Construcción

Un albañil revela lo que está pasando en las obras y está levantando ampollas: «Empezé cobrando 50 € al día y ahora…»

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Blanca Espada

De entre todos los trabajos que existen, el de la construcción siempre ha sido visto como una profesión dura, pero bien remunerada. De hecho incluso hubo un tiempo en el que todo aquel que no quería seguir estudiando, decía irse a trabajar a la obra para cobrar bastante más que en sectores a los que se accede vía título académico. Sin embargo, parece que los tiempos cambian y también en el sector de la construcción y de las obras hay quejas de lo «poco que se cobra» en comparación a hace unos años. En concreto, se ha hecho viral el vídeo de un albañil que ha explicado lo que está pasando en las obras y está levantando ampollas.

No es sólo algo que tenga que ver con el sueldo. Lo que explica este albañil es que muchos jóvenes ya no quieren trabajar en la obra debido al esfuerzo que supone. De este modo, trabajar mucho para cobrar poco es una ecuación que no cuadra para los jóvenes, y los que sí se lo plantean llegan con expectativas muy distintas a las de generaciones anteriores. Y como ejemplo, este albañil de Bilbao, ha contado su historia en TikTok, causando revuelo por lo dicho. Porque, con una mezcla de sinceridad y hartazgo, ha abierto una conversación incómoda: la de cómo se ha desvalorizado un oficio que durante años fue sinónimo de dignidad laboral.

Un albañil revela lo que está pasando en las obras

El protagonista de esta historia explica que empezó cobrando 50 euros al día. Lo aceptó, dice, para que lo conocieran, para demostrar lo que valía. «Muchísimas veces fui a la construcción a trabajar por 50 euros. Luego me subieron a 70, pero no pasó de ahí hasta que me puse por mi cuenta», confiesa.

Esta entrada tan precaria en un sector tan exigente no es un caso aislado. Lo que denuncia, sin decirlo directamente, es el incentivo para comenzar es bajo,  y que no todos logran escalar. No todos tienen la oportunidad o la energía para hacerse autónomos, ni las redes de contacto necesarias para prosperar. Y lo peor: muchos aceptan esas cifras porque no hay otra opción. O porque les hacen sentir que no la hay.

El desencuentro generacional está sobre la mesa

Pero lo que más ha dado que hablar del vídeo no es cómo empezó, sino lo que ve ahora. Según él, los jóvenes que se acercan a la obra ya no aceptan 120 euros por jornada. «No, no, no. Yo por menos de 180, 200 euros no voy», dice que le han respondido más de una vez. Su reacción es clara: «¿Quieres que yo te pague 200 pavos por darte trabajo encima? Hombre, yo no veo que cuadre eso».

Y con lo que comenta se ha iniciado el debate. Por un lado, hay quien piensa que los chavales piden demasiado para empezar. Por otro, quienes creen que el oficio debería pagarse precisamente así, y que el problema no es la exigencia de los jóvenes, sino lo poco que se ha valorado históricamente esta profesión.

De 3.000 euros al mes a rozar el salario mínimo

Veteranos como Pascual, otro albañil con décadas de experiencia, lo resumen con cierta amargura: «Antes, un albañil podía ganar 3.000 o incluso 4.000 euros al mes». Ahora, dice, muchos no llegan ni al salario mínimo. Trabajan ocho, nueve o diez horas, cargando peso, tragando polvo, bajo el sol o en el frío… para volver a casa con 1.200 euros. “Y encima cuesta encontrar relevo”, añade.

El relato se repite en toda España. La obra sigue siendo dura, física, exigente, pero ya no ofrece el horizonte económico que ofrecía antes. Y eso, inevitablemente, la vuelve poco atractiva. La paradoja es clara: faltan viviendas, hay demanda de trabajadores, pero nadie quiere ocupar ese puesto. O al menos no por lo que se ofrece hoy.

¿Qué está fallando en el sector de la construcción?

El vídeo del albañil de Bilbao ha funcionado como un espejo. Muchos se han visto reflejados en su historia, ya sea por haber pasado por lo mismo o por estar al otro lado del conflicto. La clave no está solo en el sueldo, sino en lo que representa. En si se valora realmente el esfuerzo, el aprendizaje continuo, la experiencia.

Los veteranos piden respeto y condiciones dignas, pero también un cambio de mentalidad. Que se reconozca el valor del oficio, sí, pero también que se adapte a los tiempos. No basta con decir “esto siempre se ha hecho así”. Si los jóvenes no se acercan, quizás haya que revisar lo que se les está ofreciendo.

Y lo más preocupante: mientras no se resuelva esta desconexión, el sector seguirá envejeciendo. Los que saben ya están cerca de la jubilación y los que podrían aprender están lejos, con otros planes. La construcción se encuentra en un cruce de caminos, donde solo hay dos salidas: o se dignifica el oficio, o se arriesga a perderse.

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