El futuro de la economía española: los riesgos sobre la recuperación se multiplican
Francisco Coll Morales es economista y coordinador del servicio de estudios de la Fundación Civismo.
Esta misma semana hemos sido testigos del comunicado que hacía la OCDE, donde se exponían las últimas previsiones con las que trabaja el organismo: la llegada de las vacunas, la respuesta fiscal de los países a la pandemia, así como la menor incidencia acumulada del virus por las estrictas medidas que se han ido adoptando a lo largo del tiempo, han despertado el optimismo, con reajustes al alza que nos permiten vislumbrar la luz al final del túnel.
Las estimaciones del organismo muestran un mayor optimismo a nivel general. La reanudación de la actividad económica, que se recupera en tanto en cuanto se va avanzando en estas tres líneas que hemos citado anteriormente, anima a la OCDE a emitir unas previsiones que mejoran con respecto a la publicación previa.
En lo que respecta al conjunto de la eurozona, la revisión al alza estima un crecimiento del 3,9% durante este año, así como un 3,8% el próximo. Por otro lado, en lo que respecta a la economía mundial, se prevé un rebote del 5,6%, lo que supone un notable incremento de 1,4 puntos respecto a la revisión pasada.
Como vemos, parece que el pesimismo comienza a disiparse gradualmente, a la luz de estas previsiones, así como las realizadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, estas previsiones siguen plagadas de condicionantes que, en cierta forma, supeditan esta recuperación económica.
Situación España
España es el país que mayor desplome registra, muy por encima del conjunto de economías desarrolladas, así como de muchas economías emergentes. La contracción del 11% que registró nuestro país en 2020 se situó como una de las más elevadas de todo el planeta, a la vez que las debilidades le sitúan en el foco de las autoridades europeas.
Fue el propio FMI el que avisó que la solidez de la recuperación prevé sufrir variaciones en función de una serie de condicionantes: la respuesta fiscal de los países a la pandemia, el acceso a las vacunas, así como las propias debilidades estructurales. Tres condicionantes en los que España presenta una mayor debilidad que el conjunto de economías europeas, tras analizarlas por separado.
En lo que respecta al acceso a las vacunas, las fechas que planteaban los mandatarios a nivel global parece que siguen sin cumplirse. Además, aunque vamos creciendo en el ritmo de vacunación, este sigue siendo insuficiente cuando se contrasta con el que muestran otros países. Esta situación es un claro condicionante, pues de esta vacuna depende la reanudación de la actividad económica, así como la extensión de una agonía que ha llevado al 30% de las empresas a la quiebra técnica.
Debilidades estructurales
Por otro lado, si atendemos las debilidades estructurales que ya presentaba la economía española, debemos saber que nuestra capacidad para adoptar políticas es muy limitada. España entró en esta crisis con una deuda que ascendía hasta el 100% de nuestro Producto Interior Bruto (PIB), mientras que el déficit ascendía hasta situarse al borde del límite que establecen los pactos de estabilidad y crecimiento (PEC). Si a esto le sumamos el paro estructural, así como la dependencia de pymes que presenta el país, hablamos de una serie de debilidades estructurales que no benefician a nuestra economía, y que podrían poner en peligro la recuperación.
Por esta misma razón, en lo que respecta a la respuesta fiscal del país para combatir la pandemia, España es de las economías que, por su nivel de endeudamiento, menos margen de maniobra presenta entre las economías europeas. Esto nos lleva a una situación en la que -mientras las economías desarrolladas inyectan de media el 6,7% del PIB- España no puede inyectar más del 4% del PIB durante los próximos años. Pero no está todo dicho, pues no hemos contado con una inestabilidad política que, sin comerlo ni beberlo, acaba de irrumpir en nuestro país, agravando la situación y poniendo en peligro este último punto.
En este sentido, la llegada de fondos europeos depende de una gestión nacional y local que requiere de consensos y pactos, además de gestión burocrática. Esto, con los distintos gobiernos autonómicos dinamitándose con el paso de las horas, acentúa unos riesgos que podrían lastrar la recuperación.