesional es un elemento que se pone en práctica porque tenemos un mercado laboral ineficiente. Es verdad que, en este mercado, hay mucha gente que trabaja con sueldos muy bajos. Sueldos que no tienen sentido. A pesar de que sus empleadores asumen una enorme carga empresarial al contratarles. ¿Cuál es la disonancia? Pues que un mileurista en realidad es un dosmileurista atracado por el Estado.

Alguien que tiene mil euros de renta disponible, a su empleador le cuesta dos mil. Entonces, el empleador no es que desea que su empleado gane mil euros, le paga dos mil, pero al otro no le llegan. Si recortamos esos gastos, si bajamos las cotizaciones sociales, y a la vez generar más empleo con todas las medidas que estamos diciendo, podríamos subir el sueldo de todos los españoles doscientos o trescientos euros sin que le costara más al empleador, sólo fruto de la ineficiencia actual del sistema.

«El Salario Mínimo Interprofesional es un elemento que se pone en práctica porque tenemos un mercado laboral ineficiente»

Como no tenemos eso, hay que tener un SMI para que haya gente que no gane sueldos demasiado bajos. Pero, ¿cuál es el efecto negativo? Pues que estás impidiendo el acceso a su primer trabajo a gente con poca experiencia, que sale directamente de ciclos de formación profesional… Es decir, en el primer empleo es donde más daño hace el SMI. Si tú le pones un SMI demasiado elevado, lo que haces es impedir el acceso al mercado de todos esos trabajadores.

Primero, hay que hacer que el mercado laboral sea más eficiente, para que la gente pueda ganar más, que le cueste menos al empresario y, en ese contexto, ni hace falta un SMI. Y, además, dejaríamos de preocuparnos tanto de la precariedad del empleo porque se produce un mercado contrario a lo que tenemos ahora, en el que hay muchos trabajadores y pocos empleos.

En un mercado sano sucede todo lo contrario. Yo, en Estados Unidos, tenía una empresa en la que mi socio se puso a contratar a más gente de la que realmente necesitábamos y, cuando nos dimos cuenta, tuvimos que explicar a la gente que algunos de ellos se tenían que ir y yo pensaba que ese iba a ser el momento más desagradable de mi vida. Bueno, pues la gente se fue de una manera correcta, incluso agradecida por la experiencia con nosotros, porque sabían que iban a ser recolocados pronto. Y así fue. La precariedad no te asusta cuando sabes que tiene sustitutivas.

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