análisis

¡La España del desafío!

Nadia Calviño
Nadia Calviño, ministra de Economía

“Un radical es alguien con los pies firmemente plantados en el aire.” Franklin D. Roosevelt

La vida sólo se puede entender hacia atrás, pero hay que vivirla hacia adelante ¡y al fin llegó la hora! Esta semana asistiremos a lo que parece definitivamente el fin del confinamiento. Tradicionalmente el miedo ha servido como arma de dominación política, control social y manipulación de las masas. Y es que cuando el ser humano se enfrenta a algo incierto, se aferra a la esperanza del liderazgo, un liderazgo mal denominado en este caso: un ¡estado de alarma! Y ya sabemos que el mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados, aquí entiendo que se subestima la estupidez. Pero las personas somos más hábiles para fabricar distopías que para buscar utopías. Porque somos más hábiles para crear el infierno que para inventar el cielo.

En el seno parlamentario así como en el comportamiento social, hemos asistido a una conducta ejemplar de apoyo y solidaridad. El bien general por encima del egoísmo individual, si positivizamos claro, o el egoísmo provocado por la dictadura del miedo si hacemos un análisis más realista y pragmático. Las comparecencias de Pedro Sánchez no son más que el obvio reflejo del cambio radical que ha experimentado nuestra sociedad durante este estado de alarma. Y es que hemos pasado de ver a un hombre abatido, asustado y superado por la situación, a salir rebosante y seguro de sí mismo al verse vencedor de una crisis pero a la vez ignorante de lo que se le viene encima. ¡Qué atrevida es la ignorancia! No solamente el Gobierno ha cambiado de actitud: ver la Castellana a rebosar de coches o las otras cuantiosas manifestaciones que se han vivido en España denotan agotamiento social.

Creo que la curva de la pandemia guarda una gran correlación con la curva del terror social, y ahora que padecemos excesos de confianza podemos darnos cuenta que si queríamos positivizar con la responsabilidad social, queda claro que era el egoísmo y el miedo, y no lo anterior lo que ha vencido a la pandemia ¡por ahora! Ya que como saben, con el tiempo se aprende a comprobar que ya está curada la última quemadura antes de poner la mano en el fuego.

 Soy una persona extremadamente liberal, y creo en mí porque algún día seré todas las cosas que amo. Pero ante todo soy una mujer de mercados por lo que de alguna manera entiendo el peligro de la multitud, el efecto rebaño. Y ahora la pregunta que me hago es: ¿ha venido demasiado temprano esta manifestación? Aquellos que como yo no queremos la continuidad de este Gobierno nos pesa la espina de tener que esperar otros 15 días, ya que si hay un rebrote de la pandemia las hienas se tirarán encima de las manifestaciones de esta semana y no quedará títere con cabeza. Estratégicamente creo que Santiago Abascal ha arriesgado demasiado y muy pronto, y si sale mal lo pagará toda la derecha política y toda España en general. En la paz y en la guerra, como decía Orwell: «Toda la propaganda de guerra, todos los gritos y mentiras y odio provienen invariablemente de gente que no está luchando».

 Con ello no pretendo sumarme al carro del extremismo protector, al contrario. Yo considero que si algo ha hecho bien España ha sido confinarse de manera radical y desescalar el confinamiento como lo está haciendo. Hay que arriesgar por el bien social y económico, sabiendo que siempre hay tiempo de dar un paso atrás. Pero desde luego yo soy de arriesgar con sensatez, y esto parece que se va controlando. Ser valiente no significa ser impulsivo ni inconsciente. Aquí es donde puedo hacer una valoración de lo que creo que ha aportado el Gobierno actual español a la sociedad, y lo que se nos viene encima a partir de este momento.

Bajo mi punto de vista, y como decía Shakespeare, “es tiempo de la peste cuando hombres dementes lideran a los ciegos”. Y esta crisis sólo salva a dos personas del Gobierno actual, el ministro Illa y la ministra Calviño. Illa simplemente ha hecho lo que tenía que hacer, o lo que se espera de alguien que tiene tal responsabilidad entre sus manos, los datos lo avalan. El caso de Nadia Calviño es significativo, ya que no se salva por las decisiones económicas tomadas bajo la responsabilidad de su ministerio, las cuales no comparto en absoluto. De hecho, me causa gracia que hablen de la buena aceptación de la deuda española en los mercados cuando es el BCE quien sujeta dicho mercado.

Lo que considero que es crucial de Nadia Calviño son sus convicciones centristas. Calviño ha salido dos veces al rescate de un Sánchez superado por el chantaje de Pablo Iglesias. Aquí es donde yo me pregunto: ¿si es capaz de mentir a Inés Arrimadas y a la vez a Bildu, qué no es capaz de hacer? No hay nada más cobarde que la mentira. La primera mesa de negociación es Podemos, y a pesar de la baja incidencia de Unidas Podemos en su grupo parlamentario, su peso en el poder es más que alarmante. Podemos utiliza la debilidad del Gobierno para usurpar un poder que no merece atendiendo a las urnas. Calviño es la única que se ha plantado y le ha dejado claro dos veces a Sánchez que si la vía de la poltrona es ceder al chantaje del Sr. Iglesias, ¡el pollo lo tiene en casa! Y así la señora Calviño los pone firmes, sabedora de la peligrosidad del fanatismo ideológico de los ministros morados y de Izquierda Unida. Saber lo que prefieres, en lugar de decir sumisamente “amén” a lo que el mundo te dice que deberías preferir, significa mantener tu alma con vida.

 Lo malo no está en que la vida prometa cosas que nunca nos dará. Lo malo es que siempre las da y un día deja de darlas. España ha vuelto a su actividad parlamentaria, y poco a poco las actividades sociales y económicas van recuperando la normalidad. Esta ‘nueva normalidad’ vendrá acompañada de datos y crudas realidades a medida que vayamos conociendo el verdadero desastre económico en el que nos han metido. Y ahí es donde todos juntos tendremos que dar una severa lección a nuestros líderes políticos. ¿Cómo? Moderando el sectarismo ideológico y teniendo una actitud ‘open minded’, creo que se antoja necesario, puesto que si metemos nuevamente a nuestra España en un polvorín social no será el COVID-19 el peor de los males.

Un radical es alguien con los pies firmemente plantados en el aire, y tras salir de la peor crisis sanitaria y económica de la historia de la democracia española lo que necesitamos es una amplia dosis de sentido de Estado y de sentido común. No seamos indiferentes, es una forma de pereza, y la pereza es uno de los síntomas del desamor. Nadie es haragán con lo que ama.

 Gisela Turazzini, CEO, Blackbird Bank

Lo último en Economía

Últimas noticias