España reduce más de un 60% la compra de petróleo a Venezuela desde las amenazas de Trump a Repsol
Los operadores petrolíferos españoles han reducido drásticamente la importación de crudo venezolano desde diciembre pasado. En febrero, un alto cargo de Estados Unidos hizo público que estaba en «conversaciones» con Repsol para que abandonara «alguna de sus actividades» en Venezuela, con quién el presidente norteamericano, Donald Trump, mantiene una batalla política y económica para apartarle del país. La petrolera española reiteró entonces que cumplía con todas las normas internacionales y locales de Venezuela para operar.
El Gobierno norteamericano amenazó públicamente en ese momento a Repsol y otras petroleras europeas con imponerles importantes sanciones si no se retiraban de Venezuela. Esas sanciones nunca se han llegado a producir, al menos no se conocen públicamente. Lo que sí ha pasado ha sido una caída de las importaciones. De acuerdo con los datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES), en los primeros cuatro meses del año las importaciones de petróleo venezolano se han reducido un 63%, a lo que habría que añadir la reducción de diciembre de 2019, un 26% respecto a diciembre de 2018.
En abril, las importaciones de petróleo se han reducido a 76 kilotoneladas, un 49% menos que en abril de 2018 -también ha descendido a nivel general, pero menos, por el efecto de la caída de la demanda por la pandemia-. Se completa así el quinto mes consecutivo de reducción de la importación del petróleo venezolano.
Repsol inició en 2019 una nueva política para cobrar la deuda que tenía contraída la petrolera venezolana Petróleos de Venezuela (Pdvsa) con la española a cuenta de un préstamo de Repsol. La compañía que preside Antoni Brufau es socia de Pdvsa en algunos pozos locales y adelantó las inversiones necesarias para la extracción y refino del crudo.
La deuda generada por Pdvsa, más de 1.200 millones de euros, empezó a pagarla en 2019 en barriles de crudo, que Repsol importaba a España para su comercialización. «Hemos adoptado las medidas necesarias para continuar la actividad en Venezuela, incluyendo la recepción periódica de crudo en pago de deudas, con pleno respeto a la normativa internacional de sanciones», señaló Brufau. Poco a poco, esa deuda se ha reducido pero continúa siendo de alrededor de 350 millones de euros. Ese año 2019 las importaciones de crudo de Venezuela se dispararon un 265% respecto a 2018, según CORES.
Amenaza de Estados Unidos
Sin embargo, en febrero llegó el primer aviso público de la amenaza de Estados Unidos a Repsol, entre otras petroleras europeas, por parte del enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams. Pero fue en abril cuando un funcionario del Gobierno de Estados Unidos admitió en declaraciones a la Agencia Efe que había alcanzado un acuerdo con Repsol para acabar con esta práctica, que consideraba ilegal. «Hemos pedido a Repsol que paren esas actividades y por ahora, entendemos que lo han hecho. Estamos agradecidos por ello y les alentamos a no cambiar de opinión», señaló.
El funcionario del Gobierno norteamericano señaló en abril «que esos esquemas de pago o trueque» de petróleo en concepto de deudas acumuladas «ya no son viables». «No son exenciones a nuestras sanciones, y entendemos que ya no están implicándose en ello, pero si vuelven a hacerlo otra vez, EEUU considerará esas actividades como sancionables», dijo.
Los datos de importación de crudo de CORES confirman que el pago de deuda por petróleo se habría reducido, aunque Repsol no puede perder ese dinero y dejar de cobrar la deuda a Pdvsa.
Nueva amenaza
Después de esto, en mayo, otro funcionario del Gobierno de Trump volvió a amenazar a Repsol con «sanciones devastadoras», algo que el mercado no dio ninguna credibilidad -la acción de Repsol se comportó mejor que el Ibex en esa sesión-. Además, esas manifestaciones de Mauricio Claver-Carona, de origen cubano y funcionario del Consejo de Seguridad Nacional de Trump, se produjeron en medio del desafío de Irán a Estados Unidos.
En mayo llegó a Venezuela el primero de los cinco barcos que Irán se comprometió a enviar a Nicolás Maduro, presidente venezolano, para afrontar las necesidades de combustible en el país, agotado por el embargo estadounidense. El barco llegó sin que las amenazas norteamericanas lo evitaran.