¿Por qué el Gobierno está tan nervioso? Ferrovial pone en peligro el retiro dorado de Sánchez en Europa
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El Gobierno sale en tromba contra Ferrovial porque su marcha deja en evidencia las políticas de Sánchez
Menudo revuelo se ha armado esta semana con el anuncio de Ferrovial de que cambia su sede social de España a Países Bajos. Algo lógico porque es un verdadero golpe a la imagen de España que una de sus principales multinacionales cambie la sede. Y eso explica en parte la reacción desabrida del Gobierno de Pedro Sánchez. Pero sólo en parte. Porque dicha reacción, aunque inicialmente moderada, ha derivado en auténtico pánico. ¿Qué hay detrás?
Obviamente, está la necesidad de buscar una cortina de humo -la táctica habitual socialista- para tapar los escándalos de la Ley del sólo sí es sí y del Tito Berni. Y la campaña permanente contra los empresarios, para la que lo de Ferrovial era una carnaza irrenunciable. Pero eso se trocó en nerviosismo incontrolable el miércoles y hasta el propio Sánchez escenificó esos nervios el viernes, ya que este ataque le obliga a meterse en terrenos pantanosos que se van a volver en contra de sus aspiraciones.
Hay que partir de la situación del propio Sánchez, que, como es bien sabido, no tiene más ideología y principios que el propio Sánchez. Como ha informado OKDIARIO, el presidente está preparando su retiro dorado en un cargo europeo en caso de que no pueda gobernar tras las próximas elecciones. De ahí que esté preparando la Presidencia española de la UE en el segundo semestre del año como si fuera la Conferencia de Yalta, a pesar de la poca relevancia de estas presidencias. Y lo de Ferrovial supone un gravísimo contratiempo para estos planes.
¿Por qué? En primer lugar, porque pone sobre la mesa que en España pasan cosas que expulsan a las empresas que crean riqueza y empleo, cosa que no gusta nada en la UE. Hasta ahora, Sánchez se había camelado a las autoridades europeas, básicamente a Urusula von der Leyen y Christine Lagarde, para que le dieran todo lo que pedía: básicamente, las compras de deuda del BCE, los fondos europeos Next Generation y hacer la vista gorda ante el desmadre de las cuentas públicas. Ahora, lo va a tener mucho más difícil porque en Bruselas van a empezar a fijarse en las políticas y las constantes declaraciones gubernamentales contra la empresa y el libre mercado que provocan que las empresas se vayan.
Discurso antieuropeísta
En segundo y más importante lugar, porque lo de Ferrovial le ha obligado a hacer un discurso nacionalista español y, por ende, antieuropeísta. Hablar de patriotismo y de ser antiespañol (no me nieguen que es divertidísimo oír a Echenique hablar en estos términos, nos faltan Rufián y Bildu) porque una empresa se va a otro país de la UE, fundador de la misma para más inri, es un discurso que en Bruselas recuerda a Meloni o a Orban, no a una socialdemocracia avanzada al estilo nórdico. Y que genera enorme rechazo en los países centrales de la Unión.
Además, Ferrovial ha usado una figura legal, la SE (Sociedad Europea), que impuso la UE precisamente para facilitar el cambio de sede de empresas dentro de la Unión. Y ahora España se opone a esa movilidad a las primeras de cambio.
Este discurso puede socavar gravemente las posibilidades de Sánchez de dar el salto a Europa, lo cual explica el ataque de pánico que ha transmitido a sus fieles peones. Así que el remedio de la cortina de humo ha acabado siendo peor que la enfermedad. Es llamativo que haya sido mucho más radical la supuestamente europeísta Nadia Calviño que la habitualmente lenguaraz María Jesús Montero; debe de ser la fe del converso.
Por qué ahora
Por supuesto, el argumento preferido del Gobierno es que Ferrovial se va para no pagar impuestos en España, básicamente Sociedades y el de las grandes fortunas de Rafael del Pino y de sus principales directivos. Aparte de que estas cosas hay que cogerlas con pinzas -Del Pino hace años que tiene casi todo su patrimonio en Países Bajos y aquí se beneficiaría de la exención del 95% por empresa familiar-, lo que hace precisamente es poner en evidencia el maltrato fiscal que inflige España a las empresas y los empresarios. Y que no inflige la mayoría de los países europeos.
En realidad, el tema fiscal no aparece en los argumentos oficiales de Ferrovial para irse de España, aunque claro que importa, más por el Impuesto de Sociedades, donde España le obliga a tributar por el 5% del beneficio que obtiene en el exterior y los Países Bajos no. Lo de que tiene el grueso del negocio fuera es cierto… pero en Países Bajos, precisamente. Más peso sí que tiene el acceso a la liquidez internacional y el rating del país, mejor que el español, es un momento de fuerte subida de los tipos de interés.
En todo caso, esto no ha sido una cosa que se haya decidido de la noche a la mañana, sino que lleva años (no meses) preparándose. La gran pregunta es por qué Del Pino ha decidido dar el paso ahora y no lo hizo el año pasado, por ejemplo -en pandemia era imposible-. O, más curioso, por qué no ha esperado a las elecciones a ver si hay un cambio de Gobierno. Como ha publicado también OKDIARIO, muchas empresas están esperando a los comicios y, si gobierna Sánchez, harán las maletas.
¿Habrá desbandada?
Hay quien sostiene que Del Pino lo ha hecho precisamente para golpear al Gobierno, abrir el camino a otras compañías y hacerle daño electoral. Una tesis no demasiado sólida, la verdad, y más en un país tan poco liberal como éste. Otros dicen que las necesidades financieras derivadas de su elevada deuda le impedían esperar hasta diciembre, algo más creíble. O simplemente, que se ha hartado del acoso y derribo a las empresas y ha pensado que hoy es tan buen día como otro cualquiera antes de que la cosa vaya todavía a peor.
Sea como fuere, el peligro para Sánchez y sus aspiraciones europeas es que Ferrovial provoque una desbandada de multinacionales en busca de climas más cálidos para los negocios. Algunas de las fuentes consultadas aseguran que hasta 12 empresas del Ibex se lo han planteado. La cuestión es si alguna más decidirá tomar las de Villadiego antes de las elecciones.