El juicio del año

Orcel debilita su posición en el juicio contra Santander tras ser nombrado CEO de Unicredit

El banquero italiano pedía 10 millones de daños morales por no poder volver a trabajar

Los accionistas de UniCredit nombran a Orcel nuevo CEO con su pleito contra el Santander en el aire

UniCredit Orcel
Andrea Orcel
Eduardo Segovia
  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

El nombramiento oficial de Andrea Orcel como consejero delegado del italiano Unicredit es una mala noticia para su demanda contra Banco Santander en la que pide una indemnización de 112 millones y cuya vista se celebrará el 19 de mayo tras dos aplazamientos. De ese dinero, 10 millones corresponden a daños morales y reputacionales al entender que la renuncia a su fichaje por parte de Ana Botín acababa con su carrera al imposibilitar su contratación por otra entidad, cosa que obviamente ya no se sostiene.

Pero no se trata solo de esos 10 millones. La credibilidad de Orcel ante los tribunales españoles queda seriamente tocada tras este nombramiento, ya que si una petición no tiene fundamento objetivamente, las demás se ponen en entredicho. No obstante, los aproximadamente 100 millones sí tienen respaldo cuantificable: corresponden al bonus que dejó de percibir en UBS, unos 50 millones (aunque una parte la ha seguido cobrando en 2019, 2020 y 2021), una prima de fichaje de 17 millones prometida por Santander y los 10 millones anuales que iba a cobrar en el banco español y que ha dejado de percibir durante más de dos años.

Debido a este debilitamiento de su posición, Orcel aceptó rebajar su reclamación a la mitad, de 112 a 56 millones, para alcanzar un acuerdo con Santander, como adelantó OKDIARIO. Sin embargo, Botín tampoco quiso aceptar esta cantidad rebajada al entender que Orcel no tiene derecho a ninguna indemnización puesto que nunca se le llegó a contratar; solo se le dio una carta oferta y el fichaje no recibió ni el nihil obstat del BCE (que debe examinar la idoneidad de los altos cargos de la banca europea) ni la aprobación de la junta de accionistas del banco, ambos preceptivos para su incorporación. Por tanto, no fue despedido. Y se dio marcha atrás porque él incumplió su compromiso de que su anterior entidad, UBS, se hiciera cargo de parte del bonus pendiente, siempre según la versión del banco.

De ahí que, al final, ambas partes estén abocadas a resolver la disputa en el considerado juicio del año. Una vista que ya se ha aplazado dos veces: se iba a celebrar el 10 de marzo pero se trasladó al 7 de abril por un caso de covid, y de nuevo se pospuso para el 19 de mayo por «motivos de agenda de los letrados». En este acto, que se celebrará en el Juzgad de Primera Instancia número 46 de Madrid, en la Plaza de Castilla, están citados los propios Orcel y Botín, así como Jaime Pérez Renovales, secretario del consejo de Santander, y el presidente de UBS, Axel Weber.

Como también ha informado OKDIARIO, Orcel se ha guardado un último as en la manga: entre las grabaciones de sus conversaciones con altos directivos del Santander, hay una en la que le advierten de que «Santander nunca pierde un juicio en España». Sin embargo, la utilización de esta grabación como argumento negociador no ha tenido el efecto esperado, ya que Botín ha rechazado volver a hablar con Orcel y ha preferido seguir adelante con el juicio.

Una relación de amor que se convirtió en odio

En UBS, y anteriormente en Merrill Lynch, Orcel había sido el banquero de inversión de cabecera del fallecido Emilio Botín, y como tal había diseñado sus grandes operaciones internacionales como las de ABN Amro y Antonveneta.

Una vez que Ana Botín había sucedido a su padre, Orcel también fue el muñidor de la estrategia de esperar a que cayera Banco Popular -en vez de pujar en la subasta que puso en marcha Emilio Saracho- para poder quedárselo gratis (aunque fue necesaria una ampliación de capital de 7.000 millones para absorberlo). Esta relación fue determinante para que la actual presidenta pensara en él como primer ejecutivo con la intención de dar un vuelco a Santander y, sobre todo, hacer remontar su hundida cotización bursátil. El fichaje se anunció el 25 de septiembre de 2018.

Sin embargo, antes de que se incorporara oficialmente al banco español, surgieron dos problemas que, a la postre, resultaron insalvables. El primero fue que Orcel quería tener amplios poderes para poder llevar a cabo la tarea encomendada, algo que mermaría los de la presidenta. Una de las primeras medidas que pretendía llevar a cabo el banquero era la venta de la unidad en Estados Unidos. Y el segundo fue el dinero.

Los banqueros de inversión son los ejecutivos que más ganan en el sector financiero, y fichar por Santander implicaba que Orcel renunciaría a un bonus de más de 50 millones de euros en UBS. En estos casos, lo normal es que la entidad que contrata se haga cargo de ese dinero, pero Botín consideró que esa cifra nunca vista en la historia de Santander provocaría un gran escándalo mediático y sentaría mal en el entonces nuevo Gobierno socialista de Pedro Sánchez, apoyado por Podemos en la moción de censura.

Así que pidió a Orcel que negociara con UBS para que se hiciera cargo de parte de ese dinero y rebajar así la factura para el banco español. El italiano accedió pero no consiguió convencer al entonces consejero delegado de UBS, Sergio Ermotti, según su versión; según la de Santander, ni lo intentó. Ante esta situación, que empezaba a prolongarse en el tiempo, Botín decidió dar marcha atrás, descartar el fichaje, y volver a nombrar consejero delegado a José Antonio Álvarez.

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