El escándalo de Talgo medirá la independencia de San Basilio en la CNMV


Al flamante presidente de la CNMV, Carlos San Basilio, se le ha acabado la tranquilidad y se le acumula el trabajo: a los marrones de Indra y la OPA del BBVA sobre el Sabadell, se suma ahora la escandalosa entrada de la SEPI en Talgo de la mano del consorcio del Gobierno vasco.
Porque la cosa tiene bemoles. Como es bien sabido, cuando dos accionistas concertados compran más del 30% de una empresa, tienen que lanzar una OPA sobre el 100%. El consorcio de Sidenor, el Gobierno vasco y las fundaciones BBK y Caja Vital va a adquirir el 29,7% del fondo Trilantic, y la SEPI -el holding empresarial del Estado dependiente del Ministerio de Hacienda- otro 7,85%. Es decir, se pasan de ese 30%.
El holding que preside Belén Gualda asegura, sin ningún tipo de vergüenza, que «la inversión de SEPI, en estrictos términos de mercado, se efectuará sin participar con ella en ninguna clase de concierto con terceros». Algo sonrojante cuando esta inversión ha sido exigida por el PNV como condición sine qua non para que el consorcio vasco entre en Talgo y cuando la decisión se tomó en una reunión entre los mismísimos Pedro Sánchez y el lehendakari Imanol Pradales. Ya saben, esa concertación de la que usted me habla…
Amenaza de demandas
Así que San Basilio tiene encima de la mesa una bonita patata caliente con Talgo, con la que tiene la oportunidad de demostrar que la CNMV es un organismo verdaderamente independiente o plegarse a los deseos del Gobierno que le ha nombrado (no lo olvidemos), como suele ser tristemente habitual.
Una oportunidad como la que tuvo su antecesor, Rodrigo Buenaventura, con el asalto a Indra por parte de la SEPI, Amber y SAPA Placencia. Aquello también era una concertación como una catedral, pero Buenaventura, en una de las decisiones más bochornosas que se recuerdan, lo solventó diciendo que hubo «coordinación» pero no «concertación». Y aquí paz y después gloria.
Si San Basilio se pliega a los deseos del Ejecutivo, los accionistas minoritarios de Talgo ya han anunciado que acudirán a los tribunales. No olvidemos que Sánchez les ha privado de dos OPAs por el 100%, la de la húngara Ganz-Mavag y la de la polaca Pesa, que además pagaban más de 5 euros por acción, cuando la cotización perdió ayer los 3 euros en Bolsa. Una ruina.
Y es de esperar que competidores de Talgo como CAF, Alstom o Siemens también reclamen a Bruselas, aunque no por la falta de OPA, sino por ayuda de Estado. Porque la SEPI, que es el Estado, paga 4,25 euros por acción por ese 7,85%, o sea, un sobreprecio del 42%, ahí es nada. ¿Cómo demonios se justifica ese despilfarro de dinero público? Va a ser divertido ver los malabarismos que hace la comisaria Teresa Ribera si quiere salvar la operación de su antiguo jefe.
BBVA e Indra
Volviendo a la CNMV, el de Talgo no es el único marrón que tiene encima San Basilio. Como informaba esta semana OKDIARIO, su intervención es decisiva para el futuro de la OPA del BBVA sobre el Sabadell. Simplificando, si el supervisor del mercado considera que la ofertase hace a precio equitativo, el BBVA podrá conformarse con un porcentaje de entre el 30% y el 50% del banco catalán aunque fracase la OPA, ya que se convertiría en el mayor accionista.
Pero si San Basilio no pasa por el aro -como, obviamente, pretende el Sabadell-, Carlos Torres no tendrá más remedio que subir el precio o retirar la OPA. Algo a lo que ha abierto la puerta esta semana en una llamativa recogida de cable: además de eso, ha presentado un plan estratégico en solitario, sin incluir la posible compra del Sabadell.
Y no nos olvidemos de Indra y Escribano. La tecnológica controlada también por la SEPI (tiene un 28%) va a comprar la empresa de la familia de su presidente, al que también nombró el Gobierno. Ante la posibilidad de demandas por administración desleal, han dimitido unos cuantos consejeros independientes y Ángel Escribano ha decidido aplazar la operación para crear una comisión que analizará el evidente conflicto de interés para decir que no hay conflicto de interés.
Eso, sin entrar en la valoración, que algunos medios han situado entre 1.500 y 2.000 millones. Fuentes más fiables aseguran que Escribano se tendrá que conformar con 1.000 si quiere que la operación salga adelante, para lo que necesita el apoyo de Joseph Oughourlian. Y aquí de nuevo debería tener algo que decir la CNMV, ¿o no?