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Giro radical de Hacienda a partir del 1 de enero de 2026: lo que llega no es normal

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Blanca Espada

Si pensamos en cómo se pagaba o se hacían transacciones de dinero hace diez años y cómo pagamos ahora, la diferencia es enorme. Hoy casi todo pasa por el móvil. De hecho, Bizum se ha vuelto tan habitual que ya ni lo pensamos, y las apps bancarias se han convertido en la nueva manera de gestionar nuestras cuentas y dinero. En ese escenario, era cuestión de tiempo que Hacienda ajustara sus reglas. La fecha clave será el 1 de enero de 2026, cuando arranque un modelo fiscal que intenta ponerse al día con la realidad que vemos cada día en el bolsillo.

Hasta ahora, el aviso a Hacienda estaba claro y era sencillo de entender: si un movimiento superaba los 3000 euros, el banco debía comunicarlo. Con esa cifra memorizada, podíamos saber fácilmente dónde estaba el límite antes de tener que justificar nada, o la sensación de que tal vez, Hacienda iba a vigilarnos. Pero ese criterio desaparece con el nuevo Real Decreto 253/2025. De este modo, ya no basta con mirar la cantidad de una operación concreta, porque lo que va a vigilar Hacienda a partir de 2026 es la frecuencia, la repetición y el volumen total anual. Da igual si una transferencia es de 20, 50 o 200 euros. Lo relevante será el patrón que dibuje ese dinero y si puede esconder una actividad económica o una donación encubierta. Este cambio llega en un contexto donde los pagos digitales dominan como decimos el día a día. Bizum ha pasado de ser una curiosidad a convertirse en una herramienta casi universal. Las apps bancarias concentran cada vez más gestos económicos y cualquier operación queda registrada aunque parezca pequeña o inofensiva. Por eso la Agencia Tributaria quiere que esa información fluya de manera más detallada. No busca fiscalizar el café que alguien paga a medias, sino entender cuándo detrás de esos movimientos hay algo que debería tributar y hasta ahora se escapaba.

Giro radical de Hacienda a partir del 1 de enero de 2026

El histórico umbral de 3000 euros desaparece como referencia. A partir del 1 de enero de 2026, lo que examinará Hacienda no es el tamaño de un pago en concreto, sino el comportamiento conjunto del dinero que pasa por cuentas, tarjetas virtuales y aplicaciones móviles. Los bancos deberán informar del volumen total de operaciones y de los patrones que detecten, incluidos los realizados por Bizum u otras plataformas digitales.

Esto abre un escenario completamente nuevo. Un pago puntual no levanta sospechas, pero si se hacen una serie de ingresos repetidos sí que se puede despertar interés del fisco. La normativa se fija en movimientos continuos, sistemáticos o más elevados de lo habitual, incluso cuando cada uno por separado resulte pequeño. El objetivo no es vigilar al ciudadano corriente, sino identificar ingresos que hasta ahora podían quedar fuera del radar, como clases particulares pagadas en pequeños importes, alquileres sin declarar o ventas frecuentes en plataformas digitales.

Qué operaciones pueden llamar la atención y cuáles no

Hacienda insiste en que a partir de enero, no se va a monitorizar cada Bizum de 20 o 50 euros. Enviar dinero a un amigo para pagar una cena o ayudar puntualmente a un familiar no supone ningún problema. De hecho, este tipo de movimientos entran dentro de la vida cotidiana y no nos convierte en sospechosos de nada. La clave está en la repetición. Cuando un usuario recibe ingresos constantes, aunque sean modestos, ya que puede dar la impresión de que existe una actividad económica continuada.

También sucede con algunas transferencias familiares. Poner a un hijo como beneficiario de una cuenta no implica automáticamente una donación. Sin embargo, si Hacienda detecta que se están haciendo ingresos periódicos sin justificación aparente, podría pedir explicaciones. Lo mismo pasa con operaciones que, por su frecuencia, parecen responder a un acuerdo estable más que a un gesto puntual.

El porqué de esta reforma para «vigilar» los bizum y más

El Real Decreto 253/2025 no pretende criminalizar el uso del móvil, sino evitar que ciertos ingresos se camuflen entre miles de transferencias pequeñas. La economía digital deja rastro y la Agencia Tributaria quiere que ese rastro sea útil para hacer aflorar actividades que deberían tributar. Clases particulares, pequeños alquileres, ventas recurrentes o servicios informales forman parte de un flujo que antes pasaba desapercibido y que ahora a partir de enero, tendrá un seguimiento más preciso por parte de Hacienda

Con todo, la reforma busca un equilibrio. El ciudadano que realiza pagos esporádicos o ayuda a un familiar no tiene nada que temer. Lo que cambia es la capacidad del sistema para detectar patrones que hasta ahora se perdían entre operaciones mínimas. Se trata de una actualización que acompaña a la evolución del dinero: del bolsillo a la pantalla del móvil. Y aunque el cambio se presenta como una adaptación necesaria al siglo XXI, no deja de sorprender porque rompe por completo con la lógica anterior y abre una etapa en la que cada movimiento digital forma parte del mapa fiscal del país.

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