Calviño admite que la situación en Cataluña hace peligrar el crecimiento, la inversión, el empleo y a las empresas
La ministra en funciones de Economía y Empresa, Nadia Calviño, suele hablar con mucha mesura sobre cualquier riesgo que afecte a la actividad económica. Sin embargo, con la crisis que vive Cataluña ha dado un paso más, aunque sigue utilizando eufemismos para hablar de la realidad: que la economía catalana está sufriendo un duro envite que preocupa, y mucho, a las empresas y a los organismos internacionales.
Aún así, Calviño se ha atrevido a decir este miércoles en un encuentro organizado por el PSN con empresarios agentes económicos, al que ha asistido la presidente del Gobierno de Navarra, María Chivite, lo siguiente: «El escenario de inseguridad jurídica y de inestabilidad política que hemos vivido en estos años en Cataluña no crea el clima más propicio para la inversión, la creación de empleo, el crecimiento económico y la actividad empresarial».
Sin embargo, a renglón seguido ha vuelto a utilizar un lenguaje mucho más ambiguo, en línea con el que ha utilizado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, u otros ministros. A juicio de Calviño hace falta «una nueva fase constructiva en la que los catalanes hablen con los catalanes, que se establezca un proceso de diálogo por parte de todos los partidos políticos en Cataluña y que, por fin, se empiece a poner fin a esta quiebra social, a esta tensión, a este problema de convivencia que llevamos arrastrando desde hace años y que tanto daño ha causado en la sociedad catalana».
Preguntada por los periodistas sobre si los disturbios en Cataluña pueden afectar a las inversiones en la Comunidad, Calviño ha resaltado que «las escenas de violencia que hemos visto, aunque su impacto económico directo no sea muy significativo, evidentemente dan una mala imagen de Cataluña al mundo y no son positivas desde ese punto de vista».
La ministra cree que «cuanto antes se ponga fin a esta fase de violencia y exaltación en las calles» y «podamos entrar en una fase mucho más constructiva» en la que «empecemos a cerrar las heridas que se han creado durante estos años y la tensión social».
También aboga por abrir «una fase más positiva desde el punto de vista económico para que Cataluña juegue el papel que le corresponde como uno de los motores del crecimiento y del bienestar de España».
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