Crisis empresarial

El exCEO de Abengoa, que se fue a Blackrock justo antes de que el fondo se pusiera bajista, se hace la víctima

Manuel Sánchez Ortega se libró de ser investigado por esos hecho y fue absuelto por su indemnización millonaria

Esta semana ha declarado en sede judicial que perdió 7 millones en la crisis de la empresa

Abengoa se queda sin tiempo: los acreedores le dan cinco días para evitar la mayor quiebra de la historia

Abengoa
Manuel Sánchez Ortega, ex consejero delegado de Abengoa.
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Ahora que Abengoa se va a jugar en unos días su supervivencia después de vivir al filo del abismo desde agosto, aparece un fantasma de su pasado, como en el famoso cuento de Dickens. Se trata de su excosejero delegado en la época de los Benjumea, Manuel Sánchez Ortega, que tiene una historia de lo más curiosa (y de lo menos edificante). Y encima, aparece haciéndose la víctima y asegurando que la crisis que acabó con el primer rescate de la empresa andaluza le costó a él 7 millones de euros.

En julio de 2015, cuando solo había sospechas todavía de la terrible realidad que Abengoa trataba de ocultar en sus cuentas, Sánchez Ortega sorprendió a todo el mundo dando la espantada para fichar por Blackrock, la mayor gestora de fondos de inversión del mundo, después de 26 años en la empresa. Oficialmente, se iba como responsable de desarrollo estratégico de una unidad de inversión en infraestructuras en Latinoamérica.

Pero resulta que, un mes después de su llegada, Blackrock toma una fuerte posición bajista en el valor español, que alcanza el 1% de su capital -las posiciones cortas o bajistas ganan cuando cae el valor-. Y vaya si ganaron en el caso de BlackRock, ya que el valor se desplomó cerca de un 80% mientras mantuvo esta apuesta, que fue cuando estalló el escándalo y se descubrió que Abengoa estaba quebrada (fue rescatada en noviembre por los bancos acreedores, que se quedaron con la empresa en detrimento de la familia fundadora).

Archivada la causa por información privilegiada

Parecía mucha casualidad que la gestora de fondos tomara esta posición nada más contratar a la persona con mejor conocimiento de la crítica situación financiera que ocultaba la compañía. Esas fuertes sospechas de información privilegiada llevaron a varios bonistas de la empresa a querellarse contra él, y la Audiencia Nacional la admitió e imputó a Sánchez Ortega en diciembre de ese año.

La defensa del exCEO fue alegar que en Blackrock existen las famosas murallas chinas y que él no podía contar las miserias de Abengoa a los gestores de los fondos que invertían en la compañía. Y le funcionó, porque la jueza Carmen Lamela decidió archivar la causa unos meses después. Pero ahí no acabaron sus cuitas judiciales, porque sí siguió adelante con la investigación de la indemnización de 3,5 millones que cobró al marcharse de la empresa; sí, han leído bien, se marchó él pero le indemnizaron como si le hubieran despedido. Unas indemnizaciones que, además, no se habían comunicado al mercado como es preceptivo.

En esta causa le acompañaba también el expresidente de Abengoa, Felipe Benjumea, cuya salida exigió el Banco Santander (principal acreedor de Abengoa) a cambio de salvar la empresa. El heredero del fundador se llevó una indemnización de 11,4 millones. En este caso, la causa llegó a juicio por administración desleal y apropiación indebida, con petición de 5 años de prisión para Benjumea y 4 para Sánchez Ortega… pero ambos fueron absueltos en una sentencia de 2018 que generó gran polémica. Sánchez Ortega volvía a salirse con la suya.

Se queja de que perdió 7 millones y de que no le dejan declarar

Pero la cosa no acaba con la absolución, los 3,5 millones en el bolsillo y los emolumentos que le pagara Blackrock. Resulta que, tras ser absuelto, Benjumea contraatacó presentando, junto con otros antiguos accionistas del grupo, una demanda contra Santander y HSBC en la que los acusaba de  provocar el hundimiento de Abengoa, al exigir su salida como presidente -sostiene que él la había salvado pese a haberla llevado a la quiebra- y no poder realizar la ampliación de capital de 650 millones de euros que tenía prevista. Y, ni corto ni perezoso, reclamaba una indemnización de 1.005 millones, nada menos.

Esta causa ha llegado a juicio, que se está celebrando ahora en primera instancia en el juzgado número 43 de Plaza de Castilla en Madrid. Y el miércoles pasado Sánchez Ortega vino a declarar como testigo propuesto por su antiguo jefe. En su declaración, por supuesto, respaldó la versión de Benjumea e incluso se permitió hacerse la víctima diciendo que él perdió 7 millones en el hundimiento de la empresa.

Y no se quedó ahí. Según relata ‘Vozpópuli’, se quejó a la jueza Carmen Iglesias porque apenas pudo declarar media hora después de volar desde Washington, donde reside ahora. «Señoría he recorrido 6.500 kilómetros para estar aquí hoy y trato de responder…», protestó Sánchez Ortega. «No voy a discutir con usted, le pido por favor que responda…», instó la magistrada. «Ni yo tampoco voy a discutir», respondió el exCEO. Genio y figura.

Borrell sí tuvo información privilegiada

En la misma vista también ha prestado declaración esta semana  otro ilustre ex de Abengoa: Josep Borrell, exministro socialista y actual Alto Representante de la UE para la Política Exterior. Borrell también ha respaldado la tesis de Benjumea de que su salida fue impuesta por el Banco Santander. El político fue miembro del consejo de la compañía entre 2010 y noviembre de 2016, ya después del rescate.

Borrell fue sancionado por la CNMV en 2018 por haber vendido acciones de Abengoa propiedad de su exmujer antes de que estallara el escándalo del 2015, valiéndose de la información privilegiada que le otorgaba su puesto. Es decir, Borell que era consejero y vendió 9.000 euros sí tenía información privilegiada, y Sánchez Ortega, que era el primer ejecutivo y trabajaba para una firma que vendió decenas de millones en acciones, no.

El misterio, eso sí, es por qué Borrell vendió acciones de su ex (no es muy frecuente echar esos cables a tu antigua pareja, sino más bien lo contrario) y por qué se arriesgó a ser sancionado y al escarnio público por solo 9.000 euros.

Lo último en Economía

Últimas noticias