El juicio del año

El BCE media entre Santander y Orcel para que lleguen a un acuerdo justo antes de entrar a juicio

Andrea Orcel y Ana Botín.
Andrea Orcel y Ana Botín en una imagen de archivo.
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

El BCE ha decidido tomar directamente cartas en el asunto del juicio del año en España, que enfrenta a Banco Santander y Andrea Orcel: está presionando para que ambas partes lleguen a un acuerdo antes de entrar en la sala para el juicio fijado para este miércoles. Pretende evitar así el daño reputacional y el enfrentamiento en un tribunal de dos de los mayores bancos bajo su supervisión: el español y el italiano Unicredit, que acaba de nombrar consejero delegado a Orcel.

El juicio deriva de la demanda del banquero de inversión italiano -que diseñó las grandes operaciones de Emilio Botín desde Merrill Lynch y la compra de Banco Popular desde UBS- por la marcha atrás en enero de 2019 de Santander en su fichaje como consejero delegado, anunciado en septiembre. Solicitaba inicialmente 112 millones como indemnización, incluyendo el bonus que dejó de percibir en UBS, el salario que habría percibido en Santander durante dos años, así como daños morales al ver truncada su carrera.

Su reciente fichaje por Unicredit desbarata este último argumento, por lo que Orcel rebajó su petición a la mitad, 56 millones. Aun así, Ana Botín no quiso sentarse a negociar, como informó OKDIARIO, y entonces el italiano pasó a la ofensiva: aseguró tener grabado a un alto cargo de Santander -supuestamente el secretario del consejo, Jaime Pérez Renovales-  diciendo que el banco nunca pierde un juicio en España y amenazó con sacar la grabación en la vista, como también adelantó este medio. Pero tampoco obtuvo resultados.

Ahora, en cambio, la mediación del BCE supone un elemento de mucho más peso porque Santander no puede ignorar los deseos del supervisor europeo. Ahora bien, Botín no está dispuesta ni de lejos a llegar a los citados 56 millones, por varias razones. La primera y principal es que considera que tiene la razón, que la carta-oferta que le firmó no es un contrato y que se podía romper sin consecuencias. La segunda es que cree que Orcel no cumplió su parte de intentar que UBS asumiera parte del bonus al que renunciaba y que debía abonarle Santander, algo que figuraba en la famosa carta.

La tercera es que el nombramiento no recibió ni el nihil obstat del BCE (que debe examinar la idoneidad de los altos cargos de la banca europea) ni la aprobación de la junta de accionistas del banco, ambos preceptivos para su incorporación. La cuarta es que la posición del italiano es francamente extraña: en su demanda pide su readmisión en Santander (y en su defecto la indemnización)… cuando es el CEO de Unicredit.

Botín solo aceptaría una oferta muy baja, ¿y Orcel?

Por tanto, si accede a los deseos del organismo que preside Christine Lagarde (y cuyo vicepresidente es Luis de Guindos), la eventual oferta de acuerdo será muy baja, en la línea de las que le hizo en enero de 2019 tras romper el acuerdo y que el italiano rechazó.

¿La aceptará ahora Orcel? Al banquero estrella también le interesa dejar atrás este asunto para centrarse en su nuevo puesto, donde debe pilotar la salida de la crisis del gigante de la banca italiana. A favor de esta tesis está que ha renunciado a la declaración del presidente de UBS, Axel Weber (al que había citado como testigo), que no quería trasladarse a Madrid por la pandemia. Ante el riesgo de un tercer aplazamiento del juicio, Orcel ha desistido de que Weber declare.

El principal argumento del italiano es que la carta-oferta tiene valor contractual y, por eso, sostiene que el banco español incurrió en incumplimiento de contrato, por lo que debe indemnizarle. Los citados 112 millones que reclama Orcel incluyen el bonus perdido de UBS, una prima de fichaje de 17 millones prometida por Santander, los 10 millones anuales que iba a cobrar en el banco español y que ha dejado de percibir durante más de dos años, y una indemnización por daños y perjuicios al considerar que su carrera se acababa con 55 años, algo que queda descartado con su incorporación a Unicredit.

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