Las deducciones del trabajo, la opción de Sánchez para bajar el IRPF sin perder recaudación
Pedro Sánchez ha obligado nuevamente a los técnicos del Ministerio de Hacienda a buscar la cuadratura del círculo: deben encontrar una fórmula que le permita anunciar una rebaja de impuestos a las rentas más bajas sin copiar las medidas del PP (como la deflactación de la tarifa para ajustarla al IPC, totalmente descartada, o bajar el IVA de los alimentos) y sin que provoque una pérdida apreciable de recaudación; es decir, que puedan anunciarlo a bombo y platillo pero que en la práctica lo pueda aplicar muy poca gente.
No hay muchas opciones para lograrlo y las que hay son muy complicadas de diseñar. Por eso, la ministra María Jesús Montero ha tenido que retrasar la presentación del plan fiscal al viernes. Expertos consultados por OKDIARIO señalan como la más factible ampliar la actual reducción por obtención de rendimientos del trabajo que se aplica a quienes ganen menos de 16.825 euros y no tengan otras rentas superiores a 6.500. Aparece en el artículo 20 de la Ley del IRPF .
Actualmente, esta reducción permite aminorar estos ingresos en hasta 5.565 euros a los que ganen menos de 13.115 euros (si ganan entre esa cifra y los citados 16.825, la reducción es menor). Lo que puede hacer el Gobierno es aumentar esa rebaja o elevar el importe del salario que da derecho a la misma, pero siempre que se siga aplicando a niveles muy bajos. También podría aplicarse al revés, como un bono o cheque para los empleados con retribuciones más bajas.
En el artículo 19 de la citada ley también aparecen una serie de deducciones que pueden aplicarse todos los trabajadores, independientemente de su sueldo. Una opción sería ampliar esas deducciones incluyendo otras como la de los gastos sanitarios (que existía hace años), pero eso tiene el inconveniente de que también beneficiaría a los salarios altos. Y eso no se podría vender como una ayuda a los «más vulnerables», salvo que se ponga un tope de ingresos para poder beneficiarse de ellas.
Elevar los mínimos
Otra opción es elevar el mínimo personal y familiar que en la actualidad queda fuera de gravamen: los 5.550 primeros euros que gana cada persona (cantidad que se incrementa por ascendientes o descendientes a su cargo). O bien, elevar el mínimo exento, es decir, la cantidad por debajo de la cual no hay que declarar, establecida ahora en 22.000 euros.
El problema de estas medidas es que hay que aquilatarlas mucho porque pueden suponer una pérdida muy importante de recaudación. Además, elevar el mínimo exento beneficiaría a rentas ‘más altas’ de las que se pretende ayudar.
El Gobierno también puede optar por rebajar directamente el tipo impositivo de los tramos más bajos del IRPF. Pero se encuentra con el mismo problema: lo tiene que aquilatar mucho porque en esos tramos se concentra el grueso de los declarantes y una rebaja podría suponer una pérdida muy grande de ingresos para el Estado.
El IVA, descartado
Finalmente, está la opción de actuar en otro impuesto: el IVA, rebajándolo del 10% (o del 21%) al 4% para los productos básicos de la cesta de la compra. Pero parece totalmente descartada por dos razones: porque esa medida es indiscriminada y beneficiaría a todas las rentas y, lo más importante, porque la ha planteado Alberto Núñez Feijóo.
No es la primera vez que Sánchez pone a los funcionarios de Hacienda a trabajar a contrarreloj para conseguir una nueva figura fiscal con la que poder hacer un anuncio populista para intentar ganar votos. Ya ocurrió con los impuestos a las energéticas y a la banca, que se tuvieron que diseñar la noche antes del Debate del estado de la Nación para que el presidente pudiera anunciar que recaudaría 7.000 millones en dos años, como explicó OKDIARIO.