Economistas piden al Gobierno que aproveche la falta de Presupuestos para ahorrar y recortar el déficit
Los expertos creen que un déficit del 3,7% con un PIB creciendo un 2,5% constituye un fracaso
La falta de un proyecto de Presupuestos para este año representa una oportunidad única para que el Gobierno contenga el gasto público, ahorre recursos y avance en la reducción del abultado déficit público. Ésta es la opinión de los economistas consultados por OKDIARIO, en general muy descontentos con la evolución de las cuentas del Estado y temerosos del futuro, dado el tono reivindicativo tanto del socio de Gobierno, la formación política Sumar que lidera la vicepresidenta Yolanda Díaz, como de sus aliados parlamentarios.
Desde el Partido Nacionalista Vasco hasta el resto de las formaciones independentistas que apoyan de momento al Ejecutivo -Bildu y los catalanes del prófugo Puigdemont o los radicales de la Esquerra de Junqueras- se plantean iniciativas que entrañan un alto coste presupuestario. La última que se ha colado en el debate político es el traspaso del 100% de los impuestos a la Generalitat, que supondría una merma de los ingresos del Estado y un perjuicio claro para las transferencias corrientes que reciben el resto de las autonomías.
El economista José Luis Feito, miembro del comité ejecutivo de la patronal de empresarios CEOE, confía en que la ausencia de un presupuesto para 2024 «suponga un menor gasto e impida la tradicional subida de impuestos a que el Gobierno nos tiene acostumbrados a través de la ley de acompañamiento que complementa el plan anual de cuentas». A su juicio, «el nivel alcanzado por el déficit en 2023 -del 3,7% del PIB- es intolerable dado un crecimiento de la actividad económica del 2,5%. Tal impulso de la producción, sumado a los cuantiosos ingresos proporcionados por la decisión de no deflactar la tarifa del Impuesto sobre la Renta, debería haber dado como resultado un déficit presupuestario mucho menor y en línea con lo que nos exige la Unión Europea».
De hecho, y al seguir vigente el techo de gasto aprobado en su momento para 2023 -198.000 millones-, en ausencia de otro para el presente ejercicio, el Ejecutivo podría ahorrarse de manera inmediata el 3,5% correspondiente a la inflación media del año pasado, una cantidad equivalente a 7.000 millones. Y eso dando por hecho que el presidente Sánchez recurrirá de manera masiva al decreto ley para aprobar no sólo la subida del salario de los funcionarios y la revalorización de las pensiones, sino para otras cuestiones que den la impresión de que, pese a su decisión de renunciar a los presupuestos -una vez convocadas elecciones anticipadas en Cataluña- sigue plenamente en activo.
Lorenzo Bernaldo de Quirós, presidente de la consultora Freemarket, también opina que la ausencia de unas cuentas públicas regulares «nos puede ahorrar dislates como el que preparaba la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que pretendía volver a aumentar el techo de gasto para este año por encima del 9%, a pesar de los requerimientos de Bruselas para que España intensifique sus esfuerzos y presente una senda creíble de consolidación fiscal».
El economista piensa que, con independencia de cuál sea la composición de la próxima Comisión Europea tras las elecciones de junio, «las advertencias a España se van a intensificar y es muy probable que entremos en un procedimiento de déficit excesivo -que incluye sanciones equivalentes al 0,5% del PIB-«.
La amenaza es muy seria y afectaría también a otros estados de la UE como Francia e Italia, cuyos desequilibrios presupuestarios se han disparado a lo largo de los últimos meses ante la suspensión de las reglas fiscales con motivo de la crisis del Covid y la posterior guerra de Ucrania. «La bendición -y el problema para Sánchez- es que las reglas se han restablecido y están prácticamente en vigor, lo que supone un corsé formidable y muy conveniente para frenar el despilfarro del Gobierno», señala Bernaldo de Quirós.
Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos -el think tank de la patronal CEOE-, también se esfuerza en ver el lado positivo de no contar con un presupuesto: «Hay una clara oportunidad de no ensanchar todavía más el déficit y es improbable que se dé una vuelta de tuerca a la presión fiscal que soportan los ciudadanos, pero sobre todo las empresas, cada vez con más dificultades para sacar adelante sus cuentas de resultados tras las intensas subidas de impuestos y de cotizaciones sociales de los últimos años».
Aún viendo el lado más positivo de ayudar eventualmente al control del déficit, todos los economistas consultados consideran que la renuncia a elaborar unos presupuestos del Estado para 2024 representa «un problema de consistencia y de credibilidad para este Gobierno». «Si el presidente ha sido incapaz de sacar adelante unas cuentas públicas en estos momentos, las perspectivas sobre la elaboración del proyecto para 2025 van a afrontar todavía más dificultades según avance la legislatura», indican. Al fin y al cabo, «los presupuestos representan la guía de toda política económica, son los que orientan a los actores económicos y los que lanzan los debidos mensajes a los inversores».